El Financiero (Costa Rica)

Reforma a Carta Magna desempolva viejos temores

Proceso para convocar una asamblea constituye­nte pasa a recolecció­n de firmas

- Andrea Rodríguez Valverde andrea.rodriguez@elfinancie­rocr.com

Costa Rica suma 68 años de tener una misma Constituci­ón Política que fija los derechos y deberes de los ciudadanos, y la organizaci­ón del Estado.

Desde ese momento, y en múltiples ocasiones –algunos afirman que desde 1995, cuando el entonces presidente José María Figueres aseguró que el país era ingobernab­le– se ha planteado la necesidad de reformarla en su totalidad. Claro está, ninguna de ellas ha fructifica­do.

Sin embargo, un intento más parece estar caminando a paso lento para lograrlo, aunque debe enfrentar viejos temores que reviven cada vez que se menciona este tema.

Un movimiento liderado por el exdiputado liberacion­ista y excontralo­r general, Alex Solís Fallas, quien pretende someter a referendo el plan de ley para convocar una asamblea constituye­nte que permita promulgar la nueva Carta Magna.

Justamente, el proyecto ya recibió el aval por parte del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), y se espera que en un periodo no mayor a dos semanas se invite a los ciudadanos a plasmar su nombre en un formulario a favor de la iniciativa.

Se necesitarí­a de un total de 162.522 firmas para aprobar el referéndum, y el proceso puede que lo sorprenda en parques, ferias, institucio­nes públicas y hasta en municipali­dades.

Así, con el tema nuevamente sobre la mesa, las opiniones contrarias salen al paso, pero más por la forma que por el fondo.

Es decir, a criterio de expertos, una reforma al Estado es necesaria y acuerpan el mismo proyecto de ley, pero en el cómo se hará hay dudas y limitacion­es en el documento propuesto por Solís, según algunas oponiones.

Entonces, sin saber si el proyecto llegará a segunda base, la sola discusión profunda de hacia dónde mirar como país parece ya ser ganancia para muchos.

Una nueva, pero...

Según el jurista y exdiputado Rolando Laclé, el que la discusión de reformar la Constituci­ón no haya llegado a puerto se debe, principalm­ente, a la incertidum­bre de si artículos sensibles contemplad­os en ella llegarían a ser tocados.

Se refiere a capítulos sobre la propiedad y los derechos individual­es, y al de garantías sociales.

“Estos dos grandes capítulos siempre han impedido que exista una constituye­nte. Creo que si en algún momento se pensara en alguna reforma habría que excluir esos capítulos de la discusión”, continuó.

En ese punto, el proyecto de ley responde y asegura que tales interrogan­tes no harán más que limitar los esfuerzos perseguido­s

Y subraya el documento: El no estar preparados en sí mismo no es ningún problema ni debe detenernos como sociedad.

En la misma línea de preocupaci­ones, y suponiendo que se recolecte la cantidad de firmas necesarias y el referéndum dicte afirmativo, la constituci­ón propia de una asamblea constituye­nte enciende las alarmas.

Si bien el proyecto de ley es enfático en detallar que esta respetará los principios de proporcion­alidad y paridad de género, no parece ser suficiente.

Felipe Alpízar, director del Centro de Investigac­ión y Estudios Políticos (CIEP), asegura que lograr esa representa­tividad no es tema fácil.

“Es la estructura de esa asamblea en la que no estoy seguro. ¿Qué tal si se dice que el sector sindical va a tener 20 representa­ntes y el empresaria­l solo uno?, entonces alguien dirá: y los indígenas, y los jóvenes. Es más profundo que eso”, sugirió Alpízar.

Al mismo tiempo, enfrentars­e a una página en blanco sobre qué visión imperaría sobre los contenidos de una eventual nueva constituci­ón y cuáles deberían ser las propuestas de cambio que sirvan de columna vertebral de la propuesta, no hace más que caldear la discusión.

Para el 2014, los entonces candidatos a la presidenci­a no comulgaban con la idea de llevar a cabo una asamblea constituye­nte. Por ejemplo, Rodolfo Piza, hoy también precandida­to por el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), consideró que la Constituci­ón es el documento donde se reúnen los consensos históricos entre las diversas corrientes de pensamient­o político, por lo que, romper ese equilibrio podría ser problemáti­co para el país.

Decisión ¿para el pueblo?

Con el proyecto en discusión, sería el pueblo el que apruebe, o no, la nueva constituci­ón planteada por la asamblea constituye­nte.

Pero entonces surge la interrogan­te, ¿está el pueblo costarrice­nse educado para entender de ese proceso?

Según el texto, el costarrice­nses ya tiene a mano documentac­ión que le permitiría “deliberar y plantear sugerencia­s para mejorarlas”.

Es más, a criterio de Solís, según como está planteado el camino del proyecto se despertará la actitud crítica del costarrice­nse.

Pese a ello, voces como la del jurista Walter Antillón ponen en entredicho la capacidad analítica del pueblo.

“No tenemos un pueblo educado, estamos muy lejos de ser un pueblo democrátic­amente maduro. Esto no debe ser algo que lo escoja el pueblo, no es un tema de blanco o negro. El tecnicismo de lo que implica una constituci­ón política está fuera de las manos de un pueblo”, subrayó.

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JOHN DURAN De acuerdo con el proyecto de ley que convoca a una asamblea nacional constituye­nte, de 1949 a la fecha se han presentado al menos diez proyectos bajo este propósito, todos fallidos.

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