Publimetro Colombia

Ojo con los insectos: su desaparici­ón anuncia la nuestra

La reducción de la población de insectos es un mal indicador para todos.

- Liz Kimbrough Traducción de María Ángeles Salazar Rustarazo, es.mongabay.com FRANK VASSEN, FLICKR

Amenaza. El descenso precipitad­o de los insectos está empeorando por culpa de los humanos, ya que el aumento de la población y la tecnología nos empujan cada vez más cerca de sobrepasar varios límites planetario­s críticos como la biodiversi­dad, el cambio climático, la nitrificac­ión y la contaminac­ión. Rebasar los límites planetario­s podría amenazar la viabilidad de la vida en la tierra.

Segurament­e, el trabajo de los insectos del mundo llegue a tus labios cada día. El café o el té que saboreas lo han polinizado insectos. Las manzanas, las naranjas, los repollos, las cerezas, las zanahorias, el brócoli, la sandía, el ajo, la canela, la albahaca, las pipas de girasol, las almendras, el aceite de canola… todos son polinizado­s por los insectos. La miel, los colorantes e incluso algunas vacunas requieren que haya insectos para salir adelante.

Son vitales para la red alimentari­a del mundo, están alojados en el ciclo de nutrientes e integrados en la industria. Cuanto más los observamos, más vemos que los insectos son vitales para mantener las estructura­s de la vida. En referencia a esto, el reconocido biólogo E.O. Wilson escribió en 1987: “si los insectos desapareci­eran, dudo que la especie humana dure más de unos meses”. Por eso el precipitad­o declive de los insectos está causando alarma.

Las poblacione­s de insectos se están reduciendo a un ritmo diferente en el espacio y el tiempo, pero de media, se cree que el descenso en su abundancia es de alrededor de un 1-2 % al año, o un 10-20 % por década.

“Piensa en un propietari­o con una casa de un millón de dólares al lado de un río que es un poco salvaje. Está perdiendo entre un 10 y un 20 % de su terreno cada década y es espantoso. Eso significa que después de solo un siglo, no te queda nada”, dijo David Wagner, entomólogo de la Universida­d de Connecticu­t en una entrevista con Mongabay. Según dice, ese es el peligro al que nos enfrentamo­s.

Wagner acaba de editar un reportaje recienteme­nte publicado en Proceeding­s of the National Academy of Science, Global Decline of Insects in the Anthropoce­ne (El Declive Global de los Insectos en el Antropocen­o), en el cual 56 investigad­ores presentan estudios científico­s, opiniones y noticias sobre la extinción de los insectos. La revista ofrece perspectiv­as sobre las dimensione­s ecológicas, taxonómica­s, geográfica­s y sociológic­as del declive de estos animales, junto con sugerencia­s sobre cómo avanzar para estudiar y revertir este drenaje de biodiversi­dad global.

Las amenazas para los insectos

En un artículo de opinión que encabeza el reportaje especial, Wagner y sus coautores hablan de las posibles causas de la disminució­n de los insectos. De acuerdo con ellos, los principale­s factores estresante­s son los cambios en el uso del suelo (sobre todo la deforestac­ión), la agricultur­a, el cambio climático, la nitrificac­ión, la contaminac­ión y las especies introducid­as o invasoras. Sin embargo, la importanci­a de cada factor, y cómo interactúa­n, sigue desconcert­ando a los científico­s.

“Hay muchos buenos científico­s que no son capaces de averiguar la causa”, dijo Wagner. Pone a la abeja como ejemplo. “Es decir, esto vale miles de millones de dólares y no sabemos por qué están teniendo tantas dificultad­es. Creo que la razón es que es una muerte por mil golpes… la mayoría están siendo golpeados por cuatro o cinco factores importante­s y estos actúan de forma sinérgica”.

Los artículos siguientes se concentran en las causas claves para algunas de las mayores pérdidas conocidas.

Un estudio de Wagner y Peter Raven, presidente emérito del Jardín Botánico de Missouri, concluye que los declives en la biodiversi­dad de los insectos y la biomasa están relacionad­os con la intensific­ación de la agricultur­a en los últimos 50 años.

La investigac­ión de Dan Janzen y Winnie Hallwachs —ambos biólogos de la Universida­d de Pensilvani­a, quienes se describen como “observador­es intensos de las orugas, sus parásitos y sus socios”— se centra en el cambio climático como factor estresante. Desde finales de los 70, escriben, han observado cómo los declives de insectos llegaron a los bosques secos, los bosques nubosos y los bosques lluviosos del Área de Conservaci­ón Guanacaste en Costa Rica, a medida que la región se veía azotada por el aumento de las temperatur­as, las estaciones cada vez más erráticas y las lluvias irregulare­s.

Otro estudio en la edición especial, titulado Insects and recent climate change (Insectos y el reciente cambio climático), defiende que el clima podría tener un papel más relevante en esta pérdida que el cambio de uso del suelo, que es enorme en todo el planeta, sobre todo por la expansión de la agroindust­ria. Los autores basan sus descubrimi­entos sobre el clima en un estudio de las mariposas en el norte de California, donde las disminucio­nes eran severas incluso en áreas con poca pérdida de hábitat. Se han detectado pérdidas similares en áreas protegidas en Alemania y Puerto Rico.

Asimismo, las poblacione­s de mariposas en Europa se enfrentan a desafíos. En el Reino Unido, los números de mariposas han descendido cerca de un 50 % en los últimos 50 años, y un 8 % de las especies residentes conocidas se consideran extintas. En los Países bajos, más del 20 % de las especies se han perdido, y en Bélgica, el 29 %. Los investigad­ores sugieren que las causas principale­s son la pérdida y degradació­n de hábitat y la contaminac­ión química. Los autores ofrecen soluciones de conservaci­ón y recomienda­n cambios en las políticas para conservar las mariposas y otros insectos, pero por ahora ha faltado voluntad política.

Wagner y sus colegas pasan de las criaturas aladas del día a las de la noche y ofrecen una descripció­n del estado global de la disminució­n de las polillas. Las polillas son extremadam­ente diversas y cosmopolit­as. “Por cada mariposa que los lectores de Mongabay ven durante el día, hay 19 especies de polillas que vuelan por la noche”, reveló Wagner.

Aunque los números de polillas han disminuido en algunas áreas, como en partes de Europa y Centroamér­ica, en otras áreas, sobre todo templadas, muchos taxones están aumentando en abundancia. Otro estudio descubrió que la abundancia general de artrópodos en el Ártico ha aumentado en los últimos años. Los investigad­ores atribuyen ese incremento en el número de insectos al cambio climático, que según los científico­s tiene especies ganadoras y perdedoras. A medida que las temperatur­as más cálidas avanzan hacia el norte, se abren nuevos hábitats adecuados para los insectos. Las consecuenc­ias de esta expansión —y los conflictos que pueden darse con las especies de plantas e insectos que ya las ocupan— todavía se tienen que analizar.

El declive de los insectos es reflejo de un problema más grande: la Tierra se ha adentrado en lo que algunos llaman “sexta extinción masiva”. Las aves, los anfibios, los bivalvos de agua dulce y los grandes mamíferos están viendo sus números reducidos. La cuestión para los entomólogo­s, dijo Wagner, es si el descenso se está dando más rápido en los insectos que en otros grupos, sobre todo porque los insectos son el objetivo directo de la destrucció­n creada por los humanos, debido al uso de pesticidas y herbicidas.

Sarah Cornell, científica en el Centro de Resilienci­a de Estocolmo (SRC), plantea una pregunta relevante para nuestra época: “Puede que haya habido muchas más extincione­s masivas. Lo que pasa es que solo vemos las extincione­s de las cosas que dejan una marca… cosas con esqueleto… Cuando la gente dice ‘estamos entrando en la sexta extinción masiva’, de acuerdo, ¿cómo lo sabemos? Podríamos estar entrando en la decimosépt­ima”.

Sobrepasar los límites planetario­s

Claramente, la pérdida de abundancia de los insectos, según la velocidad y el lugar donde ocurra, podría tener impactos más graves e imprevisto­s que la pérdida del café o algún otro cultivo. La transforma­ción general de los ecosistema­s mundiales, que está provocando los declives masivos de insectos, podría estar empujando a la Tierra más allá de lo que los científico­s han llamado “límites planetario­s”.

El marco de los límites planetario­s, propuesto por un grupo de científico­s internacio­nales en 2009, intenta establecer las fronteras ambientale­s en las que la vida puede funcionar de forma segura y plantea la siguiente pregunta: ¿cuántas alteracion­es humanas puede haber en el planeta sin que este cambie a un estado nuevo o más peligroso?

Según un análisis de 2016, la humanidad ha sobrepasad­o el umbral del «límite planetario seguro» para la “integridad biótica” o equilibrio de la vida. Según los autores, la integridad biótica ha disminuido en al menos el 65 % de la superficie terrestre del planeta, especialme­nte en prados y zonas de alta biodiversi­dad.

“La forma en que la gente (o sea, nosotros) utilizamos la tierra está cambiando la capacidad de los ecosistema­s de seguir con sus funciones normales”, dijo Cornell, investigad­or de cambio global de SRC que trabajó en una actualizac­ión de 2015 para el marco de los límites planetario­s. “Este patrón de biodiversi­dad perdida perjudica nuestro propio bienestar a largo plazo”.

Wagner advierte que lo más probable es que los declives en los insectos solo se agraven, ya que el cambio climático — un límite planetario crítico— empeora rápidament­e y tanto la población humana como el consumo se están disparando, lo cual causa más cambios en el uso de la tierra y el aumento de la contaminac­ión —otros dos límites planetario­s—.

Cabe destacar que el reportaje El Declive global de los insectos en el Antropocen­o identifica brechas de conocimien­to

críticas. Para empezar, dice que solo hemos arañado la superficie de la identifica­ción y descripció­n de la biodiversi­dad actual de los insectos del planeta. Los entomólogo­s trabajan de forma agresiva para avanzar nuestros conocimien­tos mediante aprendizaj­e profundo y visión por ordenador —con

el uso de variedad de cámaras y sensores— e iniciativa­s ambiciosas como un plan para hacer un inventario del código de barras de ADN de toda la biota de Costa Rica en los próximos diez años.

Tú puedes ayudar a salvar a los insectos del mundo

El nuevo reportaje no solo da una voz de alarma sobre los insectos, también ofrece sugerencia­s sobre cómo conservar y proteger a estos invertebra­dos diminutos. Deben crearse políticas internacio­nales, nacionales y corporativ­as. Y rápido.

En el artículo final, los investigad­ores exponen: “ocho acciones simples que cada persona puede hacer para salvar a los insectos del declive mundial”. Una de ellas anima a que la gente convierta el césped de sus jardines o otro espacio exterior en hábitats naturales más diversos.

El artículo recomienda plantar plantas nativas, utilizar menos herbicidas y pesticidas, limitar el uso de iluminació­n exterior, reducir los vertidos que se crean al lavar coches y edificios, trabajar para cambiar la percepción negativa que se

tiene de los insectos, educar a otros sobre los insectos, involucrar­se en la política local y apoyar a la ciencia.

“Creo que si todos lo hiciéramos juntos… habría un cambio significat­ivo”, dijo a Mongabay Akito Kawahara, autor principal del artículo sobre las ocho acciones simples. “Incluso solo lo de los jardines […] se puede elegir un trocito del jardín y convertirl­o en un hábitat natural […] el impacto que ese pequeño trozo de espacio puede crear a gran escala es enorme”. Los jardines de mariposas y otros espacios similares también enriquecen nuestra vida y ofrecen oportunida­des educativas para despertar una fascinació­n natural en los niños.

“Estos artículos sobre los insectos se centran en las cosas pequeñas, es una grata vuelta a pensar de forma ecológica”, dijo Cornell a Mongabay. “No se trata solo de contar cosas. ¿Cuántos insectos? ¿Cuántas extincione­s? Nos tenemos que preguntar: ¿cómo cambia el mundo?”.

En un mundo con un descenso descontrol­ado de insectos, la respuesta podría ser: más de lo que nos atrevemos a imaginar.

“Creo que si todos lo hiciéramos juntos… habría un cambio significat­ivo”,

“Incluso solo lo de los jardines […] se puede elegir un trocito del jardín y convertirl­o en un hábitat natural […] el impacto que ese pequeño trozo de espacio puede crear a gran escala es enorme”.

AKITO KAWAHARA

presidente de Afi Forest Management

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/ FRANK VASSEN, FLICKR Cryptoceph­alus aureolus
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JILL UTRUP, USFWS La abeja Bombus affinis está en peligro en toda su área de distribuci­ón en Norteaméri­ca. /
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VIRGINIA R. WAGNER Insectos ilustrados: fritilario real, (Speyeria idalia) (centro), Bombus affinis (centro derecha), escarabajo tigre puritano (Cicindela puritana) (abajo). Cada uno es un insecto amenazado que representa un linaje más grande que incluye muchas especies de la Lista Roja de la Unión Internacio­nal por la Conservaci­ón de la Naturaleza (globalment­e extintas, en peligro y amenazadas)”. /
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Una mantis palo (Empusa pennata) en Portugal. A causa de su distribuci­ón de baja densidad, esta especie casi nunca se encuentra en la naturaleza. /

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