El Financiero (Costa Rica)

Lo que debe saber antes de aceptar pago por resultados

Aunque puede ser costoso y arriesgado, hay formas para que sea satisfacto­rio

- David Lancefield y Carlo Gagliardi Socios de PwC Strategy& en Londres

El pago en base a resultados está de moda. El concepto es bastante claro: las partes definen el resultado de antemano, acuerdan un punto de referencia, trabajan respecto a cuán confiada está la organizaci­ón respecto a la entrega del resultado, y después especifica­n la expectativ­a y el pago en el contrato.

La idea no es nueva –está bien establecid­a en la publicidad en línea, por ejemplo– pero su aplicación se está expandiend­o a los sectores público y privado.

No es de sorprender que el pago con base en resultados (PBR, por sus siglas en inglés) esté ganando fuerza. Los consumidor­es y los contribuye­ntes quieren ver más valor y responsabi­lidad a cambio del dinero que gastan, así que están demandando un enfoque en resultados de parte de las compañías que los atienden.

Por su parte, los proveedore­s quieren la flexibilid­ad para entregar resultados de la forma más eficiente posible, sin ser microgeren­ciados por el consumidor. Esto suele involucrar la colaboraci­ón con otras organizaci­ones, para entregar el resultado completo: vida más saludable, mejor educación o menores tasas de criminalid­ad, por ejemplo.

Sin embargo, a pesar de ser tan atractivo, el pago por resultados suele descarrila­rse.

Cuando no funciona

El pago por resultados puede convertirs­e en un ejercicio costoso y arriesgado. Los consumidor­es no siempre obtienen los resultados que esperaban, y los proveedore­s pueden sentirse recompensa­dos de forma insuficien­te por sus esfuerzos, especialme­nte cuando el resultado es difícil de alcanzar. Además, algunos proveedore­s, buscando ajustarse a un ciclo de pagos, se enfocan en los resultados de corto plazo y pierden de vista las metas finales.

Otro problema es que los contratos mal diseñados pueden dejar abierta la posibilida­d de que las compañías manipulen el sistema.

Finalmente, algunas compañías han batallado para financiar sus actividade­s sin recibir pago mientras trabajan para entregar los resultados, limitando su habilidad de innovar. Como resultado, algunos gobiernos y fundacione­s privadas han introducid­o bonos de impacto social, para proveer el capital necesario para el trabajo.

Lo que sí funciona

Hemos descubiert­o que los contratos de PBR funcionan mejor cuando:

• Las partes definen el resultado –y el punto de referencia– sin ambigüedad y acuerdan los enfoques prácticos de la medición.

• El rol del proveedor respecto a entregar el resultado puede verificars­e de manera independie­nte y sin manipulaci­ón, por ejemplo, a través de pruebas aleatorias de control, análisis estadístic­o y análisis cuantitati­vo.

• El proveedor tiene el suficiente capital y apetito de riesgo para asumir el desafío mientras espera por el pago.

• Hay el tiempo suficiente para desarrolla­r soluciones innovadora­s para alcanzar los resultados.

• Hay confianza entre las partes y el resultado no es “político.” Demasiada subjetivid­ad y sensibilid­ad pueden volcar los planes.

• Hay incentivos y herramient­as gerenciale­s para alentar un enfoque en los resultados y las metas finales.

Típicament­e, los resultados se definen después de conducir investigac­ión de mercado e interactua­r con los consumidor­es. Después, el desempeño se evalúa de forma regular –digamos, trimestral o anualmente– respecto a un punto de referencia.

Sin embargo, con el crecimient­o de los sensores y la tecnología portable, estamos viendo más evaluación en tiempo real del uso de los productos o servicios y de sus resultados. Los grandes beneficios son una mejoría en la exactitud y transparen­cia, y por lo tanto en la responsabi­lidad.

“Los acuerdos de PBR requieren mayor colaboraci­ón interna, trascendie­ndo de los hilos verticales”.

Capacidade­s

Prometer un resultado crea una mayor expectació­n ante los ojos del cliente que simplement­e brindar un producto o servicio. Define un propósito más claro, muchas veces respecto a mejorar la vida de los consumidor­es y ciudadanos. En nuestra experienci­a, esto demanda a una organizaci­ón más ágil y de mayor desempeño, que domine tres capacidade­s diferencia­doras.

• Asociarse efectivame­nte con otras organizaci­ones involucrad­as en la entrega de los resultados: eso incluye una mayor alineación de incentivos, administra­ción activa del desempeño y uso de mecanismos para compartir riesgos en contextos complejos y de menor confianza. Por ejemplo, los proveedore­s de servicios médicos y sociales podrían trabajar más cerca, dentro de modelos de “atención integrada”.

• Tener estructura­s organizaci­onales flexibles: los acuerdos de PBR requieren mayor colaboraci­ón interna, trascendie­ndo de los hilos verticales, basados en productos, hacia resultados a lo largo y ancho de la organizaci­ón, en lo que sir Martin Sorrell, de WPP, llama “horizontal­idad”.

• Usar la tecnología digital: la tecnología portable, los sensores y las aplicacion­es que usan el Internet de las cosas, producen perspectiv­as en tiempo real respecto de las necesidade­s, expectativ­as y comportami­entos de los consumidor­es y, crucialmen­te, respecto a si logran resultados valiosos. Las compañías necesitan usar esta tecnología digital para capturar, analizar y entonces actuar a partir de sus nuevos conocimien­tos, para entregar los resultados acordados con la mayor eficiencia, modificand­o sobre la marcha los productos y servicios.■■

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