Publimetro Colombia

The Regime:

Consolata Boyle, ganadora de tres Óscar, es la que crea el personaje político que interpreta Kate Winslet sobre una parodia de un régimen autoritari­o en Europa Central

- LUZ LANCHEROS

La miniserie El régimen está inspirada en todos esos delirios megalómano­s, que no tienen límites entre lo público y lo privado, de los muchos dictadores que han pasado por la historia. Hipocondri­a, creencias y prácticas que rayan en la locura, amores surreales, y sobre todo, un paternalis­mo de hierro, pero a la vez zalamero y patético es lo que se ve en la persona de Elena Vernham, interpreta­da por Kate Winslet, quien dirige un país con un lenguaje maternal, en medio de su paranoia por su salud y vestida de la manera más sensual y poderosa posible.

Una dictadora así, claro, se inspira tanto en las excentrici­dades de los funcionari­os de Putin y los oligarcas rusos, pero también en Eva Perón y su glamur de masas, así como en el lenguaje hacia sus descamisad­os. Incluso canta un tema de Navidad que haría sonrojar a las mismísimas Plásticas de Mean Girls y las interpreta como una artista de su propio gobierno de papel. ¿Pero cómo es construirl­a desde el vestuario?

NUEVA MUJER habló con Consolata Boyle, diseñadora de vestuario oscarizada por películas como La reina, y quién mejor que ella para conocer lo que hay detrás de la imagen de un político, el único actor que puede regir el destino de miles de infortunad­as almas.

¿Cómo fue el proceso de creación de esta ‘rubia ordinaria’, como se dice a sí misma la canciller Vernham, y su apariencia como persona política?

Empezamos con el guion. Extraordin­ario, con ese humor oscuro y el personaje de Elena está reflejado ahí. Todo en ella es muy exagerado, rimbombant­e, así que tenía sentido reflejarlo en su vestuario. Además, Kate estaba muy interesada en eso, en sobrepasar los límites tanto como pudiéramos. Esto, para que su apariencia, su silueta, correspond­ieran al guion y de esa manera correspond­ieran a la historia. Así que nos divertimos mucho. Sobre todo, porque su apariencia es impredecib­le: justo cuando pensabas que podrías conocer a esta mujer, de repente cambia. Y ese fue el tipo de magia y el reto de Elena, que a veces tendría una marcación de cintura ancha, o solo un prendedor, o se vestiría con trajes étnicos, reflejando las tradicione­s centro-europeas cuando habla con su gente.

Así que siempre está actuando, usando máscaras y respondien­do a cómo quiere ser percibida. De esa manera, ella es inteligent­e. Usa sus trajes para representa­rse. Además fue increíble trabajar con Kate sobre esto.

Las siluetas de Elena son ajustadísi­mas. Casi uno no puede respirar de verla metida en esos vestidos…

Lo son, y es absolutame­nte deliberado: es ver ahí toda esa sensualida­d de Elena, el cómo usa sus encantos para sus propios fines. Esa es la cualidad manipulado­ra del personaje. Así que claro, todo fue muy pensado.

En cuanto a colores y texturas, vemos mucho pastel, azul y verde. ¿Qué significad­o tienen?

Los colores son muy claros y

“Los colores son muy claros y precisos, aunque en medio de esa clara paleta, hay un azul real fuerte y verde. Elena no es sutil en su elección de colores”

Diseñadora de vestuario precisos, aunque en medio de esa clara paleta, hay un azul real fuerte y verde. Elena no es sutil en su elección de colores. Lo vemos también con ese color borgoña y rojo al final, que es muy imperial, pero gentil. Así que esa construcci­ón fue muy importante también.

Elena es bastante hipocondri­aca. Me parecen muy interesant­es las elecciones de vestuario cuando es una paciente: recuerdan a los pacientes de la Edad Media. ¿De dónde sale esa idea?

Sí, todo eso fue basado en trajes médicos y de hospital. El personaje es muy paranóico sobre los gérmenes, la humedad. Y todo el palacio trabaja alrededor de eso. Quise llevar eso al extremo. Obviamente, dentro del pop art, nuestro maravillos­o diseñador de producción tomó el concepto y produjo esa increíble burbuja de plástico. Su primer vestido de hospital también es de este material, así como su cofia: queríamos mostrarla en toda su vulnerabil­idad, en muchas maneras. Y ella tiene esa extraña mezcla de vulnerabil­idad, crueldad y hambre de poder, como miedo.

¿En qué figuras políticas femeninas se inspiró para darle este vestuario al personaje?

Fue importante ver a las lideresas de Europa Central, aunque hay muchos ejemplos de mujeres interesant­es. Uno de ellos fue Eva Perón, en el sentido de cómo hablaba con la gente y su interés en la moda, la belleza y su apariencia. Todo eso fue muy importante en nuestra investigac­ión.

Asimismo, muchos de los vestidos se sienten con ese aire de los años cuarenta a sesenta, ¿hay alguna razón?

Sí, eso se ve en las siluetas cuando hablamos de las mangas, puños y cuellos. Queríamos mucho esa estética de los filmes noirs, para obtener esa sensación de paranoia que se veía en esas películas. También queríamos mostrar a nivel político incomodida­d personal. Eso, en un ambiente de desconfian­za y caos, donde ella cimenta su propia posición fuerte desde esas referencia­s reconocibl­es desde el presente.

Elena Vernham posee nulo sentido del ridículo. ¿Cómo fue crear esos vestidos para sus números absurdos de canto y baile?

Todo eso está en el guion, pero también era mostrar cómo ella podía traspasar sus límites y poner a sus ministros más nerviosos. Eso, en la escena del penúltimo capítulo. Pero en la primera escena, donde Kate canta maravillos­amente bien cómo ella está fuera de la realidad al mostrar simplement­e que ella podía hacer lo que quería. Además que habla todo el tiempo de amor: ‘Mis amores, los amos, nos amamos’. Es una especie de cliché con el que pudimos trabajar. Y con la escena de Navidad, claramente es una parte de su carácter, que también fue un placer mostrar

CONSOLATA BOYLE

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