Elmundo se ajusta al final del dinero facil
Digerir las bruscas variaciones que sufrieron las acciones y los bonos implica aceptar la incómoda realidad del aumentos de tasas de interés
ace solo unos días, en una era que ahora se percibe muy lejana, el mayor temor de quienes controlan el dinero parecía ser la complacencia. Los mercados accionarios de Estados Unidos iban en ascenso gracias a la determinación del presidente Donald Trump para reducir impuestos y eliminar normas. Las principales economías del mundo, sin excepción, estaban en expansión.
Según los amos del dinero, lo peor que podía ocurrir era que los inversionistas se dejaran llevar por el entusiasmo y cometieran excesos asumiendo demasiados riesgos por estar convencidos de que los peligros del mercado estaban bajo control.
Ahora sabemos que esos peligros ya estaban haciendo de las suyas. Después de toda una década, la era de fácil acceso al dinero fabricada por los bancos centrales de Asia, Europa y Estados Unidos estaba llegando a su fin para dar paso a un nuevo capítulo. En esta etapa, las grandes empresas tendrán que pagar más para obtener préstamos y a la gente le costará más obtener financiamiento para adquirir casas, automóviles y otros artículos.
Montaña rusa en Wall Street
Digerir las bruscas variaciones que sufrieron las acciones y los bonos desde Nueva York hasta Londres y Tokio implica aceptar de lleno esta incómoda realidad.
Los inversionistas llegaron a la conclusión de que las tasas de interés iban a aumentar más rápido de lo esperado en Estados Unidos y esa tendencia quizá afectaría después a Europa y Asia. Así que sacaron sus preciadas inversiones de los valores y se las confiaron a depósitos de riqueza que ofrecen mayor protección, como los bonos y el efectivo.
La ola de ventas comenzó en Nueva York, continuó en Asia y Europa y concluyó su viaje con una drástica caída justo donde había arrancado. No hace falta tener un título en Finanzas para interpretar la lección: los mercados pueden caer con la misma facilidad con que suben, una realidad que a veces queda opacada por la euforia de las celebraciones cada vez que se supera un récord.
Si bien es evidente que las operaciones en Estados Unidos fueron la primera señal de alarma, la inquietud se extendió por todos los lugares donde el dinero cambia de manos. La economía estadounidense tornó la frivolidad de los festejos del mercado de valores en una sombría y agobiante noche en vela. El resultado fue un ambiente de abatimiento y ansiedad hasta el último rincón de la esfera financiera.
El temor que se apoderó de Estados Unidos fue la consecuencia de condiciones positivas. En cuanto se hizo evidente que la venta de acciones se debía a una euforia excesiva, aumentaron las probabilidades de que la Reserva Federal arruinara la fiesta con un alza en las tasas de interés más pronto de lo que habían previsto los responsables de las políticas.
No por nada, los inversionistas ven a los bancos centrales como adultos cuya función es vigilar con toda solemnidad para detec- tar los peligros; son indispensables, pero nada divertidos. Cuando surge alguna crisis, ponen en circulación más dinero para alentar el comercio y reprimir las reacciones de terror.
La expansión económica global que persiste en este momento se debe en gran medida a la rapidez con que la Reserva Federal permitió que el otorgamiento de créditos aumentara de forma impresionante tras el estallido de la crisis financiera en 2008, cuyo efecto se combinó con un torrente más pausado, pero efectivo, de dinero proveniente del Banco Central Europeo.
No obstante, cuando los festejos se salen de control —cuando las economías se aceleran y los precios de las acciones se elevan a niveles que violan todas las reglas fundamentales— los bancos centrales acaban con la diversión, pues suben las tasas de interés para ahuyentar los peligros que están al acecho.
Al aumentar las tasas, se reduce la especulación que puede traer consecuencias desastrosas porque encarece el crédito. Las tasas altas también ralentizan el crecimiento económico y le restan atractivo a las acciones porque las empresas deben pagar más por sus deudas. Los inversionistas pueden obtener más rendimientos con solo conservar sus inversiones en efectivo o bonos, en vez de exponerse a los riesgos inherentes de las acciones.
Buena señal, mala reacción
La amarga ironía de la desaceleración actual es que se disparó a consecuencia del añorado aumento en los salarios.
A pesar de la drástica reducción en las tasas de desempleo en el Reino Unido, Japón y Estados Unidos, las empresas habían logrado idear nuevas estrategias para fabricar más productos y vender más servicios sin pagarles más a sus empleados.
Pero el viernes 9 de febrero, el informe mensual del mercado laboral estadounidense reveló que los salarios aumentaron un 2,9% en enero, con respecto al mismo periodo el año anterior. En vista del aumento de la demanda en el mercado laboral, las empresas se vieron obligadas a pagar más.
Este ajuste pareció presagiar que los consumidores estadounidenses tendrán más poder. Si más trabajadores llevan más dinero a su hogar, pensarán más en comprar casas y automóviles, lo cual generará empleos en el sector de la construcción y las plantas automotrices desde Michigan hasta Carolina del Sur. También habrá más restaurantes llenos, así que se requerirán más conductores para transportar alimentos y más mecánicos para el mantenimiento de vehículos.
Al parecer, el mismo círculo virtuoso podría amplificar el crecimiento global. Si se fabrican más autos en Estados Unidos, se utilizarán más circuitos electrónicos forjados en China, elaborados con cobre extraído en Chile. Esta interconectividad ha sido central para la percepción de que si se fortalece la economía de EE. UU. se beneficiará el mundo.
Sin embargo, el aumento en los salarios de los trabajadores estadounidenses tiene otras implicaciones. Fue una señal para advertir a los inversionistas que la inflación quizá aumente, situaciones que han causado problemas en muchas economías. La Fed suele aplicar la misma herramienta para ahuyentar a la inflación cuando es necesario: tasas de interés más altas.
Esto explica cómo un informe positivo sobre el empleo, que podría considerarse una señal de fortalecimiento de la economía del país, terminó provocando la venta masiva de acciones desde Taipéi hasta Toronto. Aumentó la probabilidad de que la Reserva Federal suba más rápido las tasas de interés e hizo preguntarse a los inversionistas cuánto tiempo más podrá conservar el Banco Central Europeo sus propias tasas ultrabajas.
Los elementos fundamentales de la expansión estadounidense se mantienen intactos.
Independientemente del nivel de las tasas de interés, los bancos centrales registran billones de dólares en sus balances destinados a la compra de activos financieros, por lo que hay crédito disponible. Así mismo, es inevitable que regresen las tasas más altas, y se trata de un cambio sano para que la economía mundial por fin cierre los libros de la crisis financiera global que estalló hace una década.
mercado laboral estadounidense reveló que los salarios aumentaron un 2,9% en enero, con respecto al mismo periodo el año anterior. En vista del aumento de la demanda en el mercado laboral, las empresas se vieron obligadas a pagar más. Este ajuste pareció presagiar que los consumidores estadounidenses tendrán más poder.