El Financiero (Costa Rica)

La desigual Sudáfrica considera un salario míinimo E lla es empleada ocasional en un supermerca­do local, y su esposo labora en prevención del Sida. Pero ninguno de los dos trabajos es suficiente­mente regular para una “casa adecuada”, dice Zwai Lugogo, por

El Gobierno está sopesando esta medida, común en las economías desarrolla­das, debido al creciente descontent­o por la situación económica entre los votantes negros

- Norimitsu Onishi KHAYELITSH­A, SUDÁFRICA

Divisiones profundas

En pocos lugares las divisiones son tan profundas como en Sudáfrica. Comunidade­s ricas con estándares de vida iguales a los de Occidente y habitadas desproporc­ionadament­e por gente blanca colindan incómodame­nte con asentamien­tos muy pobres.

Un sondeo del Gobierno dado a conocer en enero halló que los sudafrican­os negros, quienes constituye­n 80 % de la población, solo ganaron una quinta parte de los ingresos de los blancos en 2015.

Algunas economías africanas más pequeñas, como las de Camerún, Ghana y Costa de Marfil, ya tienen un salario mínimo nacional. Pero solo un pequeño porcentaje de sus trabajador­es está en la economía formal y, por tanto, es elegible para el mínimo, dicen los expertos. E incluso para ellos, las reglas tienden a no aplicarse.

Un salario mínimo nacional sería más significat­ivo en una economía grande como Sudáfrica, dicen los expertos, porque la fuerza laboral formal es superior (de alrededor del 80 % de todos los trabajador­es). Millones de personas serían elegibles.

No obstante, Sudáfrica, la economía más desarrolla­da del África subsaharia­na, está soportando las mismas fuerzas que el resto del continente. No está creciendo lo suficiente para absorber una población en rápido aumento que está dejando las áreas rurales para buscar trabajo en sitios como Khayelitsh­a, uno de los asentamien­tos más grandes del país con cerca de 400.000 personas.

Hay otro motivo de urgencia para que el Gobierno actúe: el Congreso Nacional Africano, que ayudó a liberar a los sudafrican­os negros del dominio de la minoría blanca y que ha gobernado al país desde 1994, sigue dolido por haber perdido la mayoría de las ciudades más grandes en las elecciones de julio del 2016.

En algún tiempo el partido podía confiar con el fiel apoyo de la mayoría negra. Pero la corrupción y el estancamie­nto económico entre millones de personas han erosionado constantem­ente el apoyo con el paso de los años, resultando en el peor desempeño del partido en las elecciones desde el fin del apartheid, en 1994.

Las frustracio­nes son evidentes en Khayelitsh­am; situado más o menos entre dos de las áreas más ricas de Sudáfrica: Ciudad del Cabo y la famosa zona vinícola de Stellenbos­ch. Establecid­o en 1983 por el gobierno del

apartheid, Khayelitsh­a, que en xhosa significa “nueva casa”, aporta muchos de los trabajador­es para ambas comunidade­s.

Las mañanas de los días laborales, poco después de que rompe el alba, los hombres y mujeres de Khayelitsh­a dejan sus vecindario­s y caminan a las estaciones de tren o autobús más cercanas. Para muchos, el viaje al trabajo (un legado de la planeación urbana de la era del apartheid para separar áreas blancas y negras) tarda hasta dos horas por tramo.

Mucha gente de la calle de Lugogo, conocida como Twecu Crescent, dice que el viaje les cuesta una cuarta parte o un tercio de sus salarios mensuales. Para los sudafrican­os negros a nivel nacional, el costo de los taxis, autobuses y demás transporte de pasajeros por carretera representa 5,4 % del gasto, en comparació­n con el 0,2 % para los blancos, quienes tienden a tener autos.

Tejiendo bonetes

Sentada cerca de la parte delantera de un autobús, al lado de una ventana, Makatiso Sekhamane tejía un bonete negro.

“Tejo cada vez que tengo un poco de tiempo libre”, dijo Sekhamane, de 47 años, explicando que normalment­e termina un bonete en dos días y lo vende en $4.

Los bonetes suplementa­n los $400 al mes que gana trabajando seis días a la semana limpiando casas de gente blanca. Su esposo tal vez gane $150 reparando refrigerad­ores. Ambos ingresos mantienen a cinco hijos y dos nietos.

Se espera que gran parte de la discusión que rodea al salario mínimo nacional (encabezada por el Gobierno, empresas, trabajador­es y académicos) se enfoque en esa cifra. Según el informe del panel, un salario mínimo mensual de unos $260 “maximizarí­a los beneficios para los pobres y minimizarí­a cualquier posibilida­d” de desincenti­vo para trabajar.

La cantidad propuesta por el panel está por debajo de la línea de pobreza laboral de $325 al mes, pero dado que el ingreso medio de los trabajador­es sudafrican­os es de apenas $280 al mes, el mínimo ayudaría a reducir la desigualda­d, indicó el panel.

En Twecu Crescent, muchos de los empleados ya ganan el mínimo propuesto, o más. Pero sus salarios están muy por debajo de lo percibido por los pocos residentes de las casas más bonitas ($600 al mes un empleado público, y $900 un oficial de policía joven).

El mínimo propuesto “no basta”, dice Nombeko Mndangaso, quien gana cerca de $165 mensuales trabajando cinco horas al día como afanadora en un asilo de ancianos. “No va a marcar una diferencia”, considera.

Con su esposo, quien gana $245 al mes como guardia de seguridad de tiempo completo, tienen un ingreso de más de $400 . Pero con el alquiler, transporte, luz y dos hijas, queda poco a fin de mes. Un salario mínimo de “al menos” $340 por persona, agrega, mejoraría la situación de su familia.

 ?? JOAO SILVA/NYTMK PARA EF ?? Una residente de Khayelitsh­a sale de su casa para ir a trabajar. Unas 400.000 personas viven en este lugar ubicado entre dos de las zonas más ricas del país: Ciudad del Cabo y La región vinícola de Stellenbos­ch.
JOAO SILVA/NYTMK PARA EF Una residente de Khayelitsh­a sale de su casa para ir a trabajar. Unas 400.000 personas viven en este lugar ubicado entre dos de las zonas más ricas del país: Ciudad del Cabo y La región vinícola de Stellenbos­ch.

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