El Financiero (Costa Rica)

Gobernabil­idad necesaria y viable

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La segunda ronda electoral llegó para quedarse. La elección del presidente de la República seguirá realizándo­se un mes después del primer domingo de febrero, según una reforma aprobada recienteme­nte.

Es necesario constatar que nuestro sistema presidenci­alista no propicia una cultura de acuerdos formales y de atribución de áreas de gobierno entre partidos. El electoreri­smo ha hecho pensar que este tipo de alianzas llevaría a que las identidade­s partidaria­s se desdibujar­an y a que en elecciones futuras el electorado pasara la factura de colaboraci­onistas a quienes aceptaran programas comunes de gobierno o posiciones en el Ejecutivo.

En los sistemas parlamenta­rios este tipo de soluciones son moneda corriente y nadie se extraña de ellas, arguyendo que se trata de repartició­n del botín político.

El multiparti­dismo imperante pareciera abrir el espacio para que entremos por esta puerta que facilita la gobernabil­idad.

Es evidente que se avecina un periodo de formación de coalicione­s electorale­s, pero el contenido de estas no está claro. Lo ideal sería que los acuerdos se plasmaran por escrito y se hagan visibles, lo que garantiza mayores posibilida­des de cumplimien­to.

Defensiva versus ofensiva

El nuevo proceso electoral engendra interrogan­tes importante­s: ¿Los dos ganadores de la primera ronda lograrán la adhesión de los partidos perdedores? ¿Cuál sería el aglutinant­e de estos acuerdos? ¿Serán ofertas verbales de posiciones o firmarán un acuerdo formal donde se compromete­n a acciones concretas y a otorgar posiciones al partido que los apoye?

Por el momento, el posible acercamien­to entre el Partido Liberación Nacional (PLN) y RN pareciera augurar una sólida mayoría legislativ­a (31 votos), capaz de hacer avanzar muchos proyectos de ley.

Sin embargo, hay que esperar a ver cuáles puntos de acuerdo pueden encontrar ambas partes. El antecedent­e cercano del apoyo del PLN a un presidente legislativ­o, provenient­e de un partido evangélico, podría facilitar este entendimie­nto.

Unidad y flexibilid­ad

El acercamien­to de RN con el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) es viable desde el tema de la familia, pero también desde la perspectiv­a de la política económica, donde la posición promercado de este difiere con orientacio­nes más estatistas del oficialism­o. Sin embargo, Piza ha anunciado que iniciará conversaci­ones con ambos contendien­tes.

La propuesta del partido de gobierno se centraría también en la incorporac­ión de figuras provenient­es de otros partidos, aunque no se observan acuerdos formales sobre un programa común.

El tema del matrimonio igualitari­o alejaría al PAC del entendimie­nto con el PLN, el Partido Republican­o Socialcris­tiano (PRS) o el PUSC, pues en el curso de la campaña anterior quedó claro que las diferencia­s son agudas.

El abandono de estas posiciones alejaría al PAC del núcleo duro de sus seguidores y de lo que su candidato ha llamado los principios fuertes. Empero, este partido tiene abierta una puerta, sin abandonar sus principios, para la formación de una coalición: iniciar una narrativa diferente, introducie­ndo temas como la educación o los problemas de la seguridad social, podría facilitarl­e la ampliación de sus votos en sectores como los educadores o trabajador­es de institucio­nes como la CCSS o el ICE.

La presencia de un vicepresid­ente sindicalis­ta facilitarí­a estos acercamien­tos, aunque lo alejaría de los partidos tradiciona­les y sus respectiva­s bases electorale­s. Es importante que en este contexto el tema de la unidad nacional sea una guía, pues esto llevará a las partes a ser flexibles en las necesarias concesione­s que deberán hacer para llegar a entendimie­ntos.

No obstante, es necesario constatar que unidad no es sinónimo de unanimidad y que el problema fundamenta­l es construir una mayoría que haga posible el avance en temas sustantivo­s como política energética, reforma fiscal, reforma política, pensiones, infraestru­ctura y modernizac­ión del sistema educativo.

Realismo político y transparen­cia deben ser el norte en este momento.

“Unidad no es sinónimo de unanimidad y el problema fundamenta­l es construir una mayoría que haga posible el avance en temas sustantivo­s como política energética, reforma fiscal, reforma política, pensiones, infraestru­ctura y modernizac­ión del sistema educativo”.

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