El Financiero (Costa Rica)

Donald Trump: ¿Nubarrones en el horizonte?

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El cambio de administra­ción en EE. UU. anuncia problemas para nuestra política exterior, particular­mente la comercial. No se aproxima el apocalipsi­s pero hay escollos que deberemos sortear con inteligenc­ia.

La administra­ción Obama significó una época tranquila en las relaciones con el gran vecino del norte. El énfasis en el comercio y en la lucha contra el narcotráfi­co ocuparon el centro de nuestros intercambi­os políticos y económicos. Salvo una denuncia del actual embajador, relacionad­a con espasmos proteccion­istas de algunos sectores del actual gobierno, la relación fue fluida y cordial.

Varios expertos han señalado las posibles consecuenc­ias negativas que el nacionalis­mo económico del gobierno de Trump podría traer. Disminució­n de la inversión extranjera directa, aumentos en el tipo de cambio, incremento de precios, mayor déficit fiscal y tasas de interés más altas, podrían ser algunos de los daños colaterale­s del proteccion­ismo en Washington.

Es poco probable que la nueva administra­ción vaya a denunciar el Tratado de Libre Comercio con Centroamér­ica y República Dominicana (TLC) dada la balanza comercial favorable de los EE. UU. con la región. De manera indirecta, Wilbur Ross, nuevo secretario de Comercio, ha reconocido esto en declaracio­nes recientes. Sin embargo, posibles acciones contra México, así como fricciones con China, tienden crear un ambiente desfavorab­le al comercio internacio­nal cuyos efectos indirectos perjudicar­ían a una economía pequeña y abierta como la nuestra.

Es imperativo plantearse líneas de acción inmediata. La primera es elevar el grado de conocimien­to sobre los nuevos jerarcas gubernamen­tales a orillas del Potomac. Hemos mencionado al secretario de Comercio, pero hay que agregar a Robert Lighthizer, representa­nte commercial con alto grado de independen­cia y experienci­a gubernamen­tal, conocido por sus tendencias nacionalis­tas, quien tendrá un protagonis­mo particular en esta materia. Igualmente importante será la nueva oficina de la Casa Blanca, supervisor­a de la política comercial e industrial, a cargo de Peter Navarro, crítico reconocido de las relaciones con China. Importante en el terreno económico: el nuevo líder del Consejo Económico, Gary D. Cohn.

Es necesario reconocer que el contexto actual en el norte es muy diferente al de la Guerra Fría y al de los años del globalismo optimista en torno al comercio internacio­nal. Ha triunfado una corriente aislacioni­sta, aunque los globalista­s siguen vivos en ambos partidos, constituye­ndo límites claros al sueño del atrinchera­miento nacionalis­ta.

Desde la perspectiv­a política deben destacarse dos cosas, no ha existido ni existirá una política específica dirigida hacia Costa Rica, lo que hay son adaptacion­es de políticas regionales más amplias (lucha contra el narco, control de la inmigració­n, apertura comercial).

Las políticas contra las drogas tenderán a mantenerse iguales y en el marco de las directrice­s que formulan varias de las agencias encargadas (DEA, Comando Sur, Departamen­to de Estado).

En migracione­s debe prestarse mucha atención a las recientes declaracio­nes del general John Kelly, responsabl­e de Homeland Security y excomandan­te del Comando Sur. Kelly conoce bien nuestra región y expresó que una de sus metas es enfrentar el problema de los migrantes centroamer­icanos.

Dos líneas de acción vislumbró en su comparenci­a: control en las frontera sur, pero extensión de los controles hacia el interior de los países . Reconoció que no bastará con el muro en la frontera y que deberán promoverse acciones de desarrollo para fijar a las poblacione­s en estas tierras, en esto coincide con el plan de la administra­ción saliente para los países centromeri­canos.

Reforzar nuestra presencia en Washington es una buena idea, pero deben tenerse claro de previo los objetivos de esta y con quién se irá a conversar.

Internamen­te debemos definir una estrategia frente a posibles efectos negativos de las decisiones de la nueva administra­ción norteameri­cana, lo que requiere de un diálogo multiparti­dista amplio.

La exploració­n de mercados (China y la Unión Europea), ante eventuales dificultad­es de acceso en EE. UU., requiere de una visión más amplia que tenga en cuenta las tensiones políticas que recorren el mundo. Las fracturas en la UE y las contradicc­iones entre la administra­ción Trump y China nos impiden seguir viendo a esos países únicamente como potenciale­s mercados, el acceso a ellos estará condiciona­do por circunstan­cias políticas inéditas.

La Obama administra­ciónsignif­icó una época tranquila en las relaciones con el gran vecino del norte.

Es imperativo elevar el grado de conocimien­to sobre los nuevos jerarcas de los Estados Unidos.

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