Publimetro Cali

La salsa en Cali apoya a los niños vulnerable­s

Además de lo que significa para la escena cultural de la ciudad, el Museo de la Salsa destina sus ganancias a ayudar a los más necesitado­s

- LINA URIBE

Quizá no exista nadie en Cali que conozca tanto sobre salsa como Carlos Molina Salas. Se enamoró de este género musical a los seis años cuando su papá lo llevó a un concierto de La Sonora del Caribe, y desde los 16 empezó a asistir sin falta a las presentaci­ones que hacían los cantantes en la ciudad. Ahí aprovechab­a para sacar su cámara y tomarles la foto del recuerdo.

Hoy, 50 años más tarde, su archivo fotográfic­o acumula 300.000 negativos y 40.000 fotografía­s impresas. De esas, 1000 están exhibidas en el primer piso de su casa en el barrio Obrero, un espacio en el que antes funcionaba una bodega y que desde 2015 se convirtió en el Museo de la Salsa. Más que un tertuliade­ro o una discoteca, es un sitio para reunirse a apreciar toda la historia contada en imágenes y, claro, disfrutar de buena música en compañía de unos tragos.

En el museo no hay ninguna foto que no haya tomado Carlos. Las paredes están forradas de cuadros en los que aparecen artistas como Celia Cruz, Ismael Rivera, Alfredito Linares, Héctor Lavoe, Franky Ruiz, Gilberto Santa Rosa y todos los que usted se pueda imaginar. También, hay imágenes grupales de orquestas como La Sonora Matancera, la Orquesta Aragón y los Hermanos Lebrón. No en todas, pero sí en varias, Carlos aparece posando junto a los cantantes como si se tratara de un integrante más de la banda.

Y es que su entrada al mundo salsero se la dio también su hermano Armando cuando se convirtió en el conguero del Combo Swing y empezó a llevarlo a todas las presentaci­ones. En esos ires y venires conoció a Daniel Santos, ‘el Inquieto Anacobero’, con quien entabló una amistad que quedó resumida en una foto: año 1980, Daniel está en el bautizo de la hija de Armando Molina y en sus brazos sostiene a Carlitos, hijo de Carlos y sobrino de Armando. Una pose tan familiar que permite inferir la confianza que se tenían todos ellos. La confianza y el cariño.

Por eso no resultaba extraño que a la casa de Carlos Molina llegaran un día Tony Vega, Andy Montañez o Rey Ruiz, por citar solo algunos ejemplos. Se reunían a charlar, a mostrar sus nuevos trabajos musicales o a ver las fotografía­s, que en ese entonces estaban exhibidas en el tercer piso. En sus años de juventud, Piper Pimienta se le aparecía en la puerta a Carlos para invitarlo a la rumba. Y esa es la razón por la que a este salsero de Puerto Tejada se le relaciona siempre con el barrio Obrero y hasta tiene una estatua en el parque principal: porque el Piper se aparecía a buscar compañía para sus agua e’ lulos.

Para recordar a Armando y rendirle un homenaje, en el Museo de la Salsa se conserva la conga con la que él tocaba en sus presentaci­ones. Un instrument­o de más de 40 años que permanece intacto en la parte trasera del recinto y que no se salva de los curiosos que van hasta allá a darle algunos golpes para escuchar esos sonidos que invitan de inmediato a la pista. Caleños. Nada qué hacer.

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HROY CHÁVEZ|PUBLIMETRO El Museo de la Salsa es un templo para los discómanos y los enamorados del ritmo emblemátic­o de la capital del Valle del Cauca.
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HROY CHÁVEZ - PUBLIMETRO Carlos Molina Salas convirtió su pasión en bien público.
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