LARGA VIDA PERO NATURAL
Atrás quedaron los tiempos en que se vendían cantinas de leche en el mercado. Sin embargo, que esté fresca sigue siendo tan importante como entonces.
Por eso, uno de los envases más comunes hoy para almacenar lácteos y jugos es la caja de Tetra Pak. Es tan común que nos referimos a ella mencionando el nombre de su fabricante, tal como ha sucedido con otros productos como el Kleenex o el Ziploc.
El secreto de su longevidad es un envase laminado con tres capas en su interior. Una primera capa de cartón -la más gruesa de todas- le da rigidez y forma al empaque. Luego le sigue una capa de polietileno, dividida internamente en cuatro minúsculas láminas, de modo que una protege el envase del polvo y la humedad, dos intermedias cumplen la función de adhesivo y una más evita el contacto del producto con el resto del material. Finalmente viene una tercera capa muy delgada de aluminio, vital porque protege la leche o el jugo de la luz y el oxígeno, evitando que se dañe y prolongando su vida útil.
Este ‘ladrillo de cartón’ –que es 100 por ciento reciclable y hasta un 82 por ciento hecho de materias primas renovables– es el secreto para que los productos no necesiten refrigeración ni preservantes, algo esencial en alimentos tan sensibles como la leche que han pasado ya por procesos de alta temperatura (UHT por sus siglas en inglés) que eliminan todas las bacterias y microorganismos que la degradan. Eso les permite conservar todo su valor nutricional, como las vitaminas A, B y C.