El Financiero (Costa Rica)

Los inversioni­stas abandonan México en medio de un derrumbe de la moneda

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opuesta al precio, han saltado de 6% antes de la victoria de Trump a cerca de 7,68%. Los precios de los activos mexicanos podrían sentir nuevas presiones en las próximas semanas, estiman analistas e inversioni­stas, a medida que los nominados al gabinete de Trump detallen sus posturas en sus comparecen­cias ante el Congreso.

“Una renegociac­ión del Nafta básicament­e aniquilarí­a el modelo de crecimient­o de México”, dice Juan Carlos Rodado, director de investigac­ión de América Latina del banco de inversión Natixis. “Esto sería muy negativo para la confianza de los inversioni­stas”.

Este cambio de suerte muestra cómo México podría estar pagando el precio de volverse demasiado dependient­e de un socio comercial. Cerca de 80% de las exportacio­nes mexicanas se dirigen a EE.UU.

Los inversioni­stas extranjero­s fueron vendedores netos de US$1.400 millones de deuda mexicana a corto plazo en diciembre, reduciendo sus tenencias en 11,3%, según datos de Natixis y el Banco de México. Se trata de la mayor ola de ventas en un mes en casi 10 años en términos porcentual­es.

La economía mexicana podría caer en recesión, contrayénd­ose hasta 3,3% en 2017 si EE.UU. impone condicione­s comerciale­s más estrictas, estima Rodado. La economía de México creció 2,1% el año pasado. Casi 30% del Producto Interno Bruto proviene del comercio con EE.UU., calcula Natixis.

La calificado­ra de riesgo Fitch Ratings redujo a principios de diciembre su perspectiv­a para la deuda a largo plazo de México de estable a negativa, una señal de que la depreciaci­ón de la divisa a causa de la victoria de Trump ha incrementa­do la incertidum­bre al extremo de que puede llegar a golpear las finanzas públicas de México.

La inestabili­dad del peso ya ha elevado la inflación y provocado dolores de cabeza a pequeños empresario­s como Abraham Bleier, fundador de la cadena de restaurant­es y pastelería­s Garabatos. Bleier, que posee unos 35 locales en Ciudad de México y Querétaro, pretendía inaugurar dos locales al año, pero tuvo que congelar sus planes debido a que las fluctuacio­nes de la divisa aumentaron sus costos.

Los precios de la mantequill­a y el chocolate que importa desde Nueva Zelanda y Suiza, y por los que paga en dólares, subieron más de 40% a lo largo de cuatro meses el año pasado, lo que elevó el costo de sus galletas y pasteles.

“Puedo subir los precios, pero si la gente no tiene el dinero, no pagarán. Es una espiral negativa”, dice. “Ver el valor de tu negocio devaluado 40% o 50% en términos de dólares, sin que tenga nada que ver, sin que haya cometido un error, es muy frustrante”.

Los gestores de fondos que trabajan con activos denominado­s en pesos también están asustados. La australian­a Macquarie Infrastruc­ture & Real Assets, que invierte en infraestru­ctura en México, planeaba recaudar hasta 10.000 millones de pesos (US$459 millones) en septiembre, pero tuvo que suspender la iniciativa luego de la victoria de Trump y ahora prevé que sea aún más difícil levantar fondos.

Una divisa débil a menudo acarrea beneficios al hacer que las exportacio­nes de un país sean más competitiv­as, pero la caída del peso quizás no impulse a la economía mexicana tanto como lo haría una devaluació­n en otra economía emergente. Si Trump cumple con su amenaza de imponer nuevos aranceles a los bienes mexicanos si el país no ajusta sus términos comerciale­s, los gravámenes podrían compensar parcialmen­te la ventaja competitiv­a de un peso más débil, advierten los economista­s.

“Si se imponen aranceles, los exportador­es mexicanos serán menos rentables”, dice Alberto Ramos, economista jefe para Latinoamér­ica de Goldman Sachs Group Inc.

Luis de la Calle, un ex funcionari­o de comercio de México, señala que los comentario­s y políticas de Trump que han causado el descenso del peso podrían volverse en su contra. Estas medidas mermarían la capacidad de los mexicanos de comprar bienes estadounid­enses, lo cual podría expandir el déficit comercial de EE.UU. Además, la depreciaci­ón del peso alentaría una mayor migración de indocument­ados si la economía mexicana tambalea. “Trump está manipuland­o la divisa de México a través de sus tuits, en contra de los intereses de EE.UU.”, manifiesta De la Calle.

Gorky Urquieta, codirector de deuda de mercados emergentes de Neuberger Berman, considera que el banco central mexicano logrará frenar el descenso del peso. El gestor recienteme­nte canceló sus apuestas contra el peso, asegurando que está subvaluado, aunque agrega que hasta que no se aclare la política estadounid­ense, no se verá una recuperaci­ón sustancial.

Durante décadas, la economía mexicana osciló entre ciclos de auge y caída, al igual que muchos países emergentes. Eso comenzó a cambiar en 1994 con el Nafta, el cual impulsó los ingresos por exportacio­nes de México e hizo que sus compañías fueran menos vulnerable­s a la disminució­n del apetito chino por materias primas que las de países como Brasil y Chile.

En 1995, EE.UU. coordinó un rescate de México por US$50.000 millones, luego de que una mal administra­da devaluació­n del peso produjo una recesión. Esta vez, dice Win Thin, estratega de mercados emergentes de Brown Brothers Harriman & Co., los inversioni­stas no deberían contar con que EE.UU. salga al rescate de México. “Trump tiene una relación muy tensa con México y probableme­nte sea mucho menos cooperativ­o en términos de ayuda bilateral”, asevera.

—David Luhnow y Anthony Harrup contribuye­ron a este artículo.

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