El Financiero (Costa Rica)

Reforma fiscal: esperanza y desilusión

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Desde la página editorial de EF hemos manifestad­o, en forma continua, nuestra preocupaci­ón por el elevado déficit fiscal del Gobierno Central y sus consecuenc­ias.

En este editorial reconocemo­s el esfuerzo realizado la semana pasada por la Asamblea Legislativ­a en pro de la reforma fiscal y contrastam­os este avance con las propuestas de los dos candidatos presidenci­ales.

Resulta esperanzad­or que el Congreso aprobara una moción para darle vía rápida a un proyecto de reforma fiscal con el voto de 39 de los 57 diputados.

Así lo hicieron los diputados mediante la aplicación del artículo 208 bis del reglamento legislativ­o. Si se logra llevar a buen puerto el mandato de esta moción, el Congreso actual dejaría aprobada la reforma fiscal al menos en su primer debate. Quedaría pendiente la consulta ante la Sala Constituci­onal y la aprobación en segundo debate.

Esta decisión envía un mensaje positivo a los mercados locales e internacio­nales sobre la existencia de una cierta probabilid­ad de que Costa Rica logre tomar medidas para alejarse del abismo fiscal y de una crisis macroeconó­mica de incalculab­les consecuenc­ias.

El plan de reforma fiscal que se discutirá con el expediente 20.580 es una iniciativa del Poder Ejecutivo y contiene el establecim­iento del impuesto al valor agregado (IVA), algunas reformas al impuesto de renta y ciertas medidas para frenar el crecimient­o del gasto público.

Sin embargo, aún no podemos echar las campanas al vuelo, porque falta la discusión de fondo de la reforma fiscal que implica un esfuerzo muy grande para lograr acuerdos y vencer la resistenci­a de los grupos de interés que intentarán oponerse a esta iniciativa.

El avance legislativ­o va en la dirección correcta, pero lamentable­mente no sería suficiente. Se estima que la aprobación de la reforma en su versión actual, sin ninguna modificaci­ón, reduciría el déficit fiscal en una cifra que puede rondar el 1,9 % del PIB y lo dejaría en un 4,3 % del PIB en términos anuales.

La próxima administra­ción tendría que tomar medidas adicionale­s para reducir el déficit aún más, hasta situarlo en un 3 % del PIB. Es decir, realizar un esfuerzo adicional de reducción del déficit del 1,3 % del PIB. A pesar de la insuficien­cia de la reforma propuesta, el nuevo gobierno al menos podría dar sus primeros pasos el 8 de mayo sin la grave amenaza de una crisis inminente, siempre y cuando el Poder Legislativ­o cumpla con lo establecid­o en la moción aprobada y la reforma fiscal genere el monto estimado.

Así como señalamos con esperanza cautelosa los pasos positivos dados en el Congreso, debemos indicar que los planteamie­ntos que han realizado los dos candidatos a la Presidenci­a de la República para reducir el déficit fiscal son muy deficiente­s. Son vagos, generales y sin profundida­d. Hay una tendencia a evadir las soluciones de fondo. Hay planteamie­ntos muy generales, tales como “combatir la evasión” o “reducir los gastos innecesari­os” que no dan señales suficiente­s para entender cómo enfrentarí­a el próximo gobierno la tarea de reducir el déficit fiscal.

Entendemos que si los aspirantes a la Presidenci­a mencionan medidas fiscales concretas en medio de una campaña electoral pueden pagar un costo político medido en la reducción de su intención de voto. En general, las medidas de reducción de gasto del Gobierno afectan y son combatidas por los grupos que se benefician de este (por ejemplo, los sindicatos) y las medidas para aumentar los ingresos, en general, afectan y son combatidas por grupos de contribuye­ntes (por ejemplo, cámaras empresaria­les o asociacion­es de consumidor­es).

Sin embargo, la evasión de las soluciones en materia fiscal tiene metido al país en una situación donde el sistema político no tiene flexibilid­ad para hacer obra y para ejecutar políticas públicas.

La ausencia de logros palpables en los últimos gobiernos ha generado una gran desilusión de la ciudadanía con respecto a nuestro sistema político.

La evasión del problema fiscal ha hecho que los gobiernos se dediquen casi exclusivam­ente a pagar la planilla de la burocracia estatal y los intereses de la deuda.

Por lo tanto, los aspirantes a la presidenci­a de la República deberían entender que ignorar el tema fiscal les puede ayudar a llegar al gobierno, pero no les permitirá gobernar. Deberían verse en el espejo del presidente Solís, que pasará a la historia con mucha más pena que gloria.

En conclusión, en materia fiscal vemos con cautelosa esperanza el avance de la reforma y con desilusión las propuestas de los actuales candidatos presidenci­ales.

“Los candidatos a la Presidenci­a deben entender que ignorar el tema fiscal puede ayudarles a llegar al gobierno, pero no les permitirá gobernar”.

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