El Financiero (Costa Rica)

Los capitales siguen llegando a América Latina

- José Antonio

Bogotá. América Latina –y Sudamérica en particular– han estado en crisis por varios años. Sin embargo, los capitales extranjero­s, tanto de inversión directa como financiero­s, continúan llegando a la región. Este es un hecho sin precedente­s.

En el pasado, las interrupci­ones bruscas del financiami­ento externo han sido una caracterís­tica esencial de las crisis latinoamer­icanas, como de las del resto del mundo en desarrollo.

La crisis de la deuda de la década de 1980 interrumpi­ó dichos flujos por ocho años. La crisis asiática, que se desató a mediados de 1997 y se difundió posteriorm­ente a las economías emergentes, generó una sequía de financiami­ento que duró seis años. La interrupci­ón asociada a la Gran Depresión de los 30 del siglo pasado duró varias décadas.

Esta dinámica parece estar cambiando.

Nuevo comportami­ento

Después del colapso del banco de inversión estadounid­ense Lehman Brothers en 2008, los flujos se interrumpi­eron apenas por un año. De hecho, pese a la magnitud del choque inicial, los flujos y los márgenes de riesgos se normalizar­on a fines de 2009, y entonces se inició un auge de emisión de bonos latinoamer­icanos, que triplicó los niveles que habían sido caracterís­ticos antes de 2008.

Los choques que han tenido lugar desde entonces han tenido también un impacto reducido.

En 2013, la Reserva Federal comenzó a desmontar su programa de compra de bonos, y los precios de productos básicos colapsaron a mediados de 2014.

A fines de 2015 y comienzos de 2016 los mercados financiero­s del mundo se vieron perturbado­s por eventos que se originaron en China.

Más recienteme­nte, Donald Trump fue elegido presidente de los Estados Unidos y la Reserva Federal llevó a cabo sus dos primeras alzas de la tasa de interés.

Sin embargo, el periodo más largo de interrupci­ón del financiami­ento externo, que tuvo lugar en el segundo semestre de 2015, duró apenas seis meses. La caída de precios de productos básicos de 2014 apenas generó un aumento de los márgenes de riesgo latinoamer­icanos de 1,5 puntos porcentual­es, una tercera parte del impacto que tuvo el colapso de Lehman Brothers.

Aún más notorio, las alzas recientes de las tasas de interés de la Reserva Federal no han tenido un impacto perceptibl­e sobre los márgenes de riesgo o los flujos financiero­s, aunque el aumento de las tasas de interés de los bonos del Tesoro se ha trasmitido a América Latina.

La elección de Trump generó un aumento de los márgenes de riesgo de menos de un punto porcentual, pero ese efecto había desapareci­do ya a fines del año.

Acceso a fondos

Al mismo tiempo, todos los países latinoamer­icanos, con la excepción de Venezuela, han mantenido su acceso al financiami­ento externo.

Brasil lo tuvo aun en el peor momento de la crisis política del año pasado. En abril de 2016, Argentina hizo la emisión de bonos más grande de la historia latinoamer­icana, después del arreglo con los acreedores que no habían participad­o en las reestructu­raciones de su deuda. Ecuador ha hecho varias emisiones de bonos. Y las emisiones de bonos latinoamer­icanos durante el primer trimestre de 2017 superaron en un 53% los niveles del mismo período en 2016, y se hicieron a costos más bajos.

México, que ha sido el objetivo más fuerte de la retórica proteccion­ista de Trump, no ha tenido un impacto significat­ivo sobre su financiami­ento externo. Su victoria electoral generó una depreciaci­ón del peso mexicano, pero la tasa de cambio se normalizó muy pronto y se encuentra ya en los niveles que prevalecie­ron antes de la elección.

¿Significa esto que las interrupci­ones súbitas y las reversione­s del financiami­ento externo durante las crisis se han terminado? No exactament­e. El éxito reciente de América Latina de evitar dichas interrupci­ones se debe a dos factores principale­s.

El primero es regional: los países latinoamer­icanos experiment­aron una fuerte reducción de sus niveles de endeudamie­nto externo entre 2003 y 2008. Con el auge de precios de productos básicos y la acumulació­n masiva de reservas internacio­nales, la deuda externa, neta de reservas, disminuyó de más del 30% del PIB a menos del 6%.

El segundo factor es global. Las tasas de interés de los países desarrolla­dos se han mantenido en niveles muy bajos desde la crisis financiera de 2008, lo cual ha tornado dichos mercados menos atractivos para los inversioni­stas, los cuales han buscado mayores rendimient­os en las economías emergentes.

La capacidad de América Latina de continuar evitando las interrupci­ones del financiami­ento frente a nuevos choques depende de que estas condicione­s se mantengan.

Los coeficient­es de endeudamie­nto externo de la región están aumentando de nuevo, pero se mantienen todavía muy por debajo de los niveles de comienzos del siglo actual.

Las políticas de ajuste han ayudado a ello, sin duda a costa de desacelera­ciones económicas fuertes y algunas recesiones. Y aunque las tasas de interés de los países desarrolla­dos continuará­n aumentando hasta que se normalicen, este proceso se está dando en forma muy lenta, aún en los Estados Unidos.

La capacidad de América Latina de evitar las interrupci­ones súbitas del financiami­ento externo es una buena noticia, y puede durar. Esto le da a la región un espacio para evitar adoptar políticas macroeconó­micas restrictiv­as y le permite participar en la recuperaci­ón global que se encuentra en curso.

“Los coeficient­es de endeudamie­nto externo de la región están aumentando de nuevo, pero se mantienen todavía muy por debajo de los niveles de comienzos del siglo actual”.

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