Reflexiones sobre la reforma tributaria en Estados Unidos
Ahora bien, en esa línea de ideas el análisis que sigue es si la baja en los impuestos es, para nosotros, una alternativa válida; tanto para complementar nuestro atractivo como destino de inversión, como para incentivar nuestra producción interna.
Algunos analistas consideran que la baja en los impuestos, per se, incentiva la inversión, y ponen –siempre– como ejemplo a Irlanda del Norte. Hace sentido pensar que la baja carga tributaria puede motivar a los empresarios a invertir, bajo la premisa de que conservarán una mejor tajada del fruto de sus esfuerzos. Pero, a riesgo de pecar de ignorante, nunca he visto un análisis que compare esos mismos crecimientos con los de países de altas cargas tributarias con similares o mejores indicadores –¿Alemania?–.
Quienes opinan que debemos ir en la dirección opuesta, señalan que nuestro déficit fiscal –más allá de reflejar un grave problema de cantidad y calidad de gasto– es clara señal de que necesitamos mejorar los ingresos tributarios. Y eso no solo se logra mejorando la recaudación de los tributos existentes. Sin duda es necesario cambiar la estructura de los principales impuestos –Renta e IVA–, así como, posiblemente, aumentar ciertas tarifas.
A profundidad
Si profundizamos un poquito en el contenido y alcance de las reformas, podemos sacar algunas conclusiones fundamentales.
Lejos de simplificar el sistema, como algunos piensan, la reforma aprobada está llena de detalles y tecnicismos. Y si se quiere un sistema justo, progresivo, moderno, será muy difícil implementarlo sin algún nivel de complejidad.
En términos similares a los que hemos visto en recientes versiones de nuestros proyectos de reforma tributaria, la legislación aprobada en EE. UU. contiene regulaciones para limitar el abuso con instrumentos híbridos y limitaciones a la deducibilidad de intereses basadas en el Ebitda.
Más allá, las normas estadounidenses contienen reglas sobre la amortización de pérdidas, así como de gastos por activos; tratamiento sobre pagos “abusivos” a entidades vinculadas. Esto demuestra una clara intención de mejorar aspectos estructurales de los tributos actuales que han mostrado debilidades frente a los comportamientos que los contribuyentes adoptan a su respecto.
Por el otro lado, la reducción en las tarifas de impuesto, tanto corporativas como individuales, y también una disminución de tarifas por ingresos por servicios prestados desde Estados Unidos, constituyen elementos persuasivos para incentivar la no salida o el regreso de las inversiones.
En Costa Rica es indispensable reestructurar el IVA, así como globalizar el impuesto sobre la Renta. Este tributo puede ser modernizado. Se podría pensar en un aumento transitorio de la tarifa del IVA. La renta mundial no tiene sentido. Las inversiones en actividades productivas se pueden fomentar con tratamientos favorables a los dividendos y a los costos de capital, por encima de las rentas pasivas por deuda.
Con todos los atrasos, pleitos, negociaciones, zancadillas, etc., en la mayoría de los países se logran hacer reformas fiscales: Estados Unidos y Argentina, en estos días. Chile hace poco. Colombia ya casi. Acá llevamos 20 años discutiendo.