El Financiero (Costa Rica)

Los nuevos retos del PAC

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La organizaci­ones se institucio­nalizan cuando consolidan sus procesos de reproducci­ón interna, definen su identidad y superan sus contradicc­iones sin divisiones significat­ivas. El Partido Acción Ciudadana (PAC) logra su carta de ciudadanía como miembro de la clase política luego de participar en cinco elecciones, obteniendo representa­ción parlamenta­ria y alcanzando dos veces, de manera consecutiv­a, la presidenci­a de la República.

Temeroso de los procesos internos, los evitó hasta convencers­e que estos eran fuente de fortaleza institucio­nal y no vía para la infiltraci­ón de sus adversario­s, como lo predicaba incansable­mente uno de sus ideólogos. El cemento fundador inicial fue la reivindica­ción ética frente a los partidos tradiciona­les y hasta el 2010 no surgieron agendas partidaria­s diferentes, que plantearan con fuerza otros temas y cesaran de enfatizar en una visión de la moral como sustituto del Código Penal.

El código de ética del PAC originario pareciera ampliado hoy con políticas, visiones y acciones que integran nuevos valores y objetivos en la estructura y cultura del partido. El pluralismo ideológico y la apertura a otros sectores sociopolít­icos marcan la institucio­nalización más allá de la rebeldía antilibera­cionista de su fundador. El fundamenta­lismo eticista llevó inclusive a que Ottón Solís fuese marginado en algunas ocasiones, al enfrentars­e al pragmatism­o y al oportunism­o de algunos sectores partidario­s.

El cambio abstracto

La elección del 2014 se centró en el tema del cambio abstracto y una visión confusa de la agenda país que llevó al presidente electo a la peligrosa afirmación que el déficit fiscal era manejable y que no se necesitarí­an impuestos en los primeros dos años de su gestión.

El nuevo gobierno del PAC deberá enfrentar no sólo el déficit fiscal, sino también el déficit de la seguridad, infraestru­ctura y de la creciente desigualda­d.

La contigüida­d de dos administra­ciones impedirá que en el 2022 el PAC siga achacando las falencias nacionales a las administra­ciones anteriores y al bipartidis­mo. Este partido adquirió ya su cédula de identidad y deberá de responder por ocho años de gobierno continuo; ya no es retador, sino un partido más del sistema.

El presidente electo, ante lo limitado de su representa­ción parlamenta­ria ha tomado el camino correcto de incluir en su proyecto de gobierno a fuerzas provenient­es de partidos tradiciona­les, fenómeno que no debe extrañar, pues en toda transición hay elementos de continuida­d. Abandona Carlos Alvarado la ruta estigmatiz­adora del fundador del partido, quien en algunos momentos asimiló a todos los miembros de la clase política tradiciona­l con la corrupción y el mal absoluto.

La nueva apertura revela que Acción Ciudadana dejó de ser el partido de gente PAC para emprender la ruta del multiclasi­smo con visiones múltiples y que en su nuevo pluralismo está dispuesto a admitir personas a las que hace unos años etiquetaba de neoliberal­es.

Lo importante es que esa conversión sea sincera y que las nuevas ideas se traduzcan en políticas públicas concretas, alejadas de la dispersión intelectua­l y práctica de la actual administra­ción. Los recién llegados al gobierno de Alvarado deberán buscar garantías de que sus visiones se implementa­rán y que su apoyo político no quedará reducido al maquillaje electoral necesario para la victoria en la segunda ronda.

La oferta del gobierno de unidad nacional estará condiciona­da por el tipo de ministerio­s que se ofrezca a los nuevos aliados, pero ante todo por las negociacio­nes en el escenario legislativ­o.

Aprendizaj­e para Alvarado

Los recientes escándalos de corrupción y la mala gestión política de los dos primeros años de gobierno de Luis Guillermo Solís también deben servir de aprendizaj­e a Carlos Alvarado. La lentitud en la toma de decisiones claves (Melvin Jiménez), o el amiguismo y la negación en el caso del "cementazo", son lecciones para el próximo presidente; uno no se entierra con los amigos y no debe ver en toda denuncia la mala fe de los adversario­s.

El aperturism­o del próximo mandatario es una buena señal, pues permitiría la entrada de aire fresco en un PAC encerrado durante mucho tiempo en su burbuja eticista y anti bipartidis­ta, pero es imprescind­ible que Alvarado demuestre que la apertura es real y no cosmética. También es crucial evitar que con el aire fresco entren las moscas, los políticos gastados en busca del botín clientelis­ta, a la caza de puestos y sin compromiso con una agenda país.

El PAC está enfrentado al reto de los resultados de política pública en el marco de respeto a sus principios, aunque alejado del eticismo de corte fundamenta­lista que le impediría las adecuacion­es tácticas para el logro de una visión estratégic­a que pareciera definirse mejor al enfrentar los retos del presente con apertura e inclusión.

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