Publimetro Medellin

Asbesto: el p

12 ¿Se le ocurre alguna causa por la que el Gobierno o los legislador­es de nuestro país dejaron que un material asesino llegue a su casa, a su vida y lo mate lentamente como si usted y su existencia no valieran nada? No sabemos las causas, pero en Colombi

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temperatur­as.

El material, que pareciera haber sido un milagro por sus cualidades de resistenci­a al calor, y su forma compacta, está en los hogares de millones de colombiano­s y en empresas sirviendo como el perfecto asesino, ejecutando el crimen perfecto, matando sin dejar huellas que lo incriminen, pero sí rastros en la salud de quienes encuentra a su paso.

“Mi esposo murió por jugar con su papá”

Rafael Alfonso Mayorga trabajó en Eternit, una empresa con presencia internacio­nal que fabrica y comerciali­za productos para la industria de la construcci­ón, descargand­o la fibra de asbesto de los camiones que la transporta­ban desde la mina hasta la planta para compactarl­o y usarlo en los diferentes productos que fabricaban.

En 1996, inició con dolencias en el pecho y la espalda. Tras una exhaustiva búsqueda médica, se encuentra que tenía restos de asbesto en sus pulmones.

“Los pulmones se le empezaron a llenar de líquidos y se los tuvieron que drenar, pero el neumólogo dice que no se puede hacer nada, pues su enfermedad era mesoteliom­a pleural, un tumor que se pega al pulmón. Nos dijeron que no había nada que hacer, que él iba a morir, y efectivame­nte fallece después de mucho dolor en el año 2000”, cuenta Cecilia Riaño, una bogotana de 47 años y madre de dos jóvenes que no solo perdió a su suegro, sino también al amor de su vida.

Luis Alfonso Mayorga, esposo de Cecilia, falleció de 44 años, el 27 de agosto, de 2013, después de una enfermedad sumamente dolorosa y que ya era conocida para la familia Mayorga Riaño: misoteliom­a pleural, un tipo de cáncer agresivo y casi intratable.

“Cuando nos dijeron del tumor, claro que sabíamos lo que era, pero nos preguntamo­s por qué si él no había estado expuesto al asbesto”, señala Riaño, quien quedó viuda, con dos niños de 11 y 15 años.

Lo que provocó la muerte de Luis Alfonso sí fue el asbesto, el mismo que mató a su papá, a pesar de que este nunca trabajó cerca de él, pues era ingeniero de sistemas. La realidad supera la ficción.

“Indagando por las causas, descubrimo­s que el papá de mi esposo llevaba sus overoles infestados de fibras de asbesto para lavarlos a la casa. Los niños, en ese entonces, jugaban con las fibritas que volaban. Creían que era nieve. Ahí fue cuando mi esposo inhaló el material”, acota Riaño.

Lo que parece una historia increíble es la realidad de cientos de personas que se declaran víctimas del asbesto y que han cargado con las terribles consecuenc­ias de estar cerca del mineral maldito.

“Soy médica y me especializ­o en cáncer,

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Rafael Alfonso Mayorga: 16 de julio de 2000. |CORTESÍA

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