El Financiero (Costa Rica)

Las empresas deben reparar sus culturas tóxicas

Invertir en capital cultural baja el riesgo de malas conductas corporativ­as

- Kevin Stiroh Vicepresid­ente ejecutivo y jefe de supervisió­n en el Federal Reserve Bank de Nueva York

Grandes firmas financiera­s aumentan atención al riesgo de malas conductas tras los recientes casos de fraude

Alo largo de la última década, industrias, académicos y el sector público se han enfocado hacia la cultura y la ética, en respuesta a la crisis financiera y las malas conductas corporativ­as. Sin embargo, ¿qué rol desempeña la cultura en los malos comportami­entos corporativ­os, y por qué persisten estas culturas problemáti­cas?

Mi perspectiv­a y enfoque respecto al riesgo de malas conductas está influencia­do por mi trabajo como supervisor bancario, y mis antecedent­es y entrenamie­nto como economista. En mi opinión, la supervisió­n bancaria debe incluir atención a la cultura de las firmas financiera­s, no solo a su solidez y seguridad financiera. Al pensar en la cultura de una compañía como una forma de inversión sujeta a las fallas del mercado, podemos entender de mejor forma por qué algunas veces las compañías toleran malas conductas y por qué no siempre las corrigen por sí mismas.

Los análisis de casos recientes de malas conductas en el sector financiero sugieren que estas no son solo producto de algunos individuos o malos procesos, sino el resultado de fallas organizaci­onales más amplias, permitidas por la cultura de la empresa. La posibilida­d de una mala conducta de los empleados –el potencial de comportami­entos o prácticas que sean ilegales, poco éticas o contrarias a los valores y políticas de la firma– es una forma de riesgo, semejante al riesgo de liquidez o al riesgo operaciona­l. Invertir en capital cultural es una forma de reducir este riesgo.

El capital cultural de una firma es una clase de activo que impacta lo que la firma produce y cómo opera. El capital cultural es análogo al capital físico, como las propiedade­s; al capital humano, como los trabajador­es habilidoso­s; o al capital de reputación, como el reconocimi­ento de marca. En una organizaci­ón con niveles elevados de capital cultural, el riesgo de malas conductas es bajo, y sus estructura­s organizaci­onales y resultados empresaria­les deseados son consistent­es con los valores de la firma.

En una organizaci­ón con bajos niveles de capital cultural, las políticas y procesos formales no reflejan los valores declarados de la organizaci­ón. Por lo tanto, las malas conductas son resultado de normas y presiones que impulsan a los individuos a tomar decisiones que no están alineadas con los valores.

Como con otras formas de capital, una firma debe invertir en capital cultural o este se deteriorar­á con el paso del tiempo e impactará adversamen­te la capacidad productiva de la firma.

Muchas grandes firmas financiera­s han incrementa­do su atención al riesgo de malas conductas y motores culturales a consecuenc­ia de los casos de fraude a lo largo de los últimos años. Sin embargo, el proceso ha sido desigual a lo largo de la industria, y las malas conductas continúan.

¿Por qué las firmas no están haciendo más por invertir en capital cultural? Específica­mente, las firmas podrían operar con niveles subóptimos de capital cultural a causa de diferentes fallas de mercado. Tres fenómenos bien conocidos –externalid­ades, problemas del agente principal y selección adversa– podrían explicar por qué persiste el riesgo de malas conductas.

Externalid­ades: Las externalid­ades son el impacto que una transacció­n entre actores tiene en otros actores no relacionad­os. Por ejemplo, si una compañía contamina al hacer un producto, ni el comprador o el vendedor cargan el costo de esa contaminac­ión, cae en la sociedad.

En el caso de la polución, las externalid­ades pueden provocar intervenci­ón gubernamen­tal. En la regulación bancaria, las externalid­ades son el impulso conceptual detrás de los estándares mejorados para manejo del capital, liquidez y riesgo, que actualment­e se aplican a las mayores institucio­nes financiera­s. Debido a que los costos de esas malas conductas no siempre son pagados por la firma, el liderazgo podría invertir sustancial­mente menos de lo necesario al capital cultural que se requiere para prevenirla­s.

Problemas de agente principal: Los problemas de agente principal suceden cuando los incentivos de los empleados no se alinean con los intereses generales de la administra­ción o accionista­s. Esto puede llevar a una toma excesiva de riesgos, falta de inversión en reducción de riesgos y un enfoque en réditos de corto plazo a costa de la viabilidad de largo plazo. Piense acerca del corredor que es recompensa­do por ganancias y pérdidas de corto plazo, y no por la creación de valor a largo plazo.

Selección adversa: La selección adversa sucede cuando las personas están particular­mente mal adaptadas para algo y son las que tienen más probabilid­ades de participar. Esto puede suceder en el contexto de la cultura si eventos relacionad­os con ella cambian la composició­n de la fuerza de trabajo de la firma. Firmas con

“El capital cultural de una firma es una clase de activo que impacta lo que la firma produce”.

capital cultural relativame­nte bajo podrían atraer y retener empleados y clientes más inclinados a tomar riesgos inapropiad­os. Esto puede ocasionar que directores, ejecutivos y empleados de alta calidad abandonen estas firmas, agotando el capital humano de la empresa y contribuye­ndo al deterioro del capital cultural.

Rol del sector público

Frente a estas fallas del mercado, el sector público puede jugar un rol alentando la inversión en capital cultural. Si las firmas no tienen el incentivo suficiente para hacerlo, entonces el sector público debería empujarlas.

Atender la reforma cultural a lo largo de una industria entera es un desafío complejo, y no hay un enfoque o acción que lo resuelva por completo. El trabajo que los supervisor­es bancarios hacen en esta área es crítico, porque hay límites al poder de la regulación al atender temas culturales. Para entender cómo una firma maneja el riesgo de malas conductas, debemos incrementa­r nuestro enfoque en sus prácticas de toma de decisiones como un aspecto central de la buena gobernanza.

Nota del autor: Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente del autor y no representa­n necesariam­ente las del Federal Reserve Bank of New York o las del Federal Reserve System.■■

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SHUTTERSTO­CK PARA EF

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