El valor de la experiencia
En algunos negocios, el producto del servicio se ha convertido en una mercancía general y se rige por la reglas de la fijación de precios: los que ofrecen los precios más bajos, ganan. Pero, en otros, como la publicidad, el precio no es tan sencillo.
Frente a los
grandes cambios en el sistema de remuneración dentro del mundo de la comunicación, orientados a la búsqueda de recompensar con justicia la experiencia para elaborar ideas y estrategias acertadas que permitan ahorrar tiempo y recursos, surge las grandes preguntas: ¿Qué valor tiene el talento y el pensamiento? ¿Cuánto es lo razonable cobrar por el conocimiento acumulado?
Para responder, considere esta anécdota: “Una mujer paseaba por las calles de París cuando vio que Picasso dibujaba un boceto. Sin que la emoción le impidiera ser poco presuntuosa, la mujer pidió a Picasso que le hiciera un retrato bosquejado y le cobrara. Picasso la complació. En solo unos minutos, ahí estaba: un Picasso original. ¿Cuánto le debo? Pregunto ella. 10.000 francos, respondió él. Pero solo tardó tres minutos, le recordó ella. No, aseguró Picasso, me tarde toda la vida”.
En algunos temas profesionales, los años de experiencia como el conocimiento tienen su precio bien ganado.
Saber el cómo y el dónde, con mayor precisión, puede hacer la diferencia en el hecho a realizar. Quien valora bien la experiencia, aprecia el aprendizaje. Pero para llegar a ello, lo fundamental y clave, es creer en uno mismo.