8 de mayo del 2018: bola al centro
A pesar de una historia llena de glorias y galardones, lo cierto es que el equipo lleva rato con resultados mediocres. Y en los últimos años esa grandeza se ha ido erosionando a tal punto que en vez de luchar por el título, está luchando por evitar el descenso.
Hace cuatro años tocaba elecciones y los socios del club, ante el descontento popular por los inconsistentes resultados, le dieron la espalda a los dos grupos que tradicionalmente se habían rotado el poder al frente del equipo. Entró nueva dirigencia con tremenda expectativa. Los primeros partidos se jugaron a estadio lleno. Pero con una escuadra prácticamente nueva, al equipo le costó mucho el arranque: se notó la inexperiencia, falta de conjunto y esto se tradujo en desorden táctico y malos resultados.
Los fichajes bomba no funcionaron y la gran ilusión rápidamente se transformó en un enorme descontento. La sed de triunfo para calmar a los más fanáticos truncó la idea de un proyecto más serio: se infló la planilla de manera insostenible y se descuidaron las bases del club para seguir alimentando las vacas sagradas, ídolos pasados que claramente ya no estaban en su mejor nivel.
Las taquillas,
a raíz de los malos resultados, no subieron lo que se esperaba y el hueco en las finanzas del club se agravó a punto de crisis. Y vino nuevamente una asamblea y se votó por un cambio al cambio, aunque sin tanto cambio. Y nuevamente hay un aire de esperanza, aunque más cautelosa.
¿Tendrá la dirigencia la convicción para quitar a los ídolos inamovibles del pasado, para liberar recursos que permitan balancear las finanzas y abrir espacios para los canteranos más talentosos? ¿Se mantendrá fuerte cuando la afición presione? ¿Dará la directriz para que juegue el mejor, bajo una competencia sana y basada en mérito?
La respuesta a estas preguntas determinará si el club volverá a su gloria y grandeza en unos años, o seguirá el triste y amargo camino hacia el descenso.