El covid-19 también afectó las emociones
Los colombianos sufrieron un impacto psicológico considerable que incrementó las llamadas a las líneas de atención y la ocupación en los servicios psiquiátricos
La salud mental es quizás uno de los ámbitos que resultaron más afectados a raíz de la pandemia de covid-19 en Colombia y en múltiples países. La Organización Mundial de la Salud (OMS) reportó un incremento de afecciones como la ansiedad y la depresión en el mundo y distintos estudios han aportado evidencia en ese sentido.
Solo en Colombia, según los datos más recientes del Ministerio de Salud, casi siete de cada diez personas (el 66,3%) declaró haber enfrentado algún problema de salud mental.
Alexei Vallejo, vicepresidente de la Junta Directiva de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, explicó que hay complicaciones de orden psicológico que aún persisten después de la cuarentena que se implementó para frenar el avance del covid-19: “Existen algunas publicaciones de ese entonces, y algunos estudios relacionados con psicología, psiquiatría y salud mental en Colombia, que mostraban que el riesgo de tener depresión, por ejemplo, había aumentado el riesgo de suicidio y existía un clima realmente difícil, porque se generaron otra serie de indicadores indirectos que mostraban el malestar que estaban sufriendo los colombianos”.
En su momento, también se registró un incremento en las llamadas a líneas de asistencia psicológica, violencia intrafamiliar y violencia de género. Todos estos fueron indicadores de que la población estaba padeciendo el rigor de las difíciles condiciones económicas, sociales y sanitarias.
“La depresión y la ansiedad han sido algunos de los retos más complejos que se han venido suscitando desde el comienzo de la pandemia. Es tal vez el grupo de manifestaciones clínicas que vemos con más frecuencia en los servicios de urgencias. También se registraron problemas asociados al consumo de sustancias”, subrayó el experto.
Mencionó, además, las dificultades que presentaron otros grupos etarios específicos, como los niños y los adolescentes. Vallejo resaltó que en los centros asistenciales de varias partes del país se presentaron incrementos del doble e incluso el triple de necesidad de hospitalizar a menores de edad por cuenta de problemas de salud mental, que tienen alteraciones de la conducta e incluso problemas afectivos.
Un punto muy importante es que si bien la pandemia fue un hecho histórico y una emergencia global que se superó paulatinamente gracias a la vacunación masiva, las consecuencias en niños y adolescentes no desaparecieron. Los menores de edad tuvieron que suspender sus actividades escolares e interrumpieron con ello una parte importante de su desarrollo socioemocional normal.
“Se les sometió a un encierro con unas familias que regularmente estaban en incertidumbre, que estaban bajo presión, en algunos casos tenían enormes dificultades económicas, habían perdido empleos o estaban viviendo un duelo por la pérdida de algún ser querido. Entonces, claro, haber ejercido una paternidad o un cuidado en esas condiciones era una situación que se había trastocado de alguna manera”, recordó el experto.
Y si bien señaló que la interacción virtual ayudó a suplir esas necesidades, al mismo tiempo provocó un grado de distanciamiento social. Esto afectó a los niños en especial, debido a que, según explicó Vallejo, cuentan con un sistema nervioso “maleable”. A la larga, estas condiciones adversas minaron las condiciones psicológicas de una generación. El experto recordó que esto se agudizó por el hecho de que la atención de la salud mental ha tenido un rezago histórico.
No obstante, indicó que la pandemia sí ayudó darle más importancia a la salud mental y hubo una mayor apertura de la sociedad para entender las enfermedades mentales. Esto, a su vez, incidió en un incremento en la cantidad de niños y adolescentes que acudieron a los servicios de psicología y de psiquiatría.
En cuanto al papel del Estado, Vallejo destacó que sí hubo un esfuerzo institucional para mejorar la atención de la salud mental en Colombia durante la pandemia, “pero veníamos de un atraso significativo y las consecuencias las estamos viendo ahora”.
Una de las preocupaciones de los expertos apunta a que la sociedad aún no ha terminado de comprender ni de sentir los efectos que tuvo la emergencia sanitaria mundial por covid-19. “Las manifestaciones en salud mental a veces son inmediatas, otras veces tardan muchos años e incluso pueden aparecer varias generaciones después”, subrayó Vallejo.
Por esta razón, Vallejo indicó que es clave que el Estado ponga la lupa en los temas de salud mental. “En principio, debería haber una interlocución mucho más cercana y fluida con las asociaciones científicas”, puntualizó el experto. A su vez, dijo que se debe ampliar más la inversión en la atención de la salud mental, lo que incluye mejorar los recursos destinados para el talento humano que se dedica a trabajar en esta rama.
También es fundamental implementar un concepto conocido como los ‘determinantes sociales’, que, básicamente, se refiere a todos los asuntos que inciden en la salud de una persona más allá de los factores sanitarios. Fenómenos como el desempleo o la pobreza extrema, por ejemplo, pueden ser determinantes para la salud mental de un individuo.
En esa medida, la salud se ha empezado a ver como un asunto integral que se puede promover desde distintos sectores de la sociedad.
“La depresión y la ansiedad han sido algunos de los retos más complejos que se han venido suscitando desde el comienzo de la pandemia” ALEXEI VALLEJO Vicepresidente de la Junta Directiva de la Asociación Colombiana de Psiquiatría
Pacientes ya no consultan a tiempo ni tienen dónde hacerlo en Medellín
De acuerdo con el informe de Medicina Legal, entre enero y febrero de 2024, en Antioquia, se han registrado 79 casos –64 hombres y 15 mujeres– que decidieron acabar con sus vidas. De estas cifras, en Medellín, se reportaron 35 suicidios, que corresponden a 31 hombres y cuatro mujeres.
Diego Espíndola Fernández, psiquiatra y profesor vinculado en el departamento de Psiquiatría de la Universidad de Antioquia, explicó que antes de la pandemia, “teníamos unas tasas en incremento de trastornos depresivos, ansiosos, también relacionados con el uso de sustancias, que correspondían a una multiplicidad de factores que, al confluir, generaban una mayor vulnerabilidad social e individual. Este aumento tuvo un momento epidemiológico crítico en la pandemia, porque conllevó a que las personas no consultaran en el tiempo debido y eso disminuyó los registros”.
El psiquiatra es enfático al asegurar que la pandemia conllevó a circunstancias adversas para la salud mental, en primer lugar, con la incertidumbre por la posibilidad del contagio, no solo para la persona, sino por el temor de contagiar a algún miembro de su familia.
“Esa incertidumbre aumentó los niveles de ansiedad. Además, hubo un distanciamiento social que llevó a que las interacciones, que son tan benéficas para los seres humanos, tuvieran que limitarse. Estas situaciones llevaron al desarrollo de la enfermedad mental. Asimismo, familias vieron afectados sus trabajos y las dinámicas internas que resultaron en instancias de mucho conflicto”, indicó.
Espíndola asegura que posterior a la pandemia, se encuentran personas que se habían enfrentado a las dificultades familiares y que habían tenido impacto en su economía, lo que afectó su salud mental.
“Otro de los factores fue el cierre de los servicios de psiquiatría, por lo que los pacientes ya no consultan a tiempo ni tienen dónde hacerlo. Posterior a la pandemia, por la vulnerabilidad social, se suma el uso de las pantallas y de sustancias psicoactivas por las que estamos viendo las consecuencias, con los servicios de urgencias colapsados por los intentos de suicidio”, dijo el psiquiatra.
El especialista asegura que, como psiquiatra y profesional de la salud mental, se requiere que la población se sensibilice tanto en el individuo como en el colectivo, “para que las estrategias tanto en salud, que conllevan un cambio de mentalidad política, estén enfocadas en un aumento de la promoción y prevención en salud mental”.
Centros de escucha para los caleños
Casi tres años desde que todo regresó a la normalidad luego de la pandemia de covid-19, Cali se convirtió en la tercera ciudad con más casos de intentos de suicidio en Colombia. Desde julio de 2023, se reportaron, al menos, 1078 casos de intentos de suicidio y 91 suicidios en la capital del Valle del Cauca. Entre las principales razones están problemas familiares (33%), conflictos de pareja (32%), problemas económicos (12,5%), seguidos de maltrato y problemas escolares.
Es por eso que PUBLIMETRO habló con Germán Escobar, el secretario de Salud Pública de Cali, quien nos indicó acerca de las estrategias que se han mantenido en la ciudad luego de la pandemia, entre las que están los centros de escucha y zonas de orientación escolar, estrategias de prevención de violencia en los cinco entornos, estrategias de consultorios rosa para gestión de violencias de género y otras violencias. Además, en la Alcaldía de Alejandro
Eder, se han implementado nuevas medidas, entre las que se encuentra un programa integral en Camad Cárcel, estructuración del PIC 2024, equipos básicos de salud con personal de psicología que realiza caracterización e intervención básica para problemas, situaciones emocionales o trastornos mentales.
“El covid-19 generó un escenario de confinamiento que afectó a toda la población, principalmente a niños, niñas, adolescentes y adultos jóvenes, impactando sus mecanismos de relacionamiento, interacciones sociales y generando en ellos problemas de ansiedad y depresión. Asimismo, en los adultos y adultos mayores, tuvo efecto en la percepción de la inminencia de muerte por covid-19 y una posible recesión económica o pérdida de empleo que impactó en la salud mental de la población, en especial, con síndrome de estrés postraumático, depresión y ansiedad.
La evidencia científica publicada al respecto reconoce que el impacto del covid-19 en la salud mental de las poblaciones debe tener una visión a largo plazo, en el desarrollo integral de los individuos, en la acogida de las consecuencias en trastornos y problemas de salud mental”, precisó el secretario.
“LA EVIDENCIA CIENTÍFICA PUBLICADA AL RESPECTO RECONOCE QUE EL IMPACTO DEL COVID-19 EN LA SALUD MENTAL DE LAS POBLACIONES DEBE TENER UNA VISIÓN A LARGO PLAZO”
Los esfuerzos por reducir las conductas suicidas en Barranquilla
La Administración distrital de Barranquilla ha trabajado en la promoción de la buena salud mental y la prevención de las conductas suicidas, en lo que se ha logrado una disminución del 5 %, si comparamos 2019 con 2022. De igual forma, no se registraron suicidios en menores de 14 años en 2023.
Mediante la estrategia de atención en salud mental Hablemos, se logró atender a más de 100.000 personas en los cinco puntos establecidos en las diferentes localidades y los puntos itinerantes, destacándose la presencia en 120 instituciones educativas de la ciudad. Con las otras estrategias de salud mental, se beneficiaron 78.932 personas en los entornos comunitarios, escolares e institucionales.
GERMÁN ESCOBAR Secretario de Salud Pública de Cali