Las empresas deben reparar sus culturas tóxicas
Invertir en capital cultural baja el riesgo de malas conductas corporativas
Grandes firmas financieras aumentan atención al riesgo de malas conductas tras los recientes casos de fraude
Alo largo de la última década, industrias, académicos y el sector público se han enfocado hacia la cultura y la ética, en respuesta a la crisis financiera y las malas conductas corporativas. Sin embargo, ¿qué rol desempeña la cultura en los malos comportamientos corporativos, y por qué persisten estas culturas problemáticas?
Mi perspectiva y enfoque respecto al riesgo de malas conductas está influenciado por mi trabajo como supervisor bancario, y mis antecedentes y entrenamiento como economista. En mi opinión, la supervisión bancaria debe incluir atención a la cultura de las firmas financieras, no solo a su solidez y seguridad financiera. Al pensar en la cultura de una compañía como una forma de inversión sujeta a las fallas del mercado, podemos entender de mejor forma por qué algunas veces las compañías toleran malas conductas y por qué no siempre las corrigen por sí mismas.
Los análisis de casos recientes de malas conductas en el sector financiero sugieren que estas no son solo producto de algunos individuos o malos procesos, sino el resultado de fallas organizacionales más amplias, permitidas por la cultura de la empresa. La posibilidad de una mala conducta de los empleados –el potencial de comportamientos o prácticas que sean ilegales, poco éticas o contrarias a los valores y políticas de la firma– es una forma de riesgo, semejante al riesgo de liquidez o al riesgo operacional. Invertir en capital cultural es una forma de reducir este riesgo.
El capital cultural de una firma es una clase de activo que impacta lo que la firma produce y cómo opera. El capital cultural es análogo al capital físico, como las propiedades; al capital humano, como los trabajadores habilidosos; o al capital de reputación, como el reconocimiento de marca. En una organización con niveles elevados de capital cultural, el riesgo de malas conductas es bajo, y sus estructuras organizacionales y resultados empresariales deseados son consistentes con los valores de la firma.
En una organización con bajos niveles de capital cultural, las políticas y procesos formales no reflejan los valores declarados de la organización. Por lo tanto, las malas conductas son resultado de normas y presiones que impulsan a los individuos a tomar decisiones que no están alineadas con los valores.
Como con otras formas de capital, una firma debe invertir en capital cultural o este se deteriorará con el paso del tiempo e impactará adversamente la capacidad productiva de la firma.
Muchas grandes firmas financieras han incrementado su atención al riesgo de malas conductas y motores culturales a consecuencia de los casos de fraude a lo largo de los últimos años. Sin embargo, el proceso ha sido desigual a lo largo de la industria, y las malas conductas continúan.
¿Por qué las firmas no están haciendo más por invertir en capital cultural? Específicamente, las firmas podrían operar con niveles subóptimos de capital cultural a causa de diferentes fallas de mercado. Tres fenómenos bien conocidos –externalidades, problemas del agente principal y selección adversa– podrían explicar por qué persiste el riesgo de malas conductas.
Externalidades: Las externalidades son el impacto que una transacción entre actores tiene en otros actores no relacionados. Por ejemplo, si una compañía contamina al hacer un producto, ni el comprador o el vendedor cargan el costo de esa contaminación, cae en la sociedad.
En el caso de la polución, las externalidades pueden provocar intervención gubernamental. En la regulación bancaria, las externalidades son el impulso conceptual detrás de los estándares mejorados para manejo del capital, liquidez y riesgo, que actualmente se aplican a las mayores instituciones financieras. Debido a que los costos de esas malas conductas no siempre son pagados por la firma, el liderazgo podría invertir sustancialmente menos de lo necesario al capital cultural que se requiere para prevenirlas.
Problemas de agente principal: Los problemas de agente principal suceden cuando los incentivos de los empleados no se alinean con los intereses generales de la administración o accionistas. Esto puede llevar a una toma excesiva de riesgos, falta de inversión en reducción de riesgos y un enfoque en réditos de corto plazo a costa de la viabilidad de largo plazo. Piense acerca del corredor que es recompensado por ganancias y pérdidas de corto plazo, y no por la creación de valor a largo plazo.
Selección adversa: La selección adversa sucede cuando las personas están particularmente mal adaptadas para algo y son las que tienen más probabilidades de participar. Esto puede suceder en el contexto de la cultura si eventos relacionados con ella cambian la composición de la fuerza de trabajo de la firma. Firmas con
“El capital cultural de una firma es una clase de activo que impacta lo que la firma produce”.
capital cultural relativamente bajo podrían atraer y retener empleados y clientes más inclinados a tomar riesgos inapropiados. Esto puede ocasionar que directores, ejecutivos y empleados de alta calidad abandonen estas firmas, agotando el capital humano de la empresa y contribuyendo al deterioro del capital cultural.
Rol del sector público
Frente a estas fallas del mercado, el sector público puede jugar un rol alentando la inversión en capital cultural. Si las firmas no tienen el incentivo suficiente para hacerlo, entonces el sector público debería empujarlas.
Atender la reforma cultural a lo largo de una industria entera es un desafío complejo, y no hay un enfoque o acción que lo resuelva por completo. El trabajo que los supervisores bancarios hacen en esta área es crítico, porque hay límites al poder de la regulación al atender temas culturales. Para entender cómo una firma maneja el riesgo de malas conductas, debemos incrementar nuestro enfoque en sus prácticas de toma de decisiones como un aspecto central de la buena gobernanza.
Nota del autor: Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente del autor y no representan necesariamente las del Federal Reserve Bank of New York o las del Federal Reserve System.■■