31 finales de fútbol
Cada cierre de revista es como una final de fútbol. El director técnico organiza a su equipo titular para que salte a la cancha en la mejor de las condiciones. Planea y define estrategias para siempre dominar la pelota y marcar la diferencia. Los jugadores, de gran experiencia, llegan con mentalidad ganadora: quieren ser los primeros, darle a la hinchada lo que saben hacer. Solo son 90 minutos, pero ni antes ni después hay algo distinto en qué pensar salvo el objetivo común.
En el caso del cierre, cada página es una estrategia pensada para capturar la atención del lector, darle nuevos elementos, ponerlo a pensar mediante todos los recursos posibles: cada frase o giro, la manera de contar la información, jerarquizarla, graficarla, resaltarla e ilustrarla. El trabajo previo de investigación y redacción toma tiempo, paciencia y neuronas invertidas en consultas a expertos, documentos, archivos, pruebas, contraste de información, en fin.
Cuando llega el momento de la definición, como en la cancha, el equipo se hace más grande, llega el arte del diseño y la traducción gráfica, además de la magia y la filigrana de la edición para que sea lo más cercano a lo perfecto.
La foto de portada, la leyenda de la nota, el columnista, la investigación que sale a la luz... Cada detalle se discute, se piensa, se perfecciona. Y así, hasta que todas las páginas se van a pruebas y a impresión, donde se disputa otra copa.
Durante diez años, Semana Sostenible ha jugado 31 partidos de final en cada revista para que al lector le llegue lo mejor de un equipo que ama lo que hace.
Entre anécdotas, recuerdos y agradecimientos se irían cantidades de páginas. Mejor es decir, como Gabriel García Márquez, que, mientras la vida siga, uno sigue escribiendo. Y le agregaría que en impreso o en digital.
Sencillamente, porque la información de calidad sobre lo que pasa en materia ambiental y de sostenibilidad en el mundo es tan necesaria y urgente como las acciones que requiere un planeta que no tiene repuesto.
La realidad ambiental de Colombia muestra que somos los responsables de cambiar la manera de usar y explotar nuestros recursos en favor o en contra de nosotros mismos.
Por un momento, el encierro nos hizo algo más sensibles y esperanzados. Pero modificar lo que le hace daño a la vida en cualquiera de sus formas requiere que los humanos nos veamos más como habitantes de una casa compartida en la que todo lo que hagamos impactará a los demás.
Para llegar a ese entendimiento, se requiere de herramientas como los medios, que, así como la historia de una final de fútbol, se la jueguen por lo ambiental como el eje clave para visibilizar y movilizar acciones por esa casa común. Diez años dan la energía y el impulso para jugar ene finales más.
P. D. Gracias María López por comandar cada una de esas 31 finales. Buen viento y buena mar.