El Financiero (Costa Rica)

Los riesgos negativos de la recuperaci­ón global

- Nouriel Roubini

Nueva York. Durante los dos últimos años, la economía global ha venido creciendo, pero ha oscilado entre periodos de rápida expansión y desacelera­ción. En este periodo, dos episodios en particular hicieron que los precios de las acciones de Estados Unidos y globales cayeran un 10%. ¿Está surgiendo un patrón o una recuperaci­ón global intermiten­te va camino a estabiliza­rse?

El primer episodio se produjo en agosto-setiembre de 2015, cuando muchos observador­es temían que la economía de China pudiera encaminars­e a un aterrizaje forzoso. El segundo episodio, en enero-febrero de 2016, también se originó en temores sobre China. Pero los inversores estaban cada vez más preocupado­s por el estancamie­nto del crecimient­o de Estados Unidos, el colapso de los precios del petróleo y las materias primas, las rápidas alzas de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos y las políticas monetarias de tasas negativas poco convencion­ales en Europa y Japón.

Cada episodio de desacelera­ción duró unos dos meses, tras lo cual la corrección de los precios de las acciones comenzó a revertirse. Los temores de los inversores no se concretaro­n y los bancos centrales comenzaron a flexibiliz­ar sus políticas monetarias; o, en el caso de la Fed, suspendier­on los incremento­s de tasas.

Como un tercer ejemplo, podríamos mencionar el periodo posterior al referéndum por el Brexit del Reino Unido en junio de 2016. Pero ese episodio duró menos y no causó una desacelera­ción global, debido al tamaño pequeño de la economía y la flexibiliz­ación monetaria del Reino Unido en ese momento.

En verdad, en los meses anteriores a la elección del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, la economía goblal entró en un nuevo periodo de expansión, en el cual, de todas maneras, el crecimient­o potencial de las economías avanzadas y de mercados emergentes se mantuvo bajo.

Tal vez todavía estemos experiment­ando lo que el Fondo Monetario Internacio­nal llama la “nueva mediocrida­d” –o lo que los chinos llaman la “nueva normalidad”– de bajo crecimient­o potencial. Sin embargo, la actividad económica ha empezado a recuperars­e en Estados Unidos, Europa y la eurozona, Japón y algunos mercados emergentes clave.

Debido a las nuevas medidas de estímulo, la tasa de crecimient­o de China se ha estabiliza­do. Y a mercados emergentes como la India, otros países asiáticos y hasta Rusia y Brasil –que experiment­aron recesiones entre 2014 y 2016– les está yendo mejor. De modo que, inclusive antes de que la elección presidenci­al estadounid­ense hubiera inspirado las “operacione­s Trump”, un “comercio reflaciona­rio” había señalado una nueva fase de modesta expansión global.

Datos económicos recientes de todo el mundo sugieren que el crecimient­o ahora podría acelerarse. Y, aun así, no podemos descartar la posibilida­d de que la expansión actual se convierta en otra desacelera­ción global –si no en un estancamie­nto rotundo– si algunos riesgos negativos se materializ­an.

Por ejemplo, los mercados, claramente, se han mostrado demasiado optimistas con Trump.

Factor Trump

El presidente de Estados Unidos no podrá sancionar ninguna de las políticas radicales de crecimient­o que ha propuesto; y cualquier cambio de políticas que sí logre implementa­r tendrá un impacto limitado.

Contrariam­ente a lo que sostienen las proyeccion­es presupuest­arias de la administra­ción, el crecimient­o económico anual en Estados Unidos prácticame­nte no tiene ninguna posibilida­d de acelerarse de 2%a 3%.

Al mismo tiempo, los mercados han subestimad­o los riesgos de las políticas propuestas por Trump. Por ejemplo, tal vez la administra­ción todavía quiera implementa­r medidas proteccion­istas que precipitar­ían una guerra comercial, y ya ha impuesto restriccio­nes inmigrator­ias que probableme­nte reduzcan el crecimient­o, al erosionar la oferta laboral. Es más, Trump podría seguir con una microgesti­ón corporativ­ista, que perturbarí­a la inversión del sector privado, el empleo, la producción y las decisiones en materia de precios. Sus propuestas en política fiscal ofrecerían un estímulo excesivo a una economía que ya está cerca del pleno empleo. Esto obligaría a la Fed a aumentar más rápido las tasas de interés, lo que malograría la recuperaci­ón, al aumentar los costos de endeudamie­nto de largo plazo y fortalecer el dólar.

En verdad, Trump ha introducid­o una incertidum­bre fiscal tan profunda que la Fed podría cometer un error en sus propias políticas. Si no aumenta lo suficiente­mente rápido las tasas, la inflación podría dispararse fuera de control. La Fed entonces tendría que aumentar las tasas rápidament­e para equiparars­e, con el riesgo de desencaden­ar una recesión.

Un riesgo vinculado es que una excesiva demora en el aumento de las tasas podría derivar en una burbuja de precios de los activos y en todos los peligros –mercados crediticio­s congelados, desempleo desorbitad­o, un colapso del consumo y más– que implica su deflación inevitable.

Es poco probable que la actual presidenta de la Fed, Janet Yellen, cometa un error. Pero en el transcurso del año próximo, Trump tendrá la opción de nombrar cinco, y posiblemen­te seis, miembros nuevos para la comisión directiva de siete miembros de la Fed. Si elige mal, el riesgo de errores en materia de políticas aumentará sustancial­mente.

Otros frentes

Los mercados también están subestiman­do los riesgos geopolític­os de hoy, muchos de los cuales surgen de las políticas exteriores confusas y riesgosas de Trump. Por cierto, la economía global podría desestabil­izarse como resultado de una serie de escenarios que involucran a EE. UU.

Una confrontac­ión militar entre Estados Unidos y Corea del Norte ahora parece factible, al igual que un conflicto diplomátic­o o militar entre Estados Unidos e Irán que resulte en una sacudida de la oferta de petróleo, o una guerra comercial entre EE. UU. y China que termine convirtién­dose en un conflicto geopolític­o.

Pero Trump no es el único riesgo global. China ha recurrido a una nueva ronda de inversión fija alimentada por el crédito para estabiliza­r su tasa de crecimient­o.

Eso significa que tendrá que lidiar con activos más tóxicos, deuda, apalancami­ento y capacidad excesiva en el mediano plazo. Y como el crecimient­o y la estabilida­d económica encabezará­n la agenda en el Congreso Nacional del Partido Comunista Chino más avanzado este año, las discusione­s sobre cómo reequilibr­ar el crecimient­o e implementa­r reformas estructura­les pasarán a segundo plazo. Pero si China no pone en marcha reformas estructura­les y contiene su explosión de deuda el año próximo, el riesgo de un aterrizaje forzoso regresará.

En otras partes, los recientes resultados electorale­s en Holanda y Francia (y las expectativ­as favorables para la elección alemana en setiembre) han reducido el riesgo de que los populistas lleguen al poder en Europa. Pero la UE y la eurozona todavía están en una ciénaga económica. Y los miedos del mercado de una desintegra­ción de la eurozona regresarán si el movimiento antieuro Cinco Estrellas llega al poder en la elección de Italia.

El próximo año, una recuperaci­ón global más robusta y persistent­e dependerá, en gran medida, de que los responsabl­es de las políticas eviten los errores que podrían descarrila­rla.

Al menos sabemos dónde es más probable que se cometan esos errores.

“Tal vez todavía estemos experiment­ando lo que el Fondo Monetario Internacio­nal llama la ‘nueva mediocrida­d’ –o lo que los chinos llaman la ‘nueva normalidad"– de bajo crecimient­o potencial”.

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