Un desempeño pobre
Ha sido agradable ver la publicación del Informe Anual de Seguimiento y Cumplimento de Metas 2016, publicado por Mideplán, que constituye un valioso insumo para analizar, evaluar y tomar decisiones respecto de la gestión del Gobierno en el año que terminó.
De siete metas nacionales, el Gobierno dice haber cumplido cuatro, en dos de ellas: hogares en pobreza atendidos y reducción del desempleo abierto, sobrepasó la meta, lo que muestra el sesgo social de esta administración. En otras dos, crecimiento económico y percepción de corrupción el equipo de Luis Guillermo Solís se queda corto con un 86% y 91%, pero las declara cumplidas, lo que nos hace pensar que un 85% basta para dar una meta por cumplida. En otras dos metas: creación de empleo y mejora del coeficiente Gini declara las metas parcialmente cumplidas pese a que se alcanzó un 66% y 74% de las metas propuestas y solo en el índice de efectividad del Gobierno, que se quedó en 49% de la meta, declara esta incumplida.
En términos de metas sectoriales el cumplimiento global es de 76%, con cumplimiento parcial del 2% e incumplimiento –o rezago crítico, como se le llama en el reporte– del 22%. Por sus propios parámetros, el conjunto de sectores del Gobierno se ha quedado corto. Hay que resaltar que Desarrollo Humano e Inclusión Social, Educación, Hacienda Pública, Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones, Política Internacional y Turismo declaran un cumplimiento del 100% de sus metas sectoriales; mientras que Trabajo y Seguridad Social (60%), Ambiente y Energía (75%), Transporte e Infraestructura (50%), Seguridad Ciudadana y Justicia (50%), y Vivienda (67%) se ubican por debajo del nivel mínimo aceptable de 85%.
Cuando se baja al nivel de proyectos, el cumplimiento integral del Gobierno es de 75%; con 7% de cumplimiento parcial y 18% en rezago crítico. En este campo hay que resaltar en lo positivo a Comercio Exterior, Política Exterior, y Cultura y Juventud con 100% de cumplimiento, y a Desarrollo Humano e Inclusión Social y Educación con desempeños de 87,5% y 95%, respectivamente. En lo negativo la situación crítica se encuentra en Infraestructura y Transporte con un 31,25% de cumplimiento y mal en Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones; Vivienda y Desarrollo Agropecuario con resultados entre 64 y 73%.
Un último corte nos hace ver que en la Región Central se cumple solo un 44,4% de las metas de proyectos y de ejecución de programas; en la Región Huetar Norte, solo el 16,7% y en el Pacífico Central, el 25%. El cumplimiento general en la siete regiones alcanza apenas 45,9% en términos programáticos y de proyectos.
Un desempeño muy mediocre del Gobierno. En cualquier organización moderna, un cumplimiento de menos de 90% es motivo de cuestionamientos, sanciones y hasta despidos; ojalá renuncias por cuestión de dignidad.
El Gobierno explica muchos incumplimientos con razones de complejidad, dependencia de procesos de terceros –Congreso, Sala IV o la Contraloría– y hasta por resistencia al cambio de grupos de interés organizados. Así, cabe preguntarse: ¿Quién pone estas metas conociendo el entorno? ¿La administración peca de optimista o ilusa?
Por otro lado, cuesta creer que algunos sectores hayan cumplido el 100% de sus metas sectoriales. Es creíble en Turismo y en Desarrollo Humano e Inclusión Social; pero ¿de verdad habrá cumplido el Ministerio de Hacienda el 100% de sus metas sectoriales? Y, si así fue, ¿quién aprobó semejantes metas cuando queda claro que la situación de Hacienda no está ni cerca de resolverse, pese a los esfuerzos que se han hecho y a pequeños logros puntuales?
El desempeño en las regiones a nivel de ejecución de programas es alarmante. Si no se cumplieron las metas regionales ni las de proyectos, ¿qué hizo el Gobierno para alcanzar sus metas sectoriales y nacionales?
Si en la meta de índice de efectividad de la administración Solís se alcanzó un 49% y no se ejecutó un 25% de sus proyectos, ni el 55% de sus programas, ¿será que este reporte, leído con ojo crítico, indica que el país alcanza sus metas nacionales pese al pobre desempeño del Gobierno?
¿De verdad habrá cumplido el Ministerio de Hacienda el 100% de sus metas sectoriales? Y, si así fue, ¿quién aprobó semejantes metas cuando queda claro que la situación de Hacienda no está ni cerca de resolverse, pese a los esfuerzos que se han hecho y a pequeños logros puntuales?