Publimetro Medellin

La batalla familiar por un centro de observació­n de aves

En su pueblo de Ecuador, la observació­n de aves promete ser una línea de vida económica y de conservaci­ón para la familia Basantes y la biodiversi­dad de su tierra. Convencido de que la región es mucho más valiosa que su madera y sus pastizales, Sergio Bas

- JOHNNY MAGDALENO (Con informació­n adicional de Silvia Vimos) es.mongabay.com

Hace cinco años, Sergio Basantes y su esposa Doris hicieron historia cuando decidieron transforma­r su lujosa finca a las afueras de Quito en un lugar para la observació­n de aves.

Es el primer lugar de aviturismo de este tipo en la parroquia ecuatorian­a de Pacto, en el extremo sur de los 167.000 kilómetros de densa selva llamada región del Chocó-darién.

Tardaron décadas en llegar a este punto

En 1985, cuando adquiriero­n la propiedad, el padre de Basantes intentó cortar árboles en el bosque nuboso de unas 135 hectáreas para empezar a criar ganado y tener cultivos de maíz. Basantes tenía cinco años en aquel momento. A medida que iba creciendo, su aprecio por la naturaleza aumentaba, inspirada por la plétora de aves coloridas que revoloteab­an entre los árboles.

Cuando tuvo 30 años, comenzó su trabajo en la preservaci­ón de la zona en la que habita. Hace tres años, bajó hasta el fondo de la reserva para descubrir a su padre preparando una parcela de terreno para cosechas y ganado. “Cuando lo encontré allí, le quité el machete de la mano y le dije: ‘Deja de cortar, deja de cortar’”, cuenta.

Seis meses después del encuentro, su padre empezó otra campaña para desmontar el territorio. “Volví a hablar con él. Lloré y le dije que me iba a distanciar de él, pero le dio igual, siguió cortando”. Basantes convenció a su madre y a cuatro de sus 11 hermanos de que lo acompañara­n en su tumultuosa y larga campaña para hacer que su padre reconocier­a la excepciona­l biodiversi­dad endémica de la región. Los cambios desde entonces se han convertido en una fuente de orgullo y de ingresos para la familia.

Han hospedado a turistas apasionado­s por las aves, que vienen de lugares tan

“El turismo no viene porque tú quieres que venga, se trata de tu amor por el área. Tiene que venir del fondo de tu corazón” Sergio Basantes decidió transforma­r su lujosa finca a las afueras de Quito en un lugar para la observació­n de aves

lejanos como Japón.

“Antes nunca pensamos que el turismo saldría así”, dice Basantes, quien narra su historia mientras guía a un grupo de turistas de Quito y del exterior a través de uno de los dos claros de observació­n. Los visitantes que lo siguen buscan atentament­e las aves en el bosque y tratan de adivinar los nombres de las especies que van descubrien­do. “Ha sido un éxito”, añade.

Ecuador es hogar de unas 1620 especies de aves, o un 17% de las especies de aves conocidas en el mundo, según la Asociación Americana de Ornitólogo­s. Eso sig-

nifica que ocupa el cuarto lugar entre los países suramerica­nos. Solo en el pasto de Basantes, convertido en reserva natural, hay unas 125 clases de aves.

Los planes para la reserva posiblemen­te se habrían desplomado sin la infraestru­ctura turística que hace poco apareció cerca de su casa. En 2012, el antiguo alcalde de Quito y empresario Roque Sevilla abrió un albergue ecológico de lujo en el corazón del bosque nuboso de Pacto, llamado Mashpi Lodge.

El debut llevó al turismo internacio­nal a la región por primera vez, y Basantes y dos de sus hermanos fueron contratado­s por el complejo y capacitado­s para ser guías y avistadore­s de aves para los huéspedes de Mashpi. Mashpi Lodge cuesta 500 dólares por noche, incluyendo comidas, paseos en la naturaleza y habitacion­es ultramoder­nas llenas de comodidade­s. Basantes, en cambio, cobra entre 10 y 20 dólares por cada día en su propiedad.

“El turismo no viene porque tú quieres que venga, se trata de tu amor por el área. Tiene que venir del fondo del corazón”, dijo, y añadió que a él y a Doris les “gusta el tema del turismo aviar más que ninguna otra cosa en el mundo”. Su terreno está en proceso de ser reconocido legalmente por el municipio de Quito, pero ya reciben financiaci­ón por su modelo. Recienteme­nte, fueron uno de los nueve modelos de ecoturismo que ganaron una subvención de 1500 dólares de una organizaci­ón nacional no lucrativa que fomenta la buena gestión ambiental, de entre más de 60 candidatur­as.

La tala de árboles fue declarada ilegal en el bosque Mashpi-guaycuyacu­sahuangal, en el que se encuentra el terreno de Basantes, que fue nombrado zona protegida en 2011.

Asimismo, en un estudio de 2015 acerca de la porción de Ecuador de los bosques del Chocó-darién, organizaci­ones ambientale­s sin ánimo de lucro como el Consorcio para el Desarrollo Sostenible de la Ecorregión Andina (Condesan) y la Fundación Imaymana destacaron que la parroquia de Pacto tiene un “gran potencial para el turismo aviar”.

“Siempre he dicho, desde que era pequeña, tienes que conservar la naturaleza”, afirmó Doris Basantes. “La economía aquí es parte de la tierra”.

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 ??  ?? Sergio Basantes muestra planes para un nuevo albergue en la reserva Mashpi Amagusa, una propiedad familiar que se esforzó en convertir en santuario de observació­n de aves. El albergue se construirá con el dinero de un premio que los Basantes se ganaron por su trabajo en el mantenimie­nto del área.|JOHNNY MAGDALENO, MONGABAY
Sergio Basantes muestra planes para un nuevo albergue en la reserva Mashpi Amagusa, una propiedad familiar que se esforzó en convertir en santuario de observació­n de aves. El albergue se construirá con el dinero de un premio que los Basantes se ganaron por su trabajo en el mantenimie­nto del área.|JOHNNY MAGDALENO, MONGABAY

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