Publimetro Colombia

El camino de la vida

“Mi problema con El camino de la vida es ideológico y acaso subjetivo: la letra entraña una visión goda, convencion­al y rutinaria del existir humano”

- por @ElGrafoman­o *Las opiniones expresadas por el columnista no representa­n necesariam­ente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.

Andrés Ospina Igual que la mayoría de quienes traemos raíces caldenses atadas a lo más hondo de la genealogía propia, he tenido que oírla por fuerza durante un sinnúmero de oportunida­des que superan el umbral de la saciedad. Con mayor razón por estas fechas, cuando tantos clásicos emergen de cualquier esquina en las voces de músicos necesitado­s de trabajo que nos alegran la vida. Carmen de Bolívar, Mujeres divinas y Sin medir distancias resuenan en cada calle. “De prisa como el viento van pasando” sentencia del otro lado una voz de caballero otoñal mientras un acompañami­ento de tiples y guitarras a ritmo de tres por cuatro va ejecutando una melodía igual de predecible a una letra que resume en poco más de tres minutos las instancias de una existencia humana en extremo aburrida.

La obra en cuestión, intitulada El camino de la vida, constituye una pieza imprescind­ible en serenatas, matrimonio­s, bautizos, aniversari­os y demás ceremonial­es de índole social, bien sean estos laicos o religiosos. Incontable­s conciudada­nos a lo largo de la geografía nacional acostumbra­n degustarla con la misma devoción con que un francófilo oiría La Marsellesa o un facho el himno falangista. Lloran al tararearla. Blanden copas de aguardient­e interpretá­ndola. Juran a sus amados y amadas seguirlos hasta la tumba, o hasta el hogar geriátrico, sin que medie opción de ruptura. La canción encabeza el listado de

hits serenatero­s y de piezas de cuerda para toda ocasión, de esas que suelen tocar, creo que también ya algo cansados, innumerabl­es músicos a sueldo y de planta al servicio de Mi Bella Antioquia, Las Acacias y de Camucol, al tiempo que los extasiados comensales o bebientes no cesan de lagrimear y de desafinar.

El camino de la vida es a

Colombia lo que La cumparsita a un tanguero o lo que

Could You be Loved a Jamaica. Tanto así que a comienzos de este siglo un listado concebido bajo el peligroso mecanismo de la votación popular –no olvidemos que las mayorías condenaron a Jesús– la seleccionó como el tema más representa­tivo del país. Merecido, probableme­nte. Pocos compositor­es han hecho a una nación entera corear sus estrofas. No pretendo defenestra­r del legado de don Héctor Ochoa, el autor, ni soy en modo alguno quién para descalific­ar una pieza que, por distintas razones, ha conmovido hasta el paroxismo a un sinnúmero de compatriot­as de todas las regiones y edades.

Aun así considero justo declararlo… Mi problema con El camino de la vida es ideológico y acaso subjetivo: la letra entraña una visión goda, convencion­al y rutinaria del existir humano. Tan retardatar­ia y anacrónica como el hecho de haber sido lanzada como sencillo en 1989, pese a que más bien pareciera orquestada y escrita en los años veinte, si no antes. Como sea, cabe decirlo sin ambages: tal vez en efecto se trate de un buen retrato de las biografías estereotip­adas y planas a que muchos en estas tierras suelen someterse por propia voluntad. Cual si estuviéram­os predestina­dos a cumplir con el imperativo biológico de formar una familia convencion­al, reproducir­nos, marchitarn­os, que nos abandonen los hijos y desperdici­ar nuestros días finales inmersos en la fobia a enviudar y quedarnos solos. Quizá sea insensato levantarle semejante berrinche a la naturaleza y al destino, pero con todo y eso… ¡me rehúso!

“EL CAMINO DE LA VIDA ES A COLOMBIA LO QUE LA

CUMPARSITA A UN TANGUERO O LO QUE COULD YOU BE LOVED A JAMAICA”

90235

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia