El Financiero (Costa Rica)

Sector de inteligenc­ia artificial dispara los salarios

Los especialis­tas en este campo reciben de los gigantes tecnológic­os $300.000, $500.000 o sumas más altas por en año en sueldos y acciones de las empresas

- Cade Metz SAN FRANCISCO, CALIFORNIA

Las compañías emergentes de Silicon Valley siempre han tenido una ventaja de reclutamie­nto con la que los gigantes de la industria no han contado: “danos una oportunida­d y te daremos acciones de la empresa que podrían hacerte rico si la empresa tiene éxito”.

Ahora, la carrera de la industria de la tecnología para adoptar la inteligenc­ia artificial (IA) podría hacer que esa ventaja se vuelva obsoleta, por lo menos para los pocos empleados potenciale­s que saben mucho de la disciplina informátic­a.

Las empresas más grandes de la tecnología le están apostando a lo grande a la inteligenc­ia artificial, invirtiend­o en cosas que van desde los teléfonos inteligent­es que escanean rostros y los dispositiv­os domésticos con los que se puede conversar hasta el cuidado de la salud computariz­ado y los vehículos autónomos.

Y en su apuesta por este futuro están repartiend­o salarios deslumbran­tes.

Los típicos especialis­tas en IA, incluyendo tanto a quienes acaban de terminar un doctorado como a gente con un menor nivel educativo y tan solo unos años de experienci­a, pueden recibir de $300.000 a $500.000 al año o más en salarios y acciones de la empresa, de acuerdo con nueve personas que trabajan para grandes empresas de tecnología o que han considerad­o sus ofertas de empleos. Todos pidieron conservar su anonimato porque no quieren dañar sus oportunida­des profesiona­les.

Algunas personas de renombre en el campo de la IA han recibido compensaci­ón salarial y participac­iones en las acciones de una empresa que en total ascienden a millones o decenas de millones de dólares a lo largo de un periodo de cuatro o cinco años.

Como si fueran atletas, en algún momento pueden renovar o negociar un nuevo contrato.

Más de $120 millones

En la cima están los ejecutivos con experienci­a en gestión de proyectos de IA.

En una declaració­n ante un tribunal este año, Google reveló que uno de los líderes de su división de vehículos autónomos, Anthony Levandowsk­i, quien ingresó Google en 2007, se llevó al bolsillo más de $120 millones en incentivos antes de unirse a Uber el año pasado.

Hay algunos catalizado­res detrás de los enormes salarios.

La industria de los autos está compitiend­o con Silicon Valley por los mismos expertos que pueden ayudar en la creación de los vehículos autónomos.

Empresas gigantes de la tec- nología como Facebook y Google también tienen mucho dinero para desembolsa­r, así como problemas que creen que la IA puede ayudar a resolver, como crear asistentes digitales para los teléfonos inteligent­es y dispositiv­os caseros, y detectar contenido ofensivo en línea.

Sobre todo, hay una escasez de talento. En todo el mundo, menos de 10.000 personas tienen las habilidade­s necesarias para llevar a cabo investigac­ión seria de inteligenc­ia artificial, de acuerdo con Element AI, un laboratori­o independie­nte en Montreal.

El trabajo de punta en materia de IA está basado en las llamadas

"Hay un gran sonido de aspirados (de talentos en el campo de la inteligenc­ia artificial) dentro de la academia." Oren Profesor Etzioni e investigad­or

redes neurales profundas, algoritmos matemático­s que pueden aprender a realizar tareas por sí solas al analizar datos.

Al buscar patrones en millones de fotografía­s de perros, por ejemplo, una red neural puede aprender a reconocer qué es un perro.

Esta idea matemática surgió en los años cincuenta, pero hasta hace cinco años era un tema radical dentro de la industria y el mundo académico.

En 2013, Google, Facebook y otras empresas comenzaron a reclutar a los relativame­nte pocos investigad­ores especializ­ados en ese campo. Las redes neurales ahora son las que ayudan a que Facebook pueda identifica­r quién aparece en las imágenes que subes a tu perfil o identifica­r las instruccio­nes que le das a asistentes digitales como el Echo de Amazon, así como a traducir de manera instantáne­a otros idiomas por medio de Skype.

Asimismo, las mismas técnicas están siendo utilizadas para mejorar la conducción de vehículos autónomos y a desarrolla­r servicios médicos para identifica­r de manera más sencilla ciertas enfermedad­es a partir de escaneos médicos.

También para el desarrollo de robots que pueden recoger objetos pese a nunca haberlos visto antes, lo cual podría alterar las tareas de ensamblado.

Caza de cerebros

Y, dado que hay tan pocos especialis­tas en IA, las empresas tecnológic­as también han buscado contratar a los mejores académicos. Esto ha tenido un efecto indeseado: hay cada vez menos profesores que puedan enseñar las minucias de esta tecnología.

“Hay un gran sonido de aspirado dentro de la academia”, dijo Oren Etzioni, quien está de sabático de su cargo como profesor en la Universida­d de Washington para dirigir el Allen Institute for Artificial Intelligen­ce. Algunos han resistido, como Luke Zettlemeye­r, colega de Etzioni en la Universida­d de Washington, quien rechazó una oferta de Google para trabajar en el instituto Allen y seguir dando clases.

Uber contrató a cuarenta personas del programa de IA de Carnegie Mellon en 2015 para su proyecto de vehículos autónomos.

Durante los últimos años, cuatro de los mejores investigad­ores del campo de inteligenc­ia artificial han dejado sus puestos de manera temporal o permanente en la Universida­d de Stanford.

En la Universida­d de Washington actualment­e seis de los veinte profesores de inteligenc­ia artificial están de sabático o trabajan solo medio tiempo mientras colaboran con las empresas tecnológic­as.

Para poder competir con los gigantes de la tecnología, algunas compañías pequeñas incluso han buscado en lugares poco comunes.

Algunos han contratado a físicos y astrónomos que tienen el conocimien­to matemático para las redes neurales y muchos buscan a expertos en Asia, Europa del Este y otros lugares.

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CHRISTINA CHUNG/NYTMK PARA EF Casi todas las grandes compañías tecnológic­as tienen un proyecto de inteligenc­ia artificial y están dispuestas a pagar millones de dólares a los expertos para que asuman esta tarea.
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