Semana Sostenible

El pueblo que le da agua a Bogotá tiene sed

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La riqueza ambiental de Fómeque es inmensa, tanto que más de la mitad de su territorio pertenece al Parque Natural Chingaza. Lo paradójico es que este municipio tan rico vive como si careciera de todo.

Fómeque es una despensa. De ese municipio de Cundinamar­ca, de poco más de 55.500 hectáreas, proviene la mayoría de habichuela­s, tomates y huevos que comen los habitantes de la sabana de Bogotá y otras regiones del país. Esa despensa permanece escondida en las montañas del oriente de la capital, y solo cuando alguien se acerca y abre sus puertas logra dimensiona­r lo que allí está oculto.

Aunque ese territorio lo tiene todo, disfruta de muy poco. Solo basta con mirar el embalse de Chuza, parte del Parque Nacional Natural Chingaza, que abastece al 80 por ciento de los habitantes de la capital del país. Pese a que hace parte de Fómeque, sus habitantes jamás han probado una gota de su agua. ¿La razón? La Empresa de Acueducto y Alcantaril­lado de Bogotá (EAAB) es la dueña de gran parte de esos terrenos, 17.000 hectáreas del municipio para ser precisos. Por eso, a los 14.000 habitantes de este pueblo les toca conformars­e con aprovechar el agua de la quebrada San Vicente y del Río Negro.

Pero Fómeque no tiene muchos recursos y su obsoleto acueducto solo lleva agua potable a casi 2.600 usuarios. Ante esa situación, la mayoría de los pobladores de las 32 veredas construyer­on como pudieron ocho acueductos artesanale­s que les permiten acceder al recurso hídrico. Sin embargo, solo han podido potabiliza­r el agua en uno de ellos. Lo paradójico es que mientras los fomequeños se conforman simplement­e con tener el líquido, así no sea apto para el consumo humano, el embalse de Chuza que surte a Bogotá, según explicaron guías de Parques Nacionales Naturales (PNN) a Semana Sostenible, tiene una pureza que alcanza el 99 por ciento.

“Fómeque es el territorio más importante en suministro de agua a nivel urbano regional, pero la mayoría de gente que allí vive no tiene agua potable. Y es más complicado aún porque el 70 por ciento de la población está en zona rural. Lo más lamentable es que el municipio no tiene cómo ponerle planta potabiliza­dora a los acueductos veredales. Esa es la realidad”, comenta Diana María Rodas Arias, quien hasta 2016 trabajó como profesiona­l de apoyo ambiental de la Alcaldía.

Los fomequeños no solo han sido apartados de su agua, sino también de sus tierras. De las 55.500 hectáreas de su territorio solo pueden usar el 37 por ciento. El restante está repartido así: 52 por ciento hace parte del Parque Nacional Chingaza (declarado en 1977) y el

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