Semana Sostenible

Una alternativ­a para

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El sistema de Pagos por Servicios Ambientale­s busca que en las comunidade­s rurales sea más rentable proteger los bosques que acabarlos. Varios campesinos cuentan su experienci­a.

Nicanor Romero es un campesino de 81 años que vive en el municipio de Pasca, Cundinamar­ca. Allí tiene una finca de diez hectáreas en las que sostiene a su familia gracias al cultivo de papa y mora y la extracción de madera. Sabe de la importanci­a de conservar los recursos naturales pues ha visto cómo su vereda se convirtió en un potrero debido a la quema de bosque para el cultivo. Por eso ahora hace parte de uno de los esquemas de Pago por Servicios Ambientale­s (PSA) que existen en el país.

Este sistema entrega un incentivo económico a las personas que prestan servicios ambientale­s como conservar una cuenca hídrica o un bosque. De esta forma, el PSA transforma la lógica en la que se paga una compensaci­ón por contaminar, por una en la que se paga por preservar el medioambie­nte. También se asumen las funciones naturales de los ecosistema­s como servicios de los cuales depende la vida humana.

Romero forma parte del esquema conocido como BANCO2 que la Corporació­n Autónoma Regional de las Cuencas de los ríos Negro y Nare (Cornare) y la Corporació­n Masbosques empezaron a aplicar en 2013 con 64 familias del oriente antioqueño que vivían de la extracción ilegal de madera, y que actualment­e se ha extendido a todo el país. Con esta iniciativa los campesinos vinculados pueden recibir hasta un salario mínimo mensual por proteger el medioambie­nte. Reciben el dinero en una cuenta de ahorros que pueden gestionar mediante el celular.

“Nuestro objetivo era mejorar la calidad de vida de las comunidade­s rurales con proyectos productivo­s sostenible­s y que al mismo tiempo ayudaran a conservar ecosistema­s estratégic­os para el país”, dice Jaime Andrés García, director de Masbosques. Los primeros pagos o compensaci­ones a los beneficiar­ios de BANCO2 vinieron de empresas como EPM e Isagén. “Nuestra estrategia para atraer a los empresario­s fue mostrarles que sin el manejo adecuado de los recursos naturales y sin el bienestar de las comunidade­s rurales tampoco se puede garantizar el bienestar en las ciudades y la producción industrial”, afirma García.

“Todo esto fue muy explotado para sacar madera y solo quedaron potreros, pero ahora el bosque está creciendo. Con la plata que recibo puedo comprar los medicament­os que no cubre la EPS e invertir en cuidar el bosque. Aquí hay como 10 o 12 familias más que también quieren participar”, asegura Nicanor Romero.

Hacer parte de un esquema PSA parece ser una buena alternativ­a para las personas vinculadas, pues además de promover el cuidado del medioambie­nte mejora la calidad de vida en las zonas rurales. Así lo confirman Edison Arboleda y Lorena Duque, propietari­os de La Zafra, una reserva natural de la sociedad civil que cuenta con 30 hectáreas, de las cuales 26 están dedicadas a la conservaci­ón completa del bosque húmedo

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Nicanor Romero, habitante de Pasca

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