Comercio minorista y el fraude
El comercio electrónico se prepara para atender la alta demanda de compras. Todo exige más atención y cuidado en esta época, pero debemos redoblar la atención: la protección contra el fraude. Mucho se habla de cómo el consumidor final se debe proteger, pero... ¿y el establecimiento?
Latinoamérica es escenario de una actividad de comercio en línea cada vez más sofisticada, pero aún necesita trabajar la eficiencia en la gestión del fraude.
Se trata de un juego de equilibrios. El propietario del establecimiento necesita encontrarlo, para minimizar pérdidas, aumentar ingresos y minimizar costos. Es un trabajo metódico repleto de decisiones difíciles.
Según las cifras de CyberSource, empresa de gestión de pagos afiliada a Visa, en su informe sobre fraudes en línea para América Latina 2016, los establecimientos comerciales reportan una tasa de contracargos de 1,4% y una tasa de rechazo de un 8%.
Sé que el escenario realmente nos plantea un gran desafío. Operamos en un ambiente de comercio digital en expansión y los consumidores desean hacer sus compras a cualquier hora, lugar y dispositivo. Y la sofisticación que encontramos en el comercio electrónico también acaba por reflejarse en las acciones de los defraudadores, que todos los días crean nuevas formas y métodos creativos para cometer fraudes.
Hablando de los dispositivos móviles, alerta: hemos percibido que, como promedio, el porcentaje de pérdida de ingresos debido al fraude ha sido mayor en el canal móvil.
La gestión del fraude es un juego de equilibrios complicado en nuestra economía digital, que cada vez es más compleja y competitiva. Sin embargo, es un desafío que es posible afrontar. Nuestro trabajo es la prueba tangible de que, utilizando las herramientas correctas, es posible reducir las pérdidas por fraude y los costos operativos, al mismo tiempo de mejorar la experiencia del consumidor final y aumentar la aceptación de pedidos genuinos de los clientes.