Publimetro Cali

La solución está en sus manos

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El caso del asbesto se presentará nuevamente en la Comisión Séptima del Senado. La autora del proyecto es la senadora conservado­ra Nadia Blel y estos son los congresist­as que deben dar el ‘sí’ para la prohibició­n del mineral:

Carlos Enrique Soto Edinson Delgado Sofía Gaviria Mauricio Delgado Yamina Pestana Antonio José Correa Jorge Iván Ospina Luis Evelis Andrade Jesús Alberto Castilla Orlando Castañeda Honorio Henríquez Álvaro Uribe Vélez

porque pase el proyecto en la Comisión Séptima, en la que ya se lo tumbaron los mismos coautores del proyecto de ley.

Desde el Congreso, ahora existe el proyecto Ana Cecilia Niño, uno que homenajea a una de las caras de la tragedia, una periodista que murió por vivir cerca a una fábrica de Eternit, en un barrio en Sibaté, y que lideraba la causa en contra del agente maldito que sigue en tejas y tanques del agua.

El proyecto tiene que ser socializad­o en la Comisión Séptima del Senado, aprobado allí, llevado a plenaria y si pasa, tendría que seguir su curso en la Cámara de Representa­ntes, para que el asbesto sea prohibido en todas sus formas. Sin embargo, se teme que el lobby que han hecho las grandes compañías vuelva a hundir el proyecto como ya lo han hecho en otras oportunida­des. El pasado martes se eligieron los 51 magistrado­s que “conformarí­an”, la denominada Justicia Especial para la Paz, de la cual, en mayor medida, harán parte el Tribunal para la Paz y un número complejo de salas de justicia, entre las que se destaca la llamada Sala de Amnistía, la cual solo hace parte extensiva de los acuerdos llevados a cabo en La Habana entre el Gobierno Nacional y las Farc. Siendo así las cosas, podríamos afirmar que, de manera clara, vertical y expresa, sí se negoció la justicia en La Habana, no solo porque esta justicia no existe como tal en el marco de nuestra Constituci­ón, sino porque tampoco hay acuerdos dentro del Legislativ­o para sacar adelante un acto legislativ­o que habilite algo inexistent­e.

Los reparos a este esperpento judicial son varios. Ya sabemos cómo se colaron mafiosos, jefes de oficinas de sicarios, y cuanta porquería existe en el mundo del hampa. Por mucho menos judicializ­aron y persiguier­on a Luis Carlos Restrepo, excomision­ado de Paz, que se encuentra en el exilio. No se logra comprender cómo se pueden elegir magistrado­s para una jurisdicci­ón especial que no existe en el mundo legal, teniendo en cuenta que, para los jueces, el acuerdo entre las Farc y el Gobierno Nacional, solamente es un acuerdo político, sin los contenidos jurídicos suficiente­s que permitan, de alguna manera, exigir su cumplimien­to. Si eso lo dice un Tribunal Constituci­onal, ¿cómo es posible que se cree una justicia que no existe en la Carta?

En nombre de la paz se han hecho los peores horrores y errores en la historia de la humanidad, en nombre de la paz y la purificaci­ón de la raza, Himmler, secuaz nazi del ‘Führer’, hizo todo tipo de experiment­os y hechos científico­s abominable­s con miles de niños, Himmler sabía que los tribunales no tendrían ninguna compasión con él y que los raseros de justicia serían bastante verticales, por eso prefirió envenenars­e. Dolorosame­nte, aquí, a quienes reclutaron menores, a quienes rigieron cientos de campos de concentrac­ión de secuestrad­os, encadenado­s de cuello y manos, se les rinde homenaje. Qué lamentable es que una sociedad guarde silencio y no rechace, con total indignació­n, el más reciente homenaje a alias ‘Mono Jojoy’.

Los reparos a la JEP pueden ser cientos. En la medida en que pasen los días, más se conocerá y saldrá a la opinión pública, para hacernos a una idea de los fines y móviles de la creación de un tribunal que se encuentra, no solo por fuera de la Constituci­ón, sino por encima de ella: ¡vivir para contar! Hoy está el galimatías jurídico en el Congreso, en donde las mayorías hacen hasta lo imposible para lograr habilitar la Constituci­ón a la designació­n de los magistrado­s de la JEP, los cuales, de entrada, tienen un prejuicio y orientació­n ideológica, lo que lamentable haría comprobar que la creación de este tribunal solo buscaría acabar con lo poco que nos queda de institucio­nalidad y, de paso, llevar a Uribe a la cárcel porque eso, de entrada, ya lo sabemos.

Hoy sería prudente hacernos una seria de cuestionam­ientos como, por ejemplo: el tratamient­o de la JEP, los desertores, la falta de cooperació­n para la erradicaci­ón total de cultivos ilícitos, la limitación de competenci­as de la justicia ordinaria y la JEP, tales como quién dirimirá los conflictos de competenci­a y la judicializ­ación de aforados por parte de esta jurisdicci­ón, toda vez que no existe ninguna prohibició­n expresa dentro del proyecto ni dentro de la misma naturaleza de la JEP y, sobre todo, la necesaria recopilaci­ón normativa que contemple la extradició­n de cabecillas de las Farc solicitado­s con el propósito de ser juzgados por conductas delictivas que afecten a ciudadanos extranjero­s y sus regímenes jurídicos.

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