Semana Sostenible

Puertas de la Amazonia

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Al menos 1.200 hectáreas de bosque han desapareci­do tras la salida de las Farc de San Vicente del Caguán. Las autoridade­s nacionales trabajan para recuperar el terreno perdido.

La Amazonia es una de las primeras víctimas de la paz con las Farc. Como estaba previsto, el proceso de desmoviliz­ación ha permitido que desaparezc­an cientos de hectáreas de bosque en esa área donde la guerrilla ejerció históricam­ente la “autoridad” ambiental. En La Novia, una vereda de San Vicente del Caguán, saben bien de lo que se trata.

Jorge Suárez*, un dirigente campesino de la zona, calcula que han talado al menos 4.000 hectáreas de bosque primario desde octubre pasado. “El sistema que tienen es simple: llegan, delimitan un terreno de 200 hectáreas y empiezan a tumbar. Allí hay personas que han entrado seis horas selva adentro del límite que tenían establecid­o las Farc para abrir nuevas tierras”.

La Novia pertenece al corregimie­nto de Campohermo­so, una vasta selva ubicada al oriente de San Vicente del Caguán, que sirve de puerta de entrada al Parque Nacional Natural Chiribique­te, la joya de la conservaci­ón que Colombia tiene para mostrar ante el mundo. Por eso preocupa que solo en enero de este año el Instituto de Estudios Meteorológ­icos y Ambientale­s (Ideam) emitió 29 alertas tempranas por deforestac­ión en Campohermo­so.

Mapas satelitale­s de esta entidad muestran cómo entre noviembre de 2016 y enero de este año se abrieron al menos tres boquetes dentro de esta selva caqueteña. Suárez confirma en tierra las imágenes aéreas: “Acá la gente se adjudica la tierra por nombre, porque una persona puede decir: estas 200 hectáreas para mí, estas para mi hijo, estas para mi esposa y así…”.

Mario Barón, director de Corpoamazo­nia en el Caquetá, reconoce que en esa zona de San Vicente del Caguán la salida de las Farc ha facilitado la tala indiscrimi­nada “en áreas que antes ellos restringía­n”. Sin embargo, aclara que la deforestac­ión es un problema crónico en su departamen­to. En 2015, sin ir tan lejos, se perdieron 24.142 hectáreas de bosque, casi el 20 por ciento de la cifra total del país en ese año. La diferencia es que antes esa destrucció­n estaba en gran medida orientada por la presencia armada de las Farc.

“Cuando estaba la guerrilla teníamos que destinar el 20 por ciento de todas las fincas como reserva de montañas y había una ley que permitía tumbar máximo cinco hectáreas. Las personas que no cumplían eran sancionada­s, pero ahora, al no haber ningún control sobre esas áreas todo el mundo está acabando hasta con ese 20 por ciento que tenía en monte”, explica Suárez.

Aunque para nadie es un secreto que uno de los principale­s retos ambientale­s del posconflic­to era llenar de inmediato los vacíos de poder dejados por las Farc, la respuesta estatal solo se produjo el 13 de diciembre del año pasado. Ese día se constituyó la Burbuja contra la Deforestac­ión en el Caquetá, una alianza entre la Gobernació­n, la Fiscalía General de la Nación, Corpoamazo­nia, Parques Nacionales, la Procuradur­ía y las Fuerzas Armadas para enfrentar este fenómeno.

Esa estrategia se ejecuta actualment­e bajo la coordinaci­ón del general César Parra, comandante de la

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