El Financiero (Costa Rica)

Elmundo se ajusta al final del dinero facil

Digerir las bruscas variacione­s que sufrieron las acciones y los bonos implica aceptar la incómoda realidad del aumentos de tasas de interés

- © 2017 NEW YORK TIMES NEWS SERVICE Peter S. Goodman CIUDAD, PAÍS

ace solo unos días, en una era que ahora se percibe muy lejana, el mayor temor de quienes controlan el dinero parecía ser la complacenc­ia. Los mercados accionario­s de Estados Unidos iban en ascenso gracias a la determinac­ión del presidente Donald Trump para reducir impuestos y eliminar normas. Las principale­s economías del mundo, sin excepción, estaban en expansión.

Según los amos del dinero, lo peor que podía ocurrir era que los inversioni­stas se dejaran llevar por el entusiasmo y cometieran excesos asumiendo demasiados riesgos por estar convencido­s de que los peligros del mercado estaban bajo control.

Ahora sabemos que esos peligros ya estaban haciendo de las suyas. Después de toda una década, la era de fácil acceso al dinero fabricada por los bancos centrales de Asia, Europa y Estados Unidos estaba llegando a su fin para dar paso a un nuevo capítulo. En esta etapa, las grandes empresas tendrán que pagar más para obtener préstamos y a la gente le costará más obtener financiami­ento para adquirir casas, automóvile­s y otros artículos.

Montaña rusa en Wall Street

Digerir las bruscas variacione­s que sufrieron las acciones y los bonos desde Nueva York hasta Londres y Tokio implica aceptar de lleno esta incómoda realidad.

Los inversioni­stas llegaron a la conclusión de que las tasas de interés iban a aumentar más rápido de lo esperado en Estados Unidos y esa tendencia quizá afectaría después a Europa y Asia. Así que sacaron sus preciadas inversione­s de los valores y se las confiaron a depósitos de riqueza que ofrecen mayor protección, como los bonos y el efectivo.

La ola de ventas comenzó en Nueva York, continuó en Asia y Europa y concluyó su viaje con una drástica caída justo donde había arrancado. No hace falta tener un título en Finanzas para interpreta­r la lección: los mercados pueden caer con la misma facilidad con que suben, una realidad que a veces queda opacada por la euforia de las celebracio­nes cada vez que se supera un récord.

Si bien es evidente que las operacione­s en Estados Unidos fueron la primera señal de alarma, la inquietud se extendió por todos los lugares donde el dinero cambia de manos. La economía estadounid­ense tornó la frivolidad de los festejos del mercado de valores en una sombría y agobiante noche en vela. El resultado fue un ambiente de abatimient­o y ansiedad hasta el último rincón de la esfera financiera.

El temor que se apoderó de Estados Unidos fue la consecuenc­ia de condicione­s positivas. En cuanto se hizo evidente que la venta de acciones se debía a una euforia excesiva, aumentaron las probabilid­ades de que la Reserva Federal arruinara la fiesta con un alza en las tasas de interés más pronto de lo que habían previsto los responsabl­es de las políticas.

No por nada, los inversioni­stas ven a los bancos centrales como adultos cuya función es vigilar con toda solemnidad para detec- tar los peligros; son indispensa­bles, pero nada divertidos. Cuando surge alguna crisis, ponen en circulació­n más dinero para alentar el comercio y reprimir las reacciones de terror.

La expansión económica global que persiste en este momento se debe en gran medida a la rapidez con que la Reserva Federal permitió que el otorgamien­to de créditos aumentara de forma impresiona­nte tras el estallido de la crisis financiera en 2008, cuyo efecto se combinó con un torrente más pausado, pero efectivo, de dinero provenient­e del Banco Central Europeo.

No obstante, cuando los festejos se salen de control —cuando las economías se aceleran y los precios de las acciones se elevan a niveles que violan todas las reglas fundamenta­les— los bancos centrales acaban con la diversión, pues suben las tasas de interés para ahuyentar los peligros que están al acecho.

Al aumentar las tasas, se reduce la especulaci­ón que puede traer consecuenc­ias desastrosa­s porque encarece el crédito. Las tasas altas también ralentizan el crecimient­o económico y le restan atractivo a las acciones porque las empresas deben pagar más por sus deudas. Los inversioni­stas pueden obtener más rendimient­os con solo conservar sus inversione­s en efectivo o bonos, en vez de exponerse a los riesgos inherentes de las acciones.

Buena señal, mala reacción

La amarga ironía de la desacelera­ción actual es que se disparó a consecuenc­ia del añorado aumento en los salarios.

A pesar de la drástica reducción en las tasas de desempleo en el Reino Unido, Japón y Estados Unidos, las empresas habían logrado idear nuevas estrategia­s para fabricar más productos y vender más servicios sin pagarles más a sus empleados.

Pero el viernes 9 de febrero, el informe mensual del mercado laboral estadounid­ense reveló que los salarios aumentaron un 2,9% en enero, con respecto al mismo periodo el año anterior. En vista del aumento de la demanda en el mercado laboral, las empresas se vieron obligadas a pagar más.

Este ajuste pareció presagiar que los consumidor­es estadounid­enses tendrán más poder. Si más trabajador­es llevan más dinero a su hogar, pensarán más en comprar casas y automóvile­s, lo cual generará empleos en el sector de la construcci­ón y las plantas automotric­es desde Michigan hasta Carolina del Sur. También habrá más restaurant­es llenos, así que se requerirán más conductore­s para transporta­r alimentos y más mecánicos para el mantenimie­nto de vehículos.

Al parecer, el mismo círculo virtuoso podría amplificar el crecimient­o global. Si se fabrican más autos en Estados Unidos, se utilizarán más circuitos electrónic­os forjados en China, elaborados con cobre extraído en Chile. Esta interconec­tividad ha sido central para la percepción de que si se fortalece la economía de EE. UU. se beneficiar­á el mundo.

Sin embargo, el aumento en los salarios de los trabajador­es estadounid­enses tiene otras implicacio­nes. Fue una señal para advertir a los inversioni­stas que la inflación quizá aumente, situacione­s que han causado problemas en muchas economías. La Fed suele aplicar la misma herramient­a para ahuyentar a la inflación cuando es necesario: tasas de interés más altas.

Esto explica cómo un informe positivo sobre el empleo, que podría considerar­se una señal de fortalecim­iento de la economía del país, terminó provocando la venta masiva de acciones desde Taipéi hasta Toronto. Aumentó la probabilid­ad de que la Reserva Federal suba más rápido las tasas de interés e hizo preguntars­e a los inversioni­stas cuánto tiempo más podrá conservar el Banco Central Europeo sus propias tasas ultrabajas.

Los elementos fundamenta­les de la expansión estadounid­ense se mantienen intactos.

Independie­ntemente del nivel de las tasas de interés, los bancos centrales registran billones de dólares en sus balances destinados a la compra de activos financiero­s, por lo que hay crédito disponible. Así mismo, es inevitable que regresen las tasas más altas, y se trata de un cambio sano para que la economía mundial por fin cierre los libros de la crisis financiera global que estalló hace una década.

mercado laboral estadounid­ense reveló que los salarios aumentaron un 2,9% en enero, con respecto al mismo periodo el año anterior. En vista del aumento de la demanda en el mercado laboral, las empresas se vieron obligadas a pagar más. Este ajuste pareció presagiar que los consumidor­es estadounid­enses tendrán más poder.

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AFP PARA EF Los inversioni­stas llegaron a la conclusión de que las tasas de interés iban a aumentar más rápido de lo esperado en Estados Unidos y esa tendencia quizá afectaría después a Europa y Asia.

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