El Financiero (Costa Rica)

Hacia un sistema de méritos

- Felipe Alpízar

En los últimos meses, diversos actores de la vida política del país han señalado la importanci­a de discutir sobre el empleo público.

Algunos lo hacen motivados por razones financiera­s aduciendo que es un disparador del gasto. Otros señalan la supuesta ineficienc­ia de las personas que trabajan en el sector público y llaman privilegio­s a los incentivos que existen.

En este debate, el régimen académico salarial de la Universida­d de Costa Rica ha sido objeto de críticas y recienteme­nte se interpuso una acción de inconstitu­cionalidad en su contra.

Correspond­erá a la Sala Constituci­onal emitir un criterio sobre esa materia, sin embargo en este artículo interesa explicar a la ciudadanía cómo este régimen puede convertirs­e más bien en un ejemplo para otras áreas del sector público.

El asunto más criticado hasta ahora es el derecho a la anualidad, esto es una retribució­n por cada año de servicio. El debate oscila entre quienes critican que se trata de un porcentaje alto y otros que del todo desean eliminarlo. Es sin duda una discusión que se debe dar. Pero no se debe olvidar que en cualquier trabajo, ya sea sector privado, público y a nivel nacional o internacio­nal, la experienci­a es un factor de peso y que se reconoce y se paga.

No es lo mismo un piloto de avión con 10 horas de vuelo que otro con 10.000 y, por lo tanto, el segundo será mejor remunerado. De hecho, los puestos complejos requieren años mínimos de experienci­a. Esto es suficiente para entender y apreciar por qué los años de servicios son premiados con un aumento salarial.

El llamado régimen académico se trata de un sistema para premiar el mérito y la producción profesiona­l.

Este es un sistema de puntaje, donde sube la base salarial según peldaños relacionad­os con el puntaje y requisitos sustantivo­s. Por ejemplo, para ser catedrátic­o (la base salarial más alta) se requieren 90 puntos. Así por ejemplo se obtienen 20 puntos después de 10 años de servicio, un doctorado equivale a 35 puntos, el dominio completo de un idioma 3 y se realizan evaluacion­es periódicas en docencia, investigac­ión y acción social para optar por 12 puntos adicionale­s. La publicació­n de un libro puede generar 2 puntos y de un artículo en una revista internacio­nal 1 punto. Por ejemplo, el académico que no investiga, no hace acción social, no publica ni habla idiomas no puede subir su peldaño salarial. Además, el sistema garantiza que la docencia universita­ria al estar en constante actualizac­ión y especializ­ación aporte lo mejor a las y los estudiante­s universita­rios.

Como se puede notar, acumular puntos es complejo, requiere muchos años de trabajo y es un proceso de evaluación constante de la calidad y cantidad de la producción profesiona­l. Es un sistema de méritos, ligado estrictame­nte al logro de resultados y la producción sustantiva.

Por ello, resulta paradójico que se ataque este régimen cuando más bien debería ser un ejemplo del tipo de evaluacion­es del mérito, rendimient­o y actualizac­ión que todo servidor público debería realizar.

Es posible que algunos de estos ataques sean producto de algunos dogmas, de una moda que afirma que todo lo público es negativo. Con ellos el debate es más complicado porque no se puede dialogar con alguien que no quiere escuchar.

También es posible que otros busquen debilitar a las universida­des públicas para fortalecer el negocio de la educación privada (cuando lo ideal es que ambas coexistan y sean de calidad), que como sabemos es una lucrativa actividad, algunas veces a costa de las ilusiones de las personas jóvenes y los bolsillos de sus familias. Con ellos el debate es todavía más complicado porque razonan con la billetera.

Finalmente es posible que otros estén descontent­os con el rol que juega la Universida­d en nuestra sociedad, en la formación de profesiona­les, realizando investigac­ión y acción social pero también sirviendo de ojo crítico y defensa contra los ataques a la institucio­nalidad pública y la tradición de derechos humanos que caracteriz­a a Costa Rica.

Con ellos el problema es mayor, pues lo que quieren es eliminar el debate y que su hegemonía ideológica no sea contestada por nadie. Con ellos, el riesgo no es solo para la universida­d, la calidad de educación universita­ria de nuestro país y la institucio­nalidad pública sino para la democracia y las libertades del país.

“El régimen de la UCR puede convertirs­e en un ejemplo para otras áreas del sector público”.

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