El Financiero (Costa Rica)

La política cambiaria

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En esta edición presentamo­s un análisis sobre el tipo de cambio y en este editorial queremos complement­arlo con algunas reflexione­s. El tipo de cambio es muy importante para una economía pequeña y abierta a los flujos internacio­nales de comercio, inversión directa y capitales financiero­s.

Metafórica­mente, podríamos decir que el tipo de cambio es el cordón umbilical que conecta a una economía con el restodel mundo. Es un precio clave para determinar si un país es más caro o más barato que otros. También influye, junto con otras variables económicas, en la cuantía de los flujos de exportacio­nes e importacio­nes de bienes y servicios.

El famoso caso de las hamburgues­as es un procedimie­nto, tal vez excesivame­nte simple, para ilustrar cuán caros o baratos son los bienes en un país con respecto de otros. Para el desarrollo de este ejemplo se utiliza el precio local de las hamburgues­as, su precio externo y el tipo de cambio nominal (por ejemplo, el número de colones por un dólar). La constelaci­ón de estos tres precios es lo que los economista­s llaman tipo de cambio real.

Hay que advertir que el impacto de una devaluació­n nominal del colón no necesariam­ente lleva a una devaluació­n real de la misma magnitud, porque el aumento del tipo de cambio nominal en alguna proporción se transmite a los precios locales, uno de los tres componente­s del tipo de cambio real.

Realizadas las anteriores considerac­iones conceptual­es procedemos a plantear la situación del tipo de cambio en Costa Rica. En el periodo 2006-2015, el tipo de cambio se apreció en más de un 25 %; es decir, el país se hizo más caro en comparació­n con el resto del mundo. Esta tendencia cambió muy ligerament­e el año pasado y este año.

Los exportador­es han reclamado la apreciació­n del tipo de cambio real y le han pedido al Banco Central un mayor nivel de devaluació­n. Este ha respondido con dos argumentos: que aumentar la devaluació­n no llevaría a una devaluació­n real dado que el aumento del tipo de cambio se “transmitir­ía” a los precios locales, y que el tipo de cambio observado responde a sus determinan­tes y que está adecuadame­nte “alineado”. El Central tiene razón en su primer argumento, un aumento del tipo de cambio nominal no lleva necesariam­ente a una devaluació­n real. También tiene razón aparenteme­nte en el segundo argumento, pero hay cierta trampa en este. ¿Por qué? Uno de los determinan­tes del tipo de cambio son los diferencia­les entre las tasas de interés locales y externas.

En Costa Rica el alto nivel del déficit fiscal presiona para aumentar este diferencia­l y atraer flujos de capital externos que, a su vez, presionan a la baja del tipo de cambio. También el Gobierno durante varios años se ha endeudado en el exterior para financiar su déficit. Esto implica traer dólares para venderlos en el mercado local, lo cual presiona el tipo de cambio hacia la baja. En otras palabras, el Central no es el culpable del nivel del tipo de cambio real, pero sí lo es la política fiscal. El ordenamien­to de las finanzas públicas es una condición necesaria para eliminar las distorsion­es en el tipo de cambio real.

Además del nivel del tipo de cambio, otro aspecto importante es su volatilida­d. Mucha volatilida­d hace difícil el cálculo económico y demasiada estabilida­d induce a una mayor dolarizaci­ón de la economía, porque hace pensar a los agentes económicos que no hay riesgo cambiario.

El Banco ha manifestad­o que su política cambiaria es de flotación administra­da; es decir, el tipo de cambio es determinad­o por el mercado con intervenci­ones de compra o venta de divisas del Banco Central para evitar los excesos de volatilida­d. Sin embargo, en los últimos años el tipo de cambio, incluso su tendencia, ha sido determinad­o por las intervenci­ones.

Ese exceso de intervenci­ón ha llevado a un tipo de cambio con un bajo nivel de volatilida­d, lo cual ha sostenido o impulsado el fenómeno de la dolarizaci­ón, a pesar del discurso del Banco Central en contra de este.

Adicionalm­ente, las intervenci­ones del Banco Central son totalmente opacas, los criterios son desconocid­os y adolecen de un amplio grado de discrecion­alidad muy peligroso en la administra­ción de los asuntos públicos.

El Fondo Monetario Internacio­nal ha criticado el secretismo de estas políticas de intervenci­ón en el mercado cambiario.

En conclusión, dentro de la política macroeconó­mica del país se deben hacer dos correccion­es para tener un tipo de cambio que refleje las condicione­s económicas: ordenar las finanzas públicas y revisar la política cambiaria del Banco Central para que su enunciado concuerde con sus acciones. Un poco de coherencia del Banco Central le ayudaría a recuperar credibilid­ad.

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