LA AVENTURA DE SUS VIDAS SE CONVIRTIÓ EN DRAMA
“Solo ha habido tiempo para abrazos y besos. Fue algo emocionante”, comentó la madre de uno de los tres caldenses (dos menores y un mayor) liberados la semana pasada por Los Caparros.
Ellas están en Medellín, a la espera de poder regresar a casa con sus hijos. El grupo lo integraban ocho jóvenes (6 de Risaralda y Anserma, y dos de Pereira). Faltan 3 por retornar a sus hogares.
El poco espacio para el diálogo ha sido más familiar y para hacer llamadas. “No hemos hablado mucho de lo que les tocó vivir en ese lugar. Está flaco. Él nunca había hecho un viaje de esos, solo para los partidos del Atlético Nacional. El llamado a las madres es que no permitan que sus hijos sean mochileros. Es muy peligroso”, dijo una.
La otra afirmó: “Darles gracias a Dios y a las autoridades. La liberación es un descanso a esa pesadilla. Hay tres madres más sufriendo, esperamos que los liberen pronto”.
Hay algo que les preocupa a esta madres. “ICBF nos manifestó que podrían dejar a los niños un tiempo acá en Medellín,
hasta un año, mientras hay restablecimiento de derechos. Sería mucho tiempo sin verlos”.
Derechos
Luis Eduardo Céspedes, director del ICBF Caldas, explicó que cuando los menores son retornados a sus familias lo que sigue es adelantar un acompañamiento psicosocial para garantizar que no se vulneren los derechos de los adolescentes.
“Ellos están con la regional Antioquia, pues allí se dio la vulneración de sus derechos. Pediremos que nos entreguen las carpeta para nosotros adelantar el proceso de acompañamiento o aplicar las medidas de protección”.
Sobre lo dicho por las madres de dos menores, indicó que esa situación es posible si en la verificación de derechos se comprueba que la familia no fue garante de los mismos, no hay pautas de cuidado, ni condiciones psicosociales para proteger y garantizar el disfrute de los derechos de los menores o estos tienen problemas de comportamiento. En esos casos pueden adoptarse, dijo, medidas de protección en algún internado del ICBF. Hasta ayer no se conocía
La reciente liberación de tres menores caldenses.
“Es como si me quitaran una piedra de encima”. Así definió la madre de otro caldense, mayor de edad, el retorno de su hijo al hogar. Dijo que permanecía muy estresada, pensando en dónde, con quién, cómo estaba y si volvería su grillo, como lo llamó. “Fui a Medellín a recogerlo. Nos abrazamos fuerte, porque esos 20 días fueron como 20 años. Dijo que había vuelto a nacer. Lo veo muy trastornado, como ido”.
qué pasaría con el par de adolescentes.
“Lo necesito a usted”
“¿Cuándo puedo volver a llamar a mi mamá?”, dijo otro caldense, de 15 años, mientras hablaba por teléfono con su madre. En ese momento la progenitora sospechó que algo andaba mal, que ese paseo que decidió emprender su hijo hacia la Costa el 26 de febrero, como mochilero, junto a otros siete pelados, se había salido de control.
“Es como si le estuviese pidiendo permiso a alguien, cuando se suponía que me llamó a contarme cómo iba”, le explicó esta afligida mujer a Q´HUBO el pasado lunes. Hoy su corazón está dividido entre
la felicidad y la tristeza. La primera, porque su hermano, de 21 años, quien también era parte del paseo, fue dejado libre por un problema de columna y ya está en casa.
La segunda, porque su hijo es uno de los tres jóvenes que sigue retenido en Antioquia por el grupo ilegal Los Caparros, que los bajó de la tractomula en la que iban de polizones y se los llevó. Luego los separó por grupos.
Habla
El liberado, de 21 años, permanece encerrado en la habitación de su casa, la misma que compartía con su sobrino, de 15. El pasado lunes rompió el silencio y habló con este medio, acostado en su cama, con la camisa de su equipo favorito: Atlético Nacional.
“Aún estoy muy afectado por lo ocurrido y porque mi sobrino no regresa. Nos separaron muy rápido. Estuve siempre en una finca en labores del campo. Preocupado porque en medios dicen que han hablado conmigo y así no es. Incluso, aseguran que por información mía es que ofrecieron recompensa por cabecillas de ese grupo. Es mentira”.
En la sala de la misma casa estaba su hermana, la madre del quinceañero. Mientras exhibió una pancarta que le elaboró para su hijo, contó que es un niño muy diferente a otros de su edad.
“Su inocencia se acabó cuando la Policía me le pegó una pela por quitarle una bici, a los 13 años. Se volvió muy serio, viendo la vida de otra manera. Es callado, pero trabajador. Vendía lociones y camisetas. A veces me quedaba duro para los recibos y me decía, mami, tenga $40 mil. Era la primera vez que se iba así de la casa, quería conocer el mar. Le pidió permiso al papá con una mentira piadosa: que iría en un camión, dentro de la cabina, con un amigo. Cuando supe que se fue, ya iba muy lejos”.
Feliz
Recordó que hablaron varias veces, que estaba contento, que le pidió que cuando llegara a su destino le mandara
Al fondo el mensaje de bienvenida que le dieron al primer caldense. En primer plano, el que le escribieron al ansermeño que sigue retenido. dinero. Le aconsejaba que no se metiera en cosas malas y menos fuera a robar para sobrevivir. “Ese día sentí que lo reclutaron sentí algo, sin darme cuenta de lo que pasó. Hice apagar la música en una fiesta que estaba. La última vez que hablamos fue el 2 de marzo y anotó que se quedaría en una finca trabajando. Le expresé que estaba muy niño para eso, me pidió cuidar mucho al perrito, que como allá le pagaban, me enviaría plata. Le respondí: ´no necesito dinero, lo necesito a usted. Si hay que ir por usted, voy´.
Hoy la señora, junto a sus padres, su hermano y sus otros dos hijos añoran el regreso del quinceañero y el momento en que se puedan abrazar todos y compartir en familia como siempre les ha gustado.