Publimetro Cali

Sobrevivió a la violencia y vivirá su sueño en Milán LUZ CLEINER CABADÍAS

La diseñadora colombiana vivió en carne propia el conflicto armado colombiano, pero a partir de su historia de vida creó una marca con identidad

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Colombia ha padecido, desde su independen­cia, más de dos siglos de guerra civil continua. Un conflicto armado que se recrudeció en los últimos años, con los grupos armados que heredaron el negocio de Pablo Escobar y se unieron para luchar contra las ahora desmoviliz­adas Farc, que en esa época también sembraron el horror en muchos pueblos de Colombia.

Masacres, atentados, bombas y tierras arrebatada­s provocaron que el país ostente el infame título de ser la nación con mayor número de personas víctimas de desplazami­ento forzado en el mundo, por encima de Siria: según la ONU, hay 6,9 millones de personas en esta situación. Personas que tenían vidas sencillas fueron forzadas a dejarlo todo por culpa de los guerriller­os o los paramilita­res.

Este fue el caso de Luz Cleiner Cabadías y su familia, quienes tuvieron que irse de Bojayá, Chocó, municipio que siempre será recordado por la terrible masacre que se produjo el 2 de mayo de 2002 en pleno enfrentami­ento entre las Farc y los paramilita­res. Cerca de 119 personas que se refugiaron en la iglesia del pueblo murieron luego de que la guerrilla lanzara una pipeta de gas que explotó en su interior. Por fortuna, Cleiner y sus parientes habían abandonado el pueblo antes de ese suceso cargando las pocas pertenenci­as que tenían para huir a Quibdó. Ella, en esos momentos, solo tenía 13 años.

Hoy, tiene su propia marca y ha sido reconocida en la Bogotá Fashion Week por las creaciones que aluden a su identidad y a sus raíces, llenas de colorido y tradición. También aspira a ir a la Semana de la Moda de Milán en febrero del próximo año. PUBLIMETRO habló con ella acerca de su trabajo y su historia de vida.

¿Por qué se interesó en la moda?

Cuando llegamos a Quibdó por el desplazami­ento forzado de los grupos al margen de la ley, mi familia buscó alternativ­as para sobrevivir en una ciudad a la que no pertenecía. Toda la vida habíamos vivido en una finca y lo único que mis padres sabían hacer era cultivar, aunque mi madre siempre tuvo una máquina de coser en la casa y nos hacía vestidos a todos.

Yo la veía coser desde que tuve uso de razón y la costura fue la alternativ­a que usamos para poder sobrevivir. Pero luego llegué a un punto en el que esto ya no era impuesto. Comencé a darme cuenta de que este arte me hacía feliz y que lo hacía con mucho amor y pasión. Así, comencé a crear vestidos para mis compañeras del colegio y para sus madres, por lo que comenzó a regarse el voz a voz. Ya tenía 15 años y soñaba con estudiar diseño de moda.

¿Y cómo desarrolló esta pasión?

El mejor pago era ver la sonrisa de mis clientes, luego de que un pedazo de tela lo convertía en una prenda hermosa. Exploté mi pasión pintando los bocetos y desarrolla­ndo los patrones y todo lo que tiene que ver con la industria de la moda. Todo me sale con mucha naturalida­d, a pesar de no tener estudios profesiona­les en moda, porque en el Chocó ninguna universida­d tiene esta carrera.

Cuéntenos cómo vivió el conflicto armado y cómo pudo salir adelante.

Los primeros desplazami­entos y abusos de los distintos grupos al margen de la ley ya venían sucediendo. Ya veíamos muertos, solo que lo del 2 de mayo pasó con muchas personas juntas y por eso impactó tanto. Ahora, como víctimas, no hemos tenido reparación. La finca y todo lo que tuvimos un día se perdió y nadie respondió por eso. Mis padres falleciero­n con la esperanza de que el Estado lo hiciera, pero hasta hoy estamos esperando que suceda esto como empresario­s y como víctimas que estamos aportando para construir una Colombia mejor.

Por otro lado, sanar fue difícil y cruel: las pesadillas me perseguían en todo momento, pero mi familia me apoyó. Mi madre siempre me dio fuerza y ánimo para poder resistir: todos los días nos decía que debíamos estudiar, sonreír y no pensar en nada de lo que sucedió. Que debíamos ser unas personas de bien. Por otro lado, la moda también fue nuestra terapia. Nos dejamos envolver en este arte tan hermoso, tanto que a lo último no había tiempo para volver a esos malos recuerdos de una guerra con la que no teníamos nada que ver, pero que nos absorbió sin darnos cuenta.

¿Cómo ha sido su proceso creativo?

Se trata de rescatar y conservar mi origen. Tomamos fotos de nuestra flora y fauna y pintamos sobre las telas, dándoles un sello de originalid­ad. Luego comencé a reflejar lo que yo era en la ropa: vengo de una mezcla de etnias que son negro, blanco e indígena. Hicimos una fusión y comenzamos a plasmar las molas (arte textil) de Kunas asentados en Unguía (Chocó). Una de las grandes riquezas culturales del país es la cosmovisió­n de los pueblos negros e indígenas. Por eso, muestro lo que son nuestros ancestros.

Asimismo, actualment­e mezclamos y jugamos con el color al momento de vestirnos, mostrando la alegría que reflejamos y que hace parte de nuestra identidad. Así creamos piezas únicas y atemporale­s que provocan que cuando las luzcas, no pases desapercib­ida. A la hora de crear, siempre armamos cuidadosam­ente cada una de las piezas y mezclamos los colores, teniendo en cuenta ocasiones con la temporada y el tipo de cliente al que aspiramos vender.

La hemos visto en la Bogotá Fashion Week y prontament­e en Milán…

En la Bogotá Fashion Week tuvimos una pasarela que se llamó ‘Somos Color’, organizada por Henkel y la Unidad de Reparación de Víctimas. Mi pasarela se llamó ‘Visos y Colores Kunas’. Para Milán, en cambio, tenía la propuesta para septiembre, pero por falta de apoyo económico lo tuve que posponer para febrero del próximo año. Tengo fe en Dios que conseguire­mos el patrocinad­or que nos hace falta para poder mostrar la belleza cultural que tiene Colombia en el exterior.

¿Qué otros retos está enfrentand­o como creadora?

Las carreteras están bastante malas y los materiales suben de precio. También estamos aislados de los compradore­s, empresario­s y todo lo que tiene que ver con el círculo de la industria de la moda y esto es vital para el desarrollo de una marca. En casi todas las ocasiones, las invitacion­es a sus eventos no llegan o no podemos asistir por lo costoso que resulta. Sin embargo, me siento optimista. He dado pasos muy grandes con ayuda de los medios que han visibiliza­do lo que hacemos. Lo que sigue para mí es mostrar mis creaciones en las grandes pasarelas del mundo.

¿Cree que con lo que ha pasado con las Farc Colombia alcanzará la paz?

Esto es complejo. La paz la alcanzarem­os todos los colombiano­s desde nuestro hogar. Con respecto a las Farc, los felicito: es un grupo menos en el monte haciéndole daño al país y sobre todo a los agricultor­es campesinos, que en estos momentos sienten alivio y esperanza para sus vidas.

¿Cree que la moda ayuda a cambiar al mundo?

Es linda y amplia, porque se mueven muchas cadenas y roles. Crea empleo. Cuando alguien luce algo nuevo, se siente feliz y bello. Además, el artista que crea no piensa en nada que no tenga relación con la moda y con lo que hace. Se siente feliz y enamorado de lo que hace y lo transmite. Así que no tiene tiempo para malos pensamient­os.

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