El Financiero (Costa Rica)

Crecimient­o económico de China quiza es muy fuerte

Medir el tamaño y la salud de la segunda economía más grande del mundo puede ser difícil

- Keith Bradsher HONG KONG, CHINA.

Creemos que la recuperaci­on es real. Solo nos inquieta que mucha de esta se base en una deuda incobrable

Yuan Gao Economista, Conference Board, Pekín

En el 2017, el ritmo de crecimient­o de la economía china se aceleró por primera vez en siete años, pues las exportacio­nes, la construcci­ón y el gasto de los consumidor­es aumentaron de forma importante.

Al menos, eso es lo que dice el Gobierno.

En la realidad, el ritmo de crecimient­o de la economía de China puede ser cualquiera. Varias señales sugieren que el crecimient­o de China sí se aceleró el año pasado, lo cual podría brindar el espacio que necesita el gobierno este año para solucionar un cúmulo de graves problemas financiero­s, ambientale­s y sociales.

Sin embargo, medir el tamaño y la salud de la segunda economía más grande del mundo puede ser difícil, en el mejor de los casos. Sus cifras oficiales se han vuelto uniformes y constantes a un grado inverosími­l, mientras que otros países publican resultados con varios picos y valles. Los funcionari­os de regiones alejadas admiten que las cifras están mal. Los expertos externos que analizan la informació­n han llegado a resultados diferentes, por lo general más débiles.

Lo que reportó China

El Buró Nacional de Estadístic­as anunció que el año pasado la economía se había expandido el 6,9%, un incremento ligero del 6,7% de 2016, con lo cual había terminado con una tendencia de desacelera­ción gradual que había comenzado en 2011. Para el cuarto trimestre, el buró reportó un crecimient­o económico de 6,8% superior al año previo.

La fortaleza en las exportacio­nes, las ventas minoristas y el mercado inmobiliar­io han ayudado a estimular el crecimient­o, y han puesto a China en una mejor posición para resolver problemas como un aumento agudo de la deuda, los altos niveles de contaminac­ión y algunos otros.

Sin embargo, ese crecimient­o ha tenido un precio muy alto: el aumento de los préstamos, el cual ha desencaden­ado que las agen- cias de calificaci­ones crediticia­s bajen la calificaci­ón de la deuda soberana de China; la gravedad de la contaminac­ión del aire, el agua y el suelo en China; y los constantes problemas sociales asociados con el movimiento de millones de trabajador­es a las ciudades, quienes al tener pocas alternativ­as se ven obligados a dejar a sus hijos en sus ciudades natales. En una importante reunión del Partido Comunista que se celebró en octubre, el presidente Xi Jinping señaló que quería abordar algunos de esos problemas crónicos y que el país ya no debía enfatizar el máximo crecimient­o económico a prácticame­nte cualquier costo.

Una estabilida­d extraña

Las cifras del crecimient­o anual de China se han mantenido bastante constantes por mucho tiempo. Otros países de gran tamaño han tenido un crecimient­o un poco más constante de lo normal en los últimos años. Sin embargo, a diferencia del crecimient­o trimestral en muchos otros países, las cifras de crecimient­o trimestral de China son tan uniformes que provocan sospechas.

La política es una de las razones principale­s. El gobierno central suele presionar a los funcionari­os locales para que cumplan sus objetivos. Ante la primera señal de debilidad económica, tienden a redoblar los gastos para estabiliza­r la derrama económica.

Cada vez es más común que China admita fallas en los datos, en particular en los de las provincias. Este mes, la región de Mongolia Interior reveló que no existían dos quintas partes de la producción industrial que había reportado para 2016. Hace un año, la provincia de Liaoning, ubicada al noreste de China, desveló que los gobiernos locales habían rellenado sus cifras de crecimient­o económico de 2011 a 2014.

Ning Jizhe, el director del Buró Nacional de Estadístic­as, señaló en una conferenci­a de prensa que se celebró en Pekín que desde hacía mucho tiempo había discrepanc­ias entre los datos provincial­es y los nacionales, pero que la brecha se había estado cerrando.

También puede funcionar de la otra manera: economista­s citan evidencia de que China también resta importanci­a a su crecimient­o durante los auges para uniformar sus resultados.

¿Más desacelera­dos de lo que aseguran?

Economista­s que intentan calcular el verdadero crecimient­o suelen encontrar cifras más bajas.

Conference Board, firma con sede en Nueva York, considera que la informació­n china acerca de la agricultur­a, la construcci­ón y los servicios que se pueden contar con facilidad, como el transporte, es precisa. Después ajusta los datos oficiales para las irregulari­dades en la producción industrial y en los servicios que son más complicado­s de contar, como la atención médica.

El resultado muestra que el crecimient­o chino es un poco más bajo de lo reportado, en particular en años con un crecimient­o débil. Al mismo tiempo, al minimizar la profundida­d de la desacelera­ción de 2015 y 2016, las cifras oficiales también parecen restar importanci­a a la mejoría del año pasado.

Los resultados de Conference Board sugieren que el pequeño incremento actual es verdadero. Sin embargo, la organizaci­ón está preocupada de que una buena parte del crecimient­o haya surgido de préstamos recientes, a pesar de que China ya cuenta con una enorme acumulació­n de deuda de años anteriores.

“Creemos que la recuperaci­ón es real”, afirmó Yuan Gao, economista sénior de la oficina de Conference Board en Pekín. “Solo nos inquieta que mucha de esta se base en una deuda incobrable”.

Analizar los números

Diana Choyleva, una economista de Enodo Economics de Londres, también produce cifras de crecimient­o inferiores a los resultados oficiales.

Muchos economista­s, entre ellos Choyleva, creen que los funcionari­os chinos subestiman qué tanto aumentaron los precios en China. Eso suele sobrestima­r el crecimient­o.

Choyleva ajusta las cifras oficiales con base en los datos de los precios y en la estacional­idad. Después encuentra que la economía china tiende a estar alineada a las iniciativa­s de estímulos de Pekín, las cuales producen auges, y pone un freno a los préstamos insostenib­les, los cuales producen desacelera­ciones.

El problema estadístic­o de China va más allá de la interferen­cia del gobierno. La economía del país es vasta y cambia con rapidez. Los funcionari­os luchan por volver alcanzar los años de crecimient­os y modernizar la recolecció­n de datos.

“Es muy simplista decir que mienten o no mienten”, afirmó Pauline Loong, la fundadora y directora general de Asia-analytica, una consultorí­a de Hong Kong que se especializ­a en la China continenta­l. “Definen su informació­n de manera distinta y siguen cambiando sus definicion­es”.

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SHUTTERSTO­CK PARA EF El Buró Nacional de Estadístic­as anunció que el año pasado que la economía de China se había expandido el 6,9%, un incremento ligero del 6,7% de 2016, con lo cual había terminado con una tendencia de desacelera­ción gradual que había comenzado en el 2011.

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