Política de ambientes escolares alimentarios saludables: muy bonita en el papel, pero sin implementación
Investigación.
Cartagena es la primera ciudad del país en construir una política pública para defender el derecho a una alimentación adecuada en los niños, niñas y adolescentes. El problema es que un año después de haber sido aprobada, todavía no se pone en marcha.
“Aquí falta algo verde, pásame una manzana”. El bodegón de Merly ya tenía el rojo de las cerezas, el amarillo de la piña, el naranja del mango y el morado de las uvas, pero hacía falta algo de verde para darle armonía a un cuadro que cambiaba la presentación normal de su quiosco. Ese cuadro era la representación de un propósito que en el Distrito de Cartagena,
han llamado la Política de Ambientes Escolares Alimentarios Saludables, un propósito que lleva un año en marcha, pero al que todavía le falta recorrer un largo camino para ser realidad.
Merly Quintana es la dueña de uno de los siete quioscos que alimentan a los más de 5860 estudiantes de la Institución Educativa José Manuel Torices, más conocido como el Inem de Cartagena. Entre los productos que ofrece hay un amplio listado de frutas, digno de plaza de mercado, pero la demanda no responde a esa oferta saludable. Después de hacer alarde de su talento para hacer decoraciones con fruta, recoge la manzana y la guarda detrás del mostrador para satisfacer lo que la turba de niños y niñas exigen cada vez que suena el timbre que avisa el descanso: dulces, gaseosas y paquetes de papas.
Un estudio de caracterización, realizado en 2023 por la Universidad de Cartagena, encontró que solo en el 19% de las tiendas escolares del distrito se venden frutas. Ese dato coincide con la información que arrojó una encuesta virtual que diligenciaron los directivos de las instituciones educativas de la ciudad en 2021, según la cual, las preparaciones típicas como arepas y empanadas, los productos ultraprocesados y las bebidas azucaradas ocupan los primeros lugares, después del agua, en la frecuencia de consumo de las comunidades educativas.
“Cuando teníamos el quiosco en 2019, teníamos solo fruta, sobre todo cítricos, pero los estudiantes no tienen todavía el hábito de lo saludable, entonces hubo que agregarle otros productos como mecatos, empanadas, gaseosas, las arepas con huevo… porque es lo que usualmente se consume acá”, explica Merly mientras termina de guardar las frutas y su quiosco vuelve a ser una despensa de productos ultraprocesados con exceso de azúcares, sodio y grasas saturadas, como el resto.
Esa fotografía, que se repite en los otros colegios de Cartagena, fue el punto de partida para la formulación de la primera Política Pública de Ambientes Escolares Alimentarios Saludables del país, aprobada en diciembre de 2022. Se trata de un instrumento que tiene como horizonte la promoción y protección de la salud y la educación, el fortalecimiento institucional y la articulación intersectorial para garantizar el derecho humano a la alimentación y nutrición adecuadas de niños, niñas y adolescentes de Cartagena.
Un logro de la comunidad
Yohandra Iriarte Vega se reconoce como una mujer feminista, afrocolombiana y defensora de derechos humanos. Hace parte de la Asociación Grupo Artístico de Mujeres Espejo, un colectivo de mujeres cartageneras que trabaja por la reivindicación de los derechos de las mujeres víctimas de las violencias basadas en género, y del conflicto armado, a través del teatro como herramienta transformadora, política y ciudadana. Uno de los puntos principales de su agenda ha sido la soberanía alimentaria como eje fundamental para la construcción de paz.
“En 2018, empezamos un proceso de movilización en el que identificamos la malnutrición de niños, niñas y adolescentes a partir de encuentros con diferentes instancias de participación y fue cuando se nos ocurrió la idea de una política pública que hablara de los ambientes escolares saludables, ya no de la soberanía alimentaria en términos amplios, sino de qué era esa soberanía y cómo se desarrollaba en los diferentes ámbitos de una sociedad, especialmente en la escuela”, explica Iriarte.
Del proceso participativo hicieron parte 131 rectores y coordinadores de instituciones educativas, 262 docentes, 422 madres, padres y encargados de tiendas escolares, 645 estudiantes y 132 líderes comunales, representantes de consejos comunitarios, organizaciones de mujeres, jóvenes y funcionarios, entre otros.
El primero de los encuentros, en mayo de 2018, se realizó con padres, madres, docentes y otros miembros de la sociedad civil que se reunieron para conversar sobre la situación alimentaria en Cartagena. Desde ese momento, y hasta diciembre de 2021, se realizaron talleres, mesas de trabajo, conversatorios, socializaciones y comités para identificar las necesidades de la comunidad y hacer pedagogía sobre la situación de malnutrición en la niñez como un problema de salud pública y los ambientes escolares como una oportunidad para hacerle frente.
Uno de esos espacios fue el taller Alimenta tu derecho, realizado en agosto de 2018, para propiciar la reflexión sobre el derecho a la alimentación de las mujeres por medio de la memoria, el cuerpo y los sentidos. “Esa experiencia nos conectó a hablar de nuestras propias historias de vida, de nuestros territorios, de lo que comíamos las mujeres negras, las mujeres populares, lo que comían los niños y las niñas. Así empezamos a entender que lo que estábamos haciendo era defender nuestra comida "Cuando teníamos el quiosco en 2019, teníamos solo fruta, sobre todo cítricos, pero los estudiantes no tienen todavía el hábito de lo saludable, entonces hubo que agregarle otros productos como mecatos, empanadas, gaseosas, las arepas con huevo… porque es lo que usualmente se consume acá”
Dueña de un quiosco ancestral: el arroz de coco, el arroz de frijolitos, la yuca, el ñame, y empezamos una pelea no solo cultural, sino con la ciudad, con las políticas de alimentación en las instituciones educativas, y entre nosotras mismas también”, cuenta la directora de Mujeres Espejo, Rosiris Murillo Moreno, mujer afrocartagenera.
El primer logro de esa pelea fue el 27 de noviembre de 2019, cuando el Concejo Distrital de Cartagena aprobó el Acuerdo 021 que facultó al alcalde de entonces “para que adopte la política pública que establece los lineamientos para promover entornos escolares alimentarios saludables desde un enfoque de realización del Derecho Humano a la Alimentación y Nutrición Adecuadas (Dhana) de niñas, niños y adolescentes”.
Después de ese punto de partida, la etapa de formulación de la política quedó a cargo de una mesa de impulso en la que participaron el Departamento Administrativo Distrital de Salud (Dadis), la Secretaría de Educación Distrital, el Plan de Emergencia Social Pedro Romero, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf ), la Universidad de Cartagena y Fian Colombia, como organización de derechos humanos acompañante.
De acuerdo con Damaris Támara, enlace de Fian en Cartagena, “necesitamos niños conscientes del acto alimentario, pero también de todo lo que se necesita para alimentarse. Los ambientes escolares propician una interrelación entre procesos y espacios para que se dé el hecho alimentario con calidad, con dignidad y que nutra a los niños, pero que también fomente una pertenencia cultural, territorial y que vaya encaminada a generar esas acciones de movilización y de defensa de la alimentación real. El alimento es también político, entonces se necesitan políticas públicas que garanticen ese derecho”.