Fondos para innovar con cuentagotas
Contraloría advierte de lenta ejecución
Los recursos para ciencia e innovación nunca han sido suficientes y siempre han tenido dificultades para llegar con fluidez a las empresas y a los laboratorios.
Lo anterior se justifica en el desequilibrio entre la demanda de recursos y las capacidades instituciones.
El 1 de abril del 2014, se aprobó el Programa de Innovación y Capital Humano para la Competitividad (PIIN), financiado con un crédito de $35 millones otorgado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
La idea era apoyar proyectos de innovación de pequeñas y medianas empresas (pymes) y otorgar becas para la formación de recursos humanos avanzados. La ejecución quedó a cargo del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones (Micitt).
Dos años después, aún está disponible el 82% de los recursos, apenas se han aprobado proyectos y becas por $9 millones y, de ellos, solo se han pagado $2,4 millones.
Un informe de la Contraloría General de la República –basado en una auditoría concluida el 31 de diciembre y presentado a finales de abril pasado– es contundente: hay una lenta ejecución.
Aunque se reconoce que en los primeros meses del 2016 se aumentaron los recursos utilizados, la Contraloría sostiene que la cantidad “es limitada” y que requiere una atención prioritaria del Micitt.
El ministro de la cartera, Marcelo Jenkins, argumenta que más bien para el BID hay un avance “más que satisfactorio”, pues en 36 meses se alcanzó el 26% del monto (los $9 millones). Reconoce que hubo “un leve atraso” de setiembre a diciembre pasados, que se habría subsanado en los primeros meses del 2016.
Para el Micitt, la lentitud tiene que ver con la cantidad de solicitudes de pymes y de becas recibidas. “La razón fundamental del retraso radica en el éxito en la participación”, dijo Jenkins.
De hecho, el Micitt destacó que se recibieron 451 solicitudes en cuatro convocatorias, 341% más que la meta planteada.
Mal endémico
A finales de la década de los 80, se había aprobado un primer empréstito del BID para el Programa de Ciencia y Tecnología, el cual estuvo a cargo del Consejo Nacional de Rectores y el Consejo Nacional para Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicit).
La ejecución tampoco fue ágil. El rezago de los desembolsos tardó 10 años, seis más de los cuatro previstos, debido a la lenta ejecución y al desfase de las prórrogas para el cierre del programa.
Esa experiencia pesó –según el ministro– para que en la administración anterior, la Asamblea Legislativa decidiera que la unidad ejecutora fuera el Micitt.
La Contraloría apunta ahora a varias debilidades de gestión, que incluye la falta de lineamientos formales y de sistemas de información y de registro. Jenkins dijo que están atendiendo las recomendaciones del informe. k Vea recuadro “Punto por punto”.
Entre ellas, sin duda, pesa la falta de personal en la unidad ejecutora del Ministerio, en la que apenas hay un analista financiero, un asesor legal, un asistente y un coordinador. Ya se pidieron plazas adicionales a la Autoridad Presupuestaria, pero la creación de estos puestos está sujeta a las políticas públicas de contención del gasto que aplica el Gobierno.
En el proceso de aprobación se recibe el apoyo de la Promotora de Comercio Exterior, el Conicit, la Comisión de Incentivos y el BID, entidades que, junto al Ministerio, deben verificar requisitos y que se cumpla la normativa del Estado y el mismo Banco “en todas las etapas del proceso para garantizar la transparencia” que deben cumplir las asignaciones.
En algunos casos, se han presentando diferencias de criterios, sobre todo, en solicitudes de becas que el Conicit había rechazado porque –en su criterio– no se relacionaban con las áreas prioritarias definidas en el Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación.
Sin embargo, luego el Micitt habría comprobado que las becas eran para programas donde se “sobrepasaba” el porcentaje requerido de materias de ciencia, tecnología e innovación. De ahí que se acogiera la recomendación y se aprobara la beca.
Después viene el calvario para que se concrete el beneficio. Por ejemplo, en dos convocatorias se recibieron 77 proyectos de pymes y se aprobaron 65, siete veces más de lo previsto Ala fecha, apenas se han formalizado cinco contratos.
Los mismos desfaces se presentan al aprobar las becas. La meta original era llegar a 123 beneficiarios en el 2015. Como producto de dos convocatorias, se recibieron 374 solicitudes, se recomendó adjudicar 305 y apenas se ha formalizado menos de una tercera parte de los contratos.■■