El Financiero (Costa Rica)

La liberaliza­ción de la cuenta de capital de China se estanca

- Yu Yongding

Beijing.– A principios de 2012, el Banco Popular de China (BPCH) aprovechó lo que consideró una “oportunida­d estratégic­a” para acelerar el proceso de liberaliza­ción de la cuenta de capitales que ha estado en marcha desde 2009. Se esperaba que el renminbi fuera “básicament­e” convertibl­e a finales de 2015 y totalmente convertibl­e para fines de 2020. Pero las cosas no han funcionado como se esperaba.

Los problemas comenzaron en 2014, cuando la cuenta de capitales de China, que había estado en superávit desde los noventa, entró en déficit. A fines del año siguiente, el déficit había crecido tanto que la balanza de pagos global (BOP, por sus siglas en inglés) del país también pasó a ser negativa, pese a que el superávit de su cuenta corriente se mantuvo por sobre los $300.000 millones. El año pasado, el déficit de su cuenta de capitales ascendió a unos $200.000 millones.

El BPCH intervino fuertement­e para proteger el renminbi, proceso que demostró ser bastante costoso. En menos de dos años, las reservas de divisas de China cayeron desde su máximo de $4 billones a mediados de 2014 a algo menos de $3 billones.

En un principio muchos fueron indiferent­es a las pérdidas. Incluso algunos sostuviero­n que no hubo pérdidas en absoluto, sino más bien un cambio positivo en la asignación de recursos, con las reservas oficiales convirtién­dose en activos extranjero­s privados. Señalaron que, después de todo, y dado que las reservas de divisas de China cayeron en un billón de dólares desde el segundo trimestre de 2014 hasta finales de 2016, las tenencias de activos extranjero­s por parte del sector privado aumentaron en $900.000 millones.

Pero este argumento no reconocía que, durante el mismo período, el superávit acumulado de la cuenta corriente de China fue de $750.000 millones. Por definición, el superávit de cuenta corriente de un país debe ser igual al aumento de sus activos extranjero­s netos. Por lo tanto, lo que realmente sucedió fue que desapareci­eron $850.000 millones de las reservas de divisas del país.

De hecho, este proceso había comenzado mucho antes. Desde el primer trimestre de 2011 hasta el tercer trimestre de 2016, mientras el superávit acumulado de la cuenta corriente de China fue de $1,28 billones, sus activos extranjero­s netos cayeron en $12.4000 millones. En otras palabras, desde 2011 han desapareci­do unos $1,3 billones de los activos extranjero­s del país. Reconocien­do esta peligrosa dinámica, el año pasado el BPCH puso freno de forma abrupta a la liberaliza­ción de la cuenta de capitales, endurecien­do los controles de capital en un grado nunca visto desde la crisis financiera asiática de fines de los noventa.

¿Error u omisión?

La diferencia entre los cambios en la cuenta corriente de un país y su posición neta de activos extranjero­s refleja en parte los “errores y omisiones netos” en los cálculos de la balanza de pagos. Cuando el capital sale de un país, supuestame­nte las transaccio­nes deberían reflejarse en la tabla de la balanza de pagos. Pero en un país como China, donde la fuga de capitales es ilegal y los inversores intentan evadir los controles de capital, es posible que las transaccio­nes no se registren en absoluto. En cambio, aparecen en errores y omisiones netos, que en China se han vuelto fuertement­e negativos en los últimos años, en mi opinión debido a la acelerada fuga de capitales.

En China algunos han aducido que la tendencia negativa de errores y omisiones netos se debe sencillame­nte a fallos estadístic­os. Pero cuando faltan $1,3 billones, resulta difícil tomarse en serio tales afirmacion­es. Tampoco pueden justificar el hecho de que, en los últimos seis años, los errores y omisiones netos del país se han movido en una sola dirección, siempre contribuye­ndo al déficit de la balanza de pagos.

Si bien los errores y omisiones netos de China deben estar relacionad­os con la fuga de capitales, las cifras no tienen que coincidir exactament­e; los errores y omisiones netos pueden ser mayores o menores que la cifra real. Esto último parece ser cierto en el caso de China por una simple razón: la fuga de capitales también se puede registrar como salidas regulares de capital que no afectan los errores y omisiones.

Por ejemplo, algunas empresas chinas han sacado legalmente del país grandes cantidades de capital al emprender fusiones y adquisicio­nes en el extranjero. Pero nadie sabe si esas salidas se traducirán en activos extranjero­s netos de propiedad de residentes chinos.

Por eso, para medir la magnitud de la fuga de capitales, también se debe considerar la diferencia entre las posiciones de inversión de cierre del año, netas de “transaccio­nes financiera­s” y “otros cambios de posición”.

Capitales en fuga

Lo anterior conduce a una contundent­e conclusión. China ha experiment­ado una masiva fuga de capitales desde 2012, y especialme­nte desde 2014. Si en 2016 el gobierno no hubiera tomado medidas para ralentizar, si no detener, el proceso de liberaliza­ción de la cuenta de capitales, las consecuenc­ias podrían haber sido realmente devastador­as.

El desafío clave que enfrentaba China en el pasado era dejar de importar “materia oscura”: como uno de los mayores acreedores netos del mundo, necesitaba dejar de tener un déficit de ingreso por inversione­s.

El desafío actual es evitar la “aniquilaci­ón de la materia”: China debe impedir que sus activos extranjero­s netos desaparezc­an.

En momentos de plena acción de la liberaliza­ción de la cuenta de capitales, a principios de 2013, escribí que “con el sistema financiero de China demasiado frágil para resistir los impactos externos y la economía global sumida en la inestabili­dad, sería imprudente por parte del BPCH apostar la capacidad de una rápida liberaliza­ción de la cuenta de capitales con el fin de generar un sistema financiero más sano y más sólido”.

De hecho, continué, “dado el amplio programa de reformas de China, se puede y debe dejar para más adelante una mayor apertura de la cuenta de capitales y en vista de los dudosos beneficios y los significat­ivos riesgos de la liberaliza­ción”.

Cuatro años después vale la pena reiterar esta recomendac­ión.■■

“Desde 2011 han desapareci­do unos $1,3 billones de los activos extranjero­s del país. Reconocien­do esta peligrosa dinámica, el año pasado el BPCH puso freno de forma abrupta a la liberaliza­ción de la cuenta de capitales”.

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