Enfermedades olvidadas
Cada año millones de personas fallecen por causa de dolencias prevenibles o curables. Quienes las padecen suelen ser los más pobres y esto hace que la industria farmacéutica y los centros de investigación no se interesen en combatirlas.
Organizaciones humanitarias como Médicos Sin Fronteras (MSF) han venido trabajando en los diagnósticos y tratamientos en estos lugares, donde por lo general también confluye la guerra. Semana Sostenible presenta el panorama de tres de las enfermedades que más preocupan en el mundo y que no serían mortales si no estuvieran condenadas al olvido.
La enfermedad del sueño o la tripanosomiasis africana humana
(HAT) es endémica en 36 países africanos y alrededor de 13 millones de personas tienen riesgo medio o alto de infección, según la iniciativa Medicamentos para Enfermedades Olvidadas (Drugs for Neglected Diseases initiative (DNDI)).
Se controló hacia 1960, pero los conflictos armados en el continente y el debilitamiento de los sistemas de salud contribuyeron a que reapareciera.
Por la picadura de la mosca tsé-tsé infectada con el parásito tripanosoma. Más del 95 por ciento de los casos provienen específicamente del Trypanosoma brucei gambiense, presente en África central y occidental.
El parásito arremete contra el sistema nervioso central, produce graves trastornos neurológicos y la muerte, en casi todos los casos, si el paciente no recibe tratamiento.
Durante la fase uno de la enfermedad el parásito solo está en la sangre y es fácil de tratar (aunque difícil de diagnosticar, ya que los síntomas como fiebre y debilidad no son específicos). La fase dos empieza cuando el parásito pasa de la sangre al sistema nervioso central y en ese momento se dan los síntomas neurológicos o psiquiátricos, como mala coordinación, confusión y trastornos del sueño.
En la fase uno se utiliza pentamidina, un medicamento administrado por vía intramuscular durante siete días y en régimen ambulatorio. Para la fase dos el mejor tratamiento es una terapia combinada de nifurtimox oral y eflornitina intravenosa, desarrollada por DNDI, MSF y Epicentre. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), gracias a los programas de control, en 2015 hubo menos de 3.000 nuevos casos.