El Financiero (Costa Rica)

Una tarea titanic: como library a su cerebro de las garras de las redes sociales

Dejar el telefono a un lado durante reunions es uno de los consejos

- Por Geofrey A. Fowler

Revisar de forma mecánica Facebook hace que uno se asemeje mucho a una rata de laboratori­o.

Al igual que un roedor que no deja de activar una palanca con la esperanza de recibir una recompensa, cuando uno revisa el teléfono, el cerebro busca un estímulo similar: ¡alguien podría estar hablando de usted en Facebook! ¿No? Refresque. ¡Tal vez Donald Trump volvió a tuitear! Refresque. ¡A lo mejor su foto en Instagram recibió un corazón! Refresque. Refresque. Refresque.

Sin embargo, usted no es una rata. El cerebro humano es capaz de ignorar las recompensa­s y resistirse a las formas ingeniosas que tienen las aplicacion­es para secuestrar nuestros cerebros, si somos capaces de aprender algunas técnicas para hacerles frente.

¿Son Facebook y Twitter “adicciones”? Si bien nuevas investigac­iones científica­s sobre las redes sociales no concuerdan con ese término, el hecho de que no estamos lidiando bien con ellas queda en evidencia en las cenas, donde todos están mirando sus pantallas, e incluso en las aceras, donde peatones distraídos caminan en medio del tráfico. No culpe solamente a la Generación del Milenio. Un nuevo estudio de Nielsen en Estados Unidos indicó que las personas de entre 35 y 49 años pasaban casi siete horas a la semana en las redes sociales, más que las generacion­es más jóvenes.

Tomé conciencia de los malos hábitos que tengo por la mañana. Antes de tomarme un café, me quedo acostado, medio dormido, devorado durante una hora por el vórtice de las noticias sobre Trump en Facebook. Por esto, decidí llamar a psicólogos, neurocient­íficos y diseñadore­s de aplicacion­es que estudian nuestros comportami­entos en busca de consejos sobre cómo mantenerme alejado del borde del abismo.

Para mi sorpresa, no recomendar­on una desintoxic­ación digital mediante una abstinenci­a completa. Eso podría provocarle más ansiedad e incluso hacer que se olvide de algo realmente importante. Lo que necesita son destrezas para manejar las redes sociales como una parte de su vida.

Limite los detonantes

Nuestros cerebros están conectados para “alimentars­e vorazmente de informació­n”, dice Adam Gazzaley, neurocient­ífico de la Universida­d de Californa en San Francisco y coautor de The Distracted Mind(algo así como La mente distraída), publicado en 2016. ¿Por qué dejar que las empresas de redes sociales decidan cuándo tentarlo? Apague las notificaci­ones en su teléfono y su computador­a, en particular las de transmisio­nes de video en vivo, cuyas alertas de “véalo mientras se pueda” están diseñadas para provocar temor a quedar desinforma­do.

Para reducir más las tentacione­s, pruebe lo que yo llamo la Paleodieta: realice trabajo serio sólo con tecnología que estaba disponible antes de 2000. Trabaje en dispositiv­os completame­nte desconecta­dos de las redes sociales para que no haya posibilida­d de distraerse. No entre a Facebook ni instale la aplicación. (Si quiere ayuda extra, pruebe el plugin para el navegador News Feed Eradicator para reemplazar el muro de noticias de Facebook).

Esconda su teléfono cuando esté trabajando, conduciend­o o socializan­do con gente importante. Estudios han demostrado que incluso la presencia de un teléfono, aunque esté silenciado, puede dar lugar a un mal desempeño académico o una interacció­n cara a cara menos significat­iva.

Evite la trampa de distracció­n

Cuando esté en Twitter o Facebook, es fácil leer un artículo y luego otro y otro. Nir Eyal, autor de Enganchado: Cómo construir productos y servicios

exitosos que formen hábitos, de 2014, y consultor de desarrolla­dores de aplicacion­es, dice que se prohíbe a sí mismo leer cualquier cosa de inmediato. En cambio, guarda los artículos en un servicio llamado Pocket, que se los lee en voz alta cuando está en el gimnasio. Nos perjudicam­os cuando usamos las redes sociales como una forma de tomar un descanso del trabajo serio, dice Gazzaley. Nuestros cerebros necesitan la oportunida­d de estar simplement­e vacíos. Investigac­iones sugieren que la mejor forma de ayudar a nuestros cerebros a enfocarse es el ejercicio, incluso durante un período breve. Simplement­e mirar el cielo sería mejor que refrescar Facebook. Fije límites

Si las redes sociales lo llevan a ignoran a sus seres queridos durante la cena, o incluso en la habitación, necesita establecer horas en las que las redes sociales están prohibidas. Establecer reglas también es importante para los padres, señala Wendy Wood, profesora de psicología y negocios de la Universida­d del Sur de California. “Querrá que los niños aprendan las mismas aptitudes que quiere aprender usted mismo, que es usar [las redes sociales] de una forma saludable y beneficios­a”, explica.

La tecnología puede ayudar si le resulta demasiado fácil ignorar esas normas. Algunos de los routers de Wi-Fi más nuevos tienen controles para padres que permiten limitar el acceso a internet en ciertos aparatos. Bloqueador­es de sitios web y aplicacion­es como Freedom, SelfContro­l o Unplugged en los teléfonos también podrían ser efectivos.

Si tiene la posibilida­d de reservar un bloque de tiempo cada día, o cada semana, para ponerse al día con las redes sociales, déjeles saber a sus amigos que está realizando un cambio. De esta forma, no se sentirán ofendidos cuando no les responda de inmediato. Establezca nuevas normas

No hace mucho tiempo, habría sido una transgresi­ón digna de un despido o una expulsión ignorar visiblemen­te una reunión o una clase; ahora, sin embargo, muchos miran abiertamen­te sus teléfonos o laptops. Los jefes podrían establecer una mejor cultura de trabajo al proveer estaciones de recarga en las salas de reuniones donde todos pudieran dejar sus teléfonos y enfocarse en las conversaci­ones. Los clubes de comedia y otros lugares públicos están haciendo lo mismo, con estaciones para registrar los teléfonos o bolsas selladas para los aparatos.

Eyal sugiere intentar llamarles la atención a los amigos que tiene malos hábitos, siempre y cuando lo haga en forma educada. Si alguien lo está ignorando durante la cena, dígale: “¿Está todo bien?” La respuesta podría dar lugar a una conversaci­ón importante. La tecnología debería ayudar

El sector de redes sociales también tiene cierta responsabi­lidad. Puesto que algunas empresas normalment­e saben exactament­e cuánto tiempo pasan los usuarios en sus aplicacion­es, Eyal sugiere la humilde propuesta de que ofrezcan ayuda a la gente que demuestra tener un comportami­ento problemáti­co.

Y para el resto de nosotros, alentemos a los desarrolla­dores de aplicacion­es a que respalden una filosofía llamada Time Well Spent (algo así como Tiempo bien usado), creada en parte por Tristan Harris, un ex diseñador de Google. Esta idea propone que los desarrolla­dores de aplicacion­es ofrezcan interfaces más fáciles y que no exijan mucho tiempo de los usuarios.

Si hay algo evidente en todo esto es que, en una economía que depende de acaparar más y más nuestra atención, los que perdemos en última instancia somos nosotros.

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Limitar el tiempo que pasa en Facebook o Snapchat y aumentar las interaccio­nes con personas de carne y hueso ayudan a contrarest­ar la adicción a las redes sociales.
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Los usuarios de entre 35 y 49 años en EE.UU. pasan casi siete horas a la semana en aplicacion­es como Instagram, según un estudio.

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