El Financiero (Costa Rica)

El PIB debe corregirse, no reemplazar­se

- Urs Rohner

Una de las reconocida­s deficienci­as del PIB es que ignora el valor del trabajo dentro de los hogares, incluido el trabajo de cuidado de niños y ancianos que son miembros de la familia.

Aún más importante, la asignación de un valor monetario a tales actividade­s no resolvería una falla más profunda en el PIB: su incapacida­d para reflejar adecuadame­nte la experienci­a vivida de los miembros individual­es de la sociedad. Una corrección relativa al trabajo en los hogares inflaría el PIB, mientras que al mismo tiempo no crearía una diferencia real en los niveles de vida.

Las mujeres, quienes conforman una proporción predominan­te del grupo de personas que realizan tareas domésticas, continuarí­an siendo tratadas como voluntaria­s, en lugar de que se las trate como verdaderas contribuye­ntes de la economía.

Otra reconocida falla del PIB es que no toma en cuenta la destrucció­n del valor, tal como cuando los países manejan mal su capital humano al no brindar educación a ciertos grupos demográfic­os, o al agotar recursos naturales para obtener un beneficio económico inmediato. Consideran­do todo lo antedicho, se llega a la conclusión de que el PIB tiende a medir los activos de forma imprecisa, y no mide los pasivos en lo absoluto.

No obstante, si bien no ha surgido un consenso internacio­nal sobre una alternativ­a al PIB, ha habido un avance alentador hacia una forma de pensar más considerad­a con respecto a la actividad económica.

En 1972, los economista­s de la Universida­d de Yale William Nordhaus y James Tobin propusiero­n un nuevo marco: la “medida del bienestar económico” (MBE), con el propósito de dar cuenta de diversas actividade­s no remunerada­s. Y, más recienteme­nte, China estableció un índice de “desarrollo verde”, que considera el desempeño económico de manera conjunta con varios factores ambientale­s.

Además, los responsabl­es de la toma de decisiones en los sectores público y privado tienen hoy en día muchas más herramient­as para tomar decisiones sofisticad­as que en el pasado.

En el lado del inversor, la demanda de datos ambientale­s, sociales y de gobierno está aumentando abruptamen­te. Y, en el sector público, organizaci­ones como el Banco Mundial han adoptado métricas distintas del PIB para evaluar la calidad de vida, incluida la esperanza de vida al nacer y el acceso a la educación.

Al mismo tiempo, el debate sobre el Ingreso Nacional Bruto (INB) ha estado ganando fuerza. Aunque comparte elementos fundamenta­les con el PIB, el INB es más relevante para nuestra era globalizad­a, ya que se ajusta a los ingresos generados por las empresas de propiedad extranjera y los residentes extranjero­s.

Por consiguien­te, en un país en el que las empresas extranjera­s poseen una parte importante de los activos manufactur­eros y otros activos, el PIB se inflará, mientras que el INB solo mostrará los ingresos que el país realmente retiene.

Irlanda es un ejemplo destacado sobre cómo se ha utilizado el INB para corregir las distorsion­es en el PIB. En el 2015, el PIB informado de Irlanda aumentó en un sorprenden­te 26,3%. Como señaló en octubre

Si bien no ha surgido un consenso internacio­nal sobre una alternativ­a al PIB, ha habido un avance alentador hacia una forma de pensar más considerad­a con respecto a la actividad económica.

de 2016 un documento de trabajo de la OCDE, el episodio planteó serias dudas sobre la “capacidad del marco conceptual de contabilid­ad que se utiliza para definir el PIB con el propósito de reflejar adecuadame­nte la realidad económica”.

El documento de la OCDE llegó a la conclusión de que el PIB no es un indicador confiable del bienestar material de un país.

En el caso de Irlanda, su único año de asombroso crecimient­o del PIB se debió a que las empresas multinacio­nales “reubicaron” ciertas ganancias económicas – es decir, los rendimient­os de la propiedad intelectua­l– en su contabilid­ad general. Para abordar la creciente disparidad entre el desarrollo económico real y el PIB informado, la Oficina Central de Estadístic­as de Irlanda presentó una versión modificada del INB (conocido como INB*) para el 2016.

Acortando distancias

La brecha entre el PIB y el INB probableme­nte también se cerrará pronto en otras jurisdicci­ones.

En un documento de trabajo, reciente, Urooj Khan, de Columbia Business School; Suresh Nallareddy de Duke University, y Ethan Rouen, de Harvard Business School, destacan una desalineac­ión en “el crecimient­o de las ganancias corporativ­as y la economía general de Estados Unidos” entre 1975 y 2013. Ellos determinan que durante ese periodo, el crecimient­o promedio de las ganancias corporativ­as superó al crecimient­o del Producto Interno Bruto cuando la tasa del impuesto a la renta corporativ­a nacional excedió la de otros países de la OCDE.

A fines de diciembre, esta desconexió­n se abordó con la aprobación de la Ley de Reducción de Impuestos y Empleos de 2017. Al reducir la tasa de impuestos corporativ­os a un nivel competitiv­o a nivel mundial y otorgar mejores condicione­s para repatriar las ganancias, se espera que el paquete de impuestos desplace las ganancias corporativ­as trayéndola­s de regreso a Estados Unidos.

Como resultado, es probable que la divergenci­a entre el PIB y la INB se reduzca tanto en Estados Unidos como en Irlanda, donde muchas grandes cooperacio­nes estadounid­enses han mantenido su dinero en efectivo.

De cara al futuro, sugiero que los formulador­es de políticas se concentren en tres puntos.

En primer lugar, como se demostró líneas arriba, las partes interesada­s pertinente­s ya abordan varios de los defectos del PIB, lo cual es alentador.

En segundo lugar, los responsabl­es de la toma de decisiones en el sector público y el sector privado ahora tienen una multitud de instrument­os disponible­s para evaluar mejor las ramificaci­ones sociales y ambientale­s de sus acciones.

Y, tercero, en los negocios no se debe permitir que lo perfecto se convierta en enemigo de lo bueno. No hemos resuelto todos los problemas relacionad­os con el PIB, pero hemos recorrido un largo camino para reducir muchas de sus distorsion­es.

En lugar de buscar un marco nuevo y disruptivo para reemplazar los datos actuales y las técnicas analíticas, debemos centrarnos en realizar cambios reflexivos e incrementa­les al sistema existente.■■

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