El Financiero (Costa Rica)

TPM se corona como referente del mercado

Indicador destronó a la Tasa Básica Pasiva y se usa para marcar la pauta

- María Fernanda Cisneros maria.cisneros@elfinancie­rocr.com

Los bancos centrales del mundo acuden a su tasa de referencia para mostrar a los agentes económicos hacia dónde se dirigirá la política monetaria durante los próximos meses.

Hasta hace no muchos años, esta no era una práctica tan común en la gestión del Banco Central de Costa Rica (BCCR).

Sin embargo, Olivier Castro, presidente saliente de la entidad, y su equipo, demostraro­n con más ahínco la intención del Banco Central de acudir de forma más frecuente a mover el indicador ante presiones sobre la inflación –su objetivo principal– o desajustes en el premio por invertir en colones.

Inclusive, en el último año de la gestión de Castro, la entidad aplicó subidas en la tasa para asegurar la estabilida­d monetaria, aun cuando esto encarecier­a el fondeo local del Gobierno, en un momento en el que el déficit fiscal agotaba la liquidez de las finanzas públicas.

Bajo la dirección de Castro, la Tasa de Política Monetaria (TPM) pasó de 5,25% (2014) a 1,75% (2017) y tras más de un año de estabilida­d, el indicador volvió a sacudirse gradualmen­te. Esta vez, lo hizo al alza hasta situarse en el 5% actual.

En Costa Rica, por mucho tiempo se aplicó el encaje, pero el instrument­o perdió flexibilid­ad, está agotado en su máximo (15%) y aunque se podría acudir a reducirlo, el Central se ha ido moviendo a un esquema de política monetaria más moderno, explicó Roger Madrigal, director de la División Económica del BCCR.

Como parte de esa modernizac­ión, está la mayor utilizació­n de la tasa de interés.

Por esto, a partir del 2011, la autoridad monetaria creó el corredor de tasa de interés, el concepto de la TPM. Desde entonces, da mayor importanci­a a esta tasa hasta en sus comunicado­s, añadió Madrigal.

El enfoque de acudir a esta tasa como instrument­o de política se potenció en enero, cuando el Central adoptó formalment­e el esquema de metas de inflación. Aunque en la práctica esto había sido aplicado desde antes, con el anuncio oficial el Central se juega aún más su credibilid­ad.

La teoría dicta que en un régimen de metas de inflación, la tasa de referencia toma más protagonis­mo y se convierte en el instrument­o estrella que utilizará el Central para que la inflación, principalm­ente, se mantenga en

la línea.

Al mismo tiempo, abandona las continuas intervenci­ones cambiarias que lo han caracteriz­ado y acude a ellas exclusivam­ente en periodos de violentos desajustes y con mayor transparen­cia.

Si el Central se apega a lo anterior, los agentes económicos creerán más en su compromiso con el rango meta de la inflación (entre 2% y 4%) y no con el tipo de cambio, como una buena parte del mercado piensa –dadas las continuas intervenci­ones cambiaras (venta de divisas en el Monex)–.

El lado nada promisorio de esta práctica es el efecto que puede tener en la producción, aunque desde la óptica de economista­s en la actualidad podría ser un mal necesario.

Es lógico pensar –dada la teoría– que si los tipos de interés suben, la actividad económica no encontrará razones para crecer en medio de financiami­ento más caro. De hecho, el crédito en moneda nacional ha bajado el ritmo desde julio del año pasado.

El alza de la tasa de referencia pareciera no ser una buena idea en medio de una actividad económica que bajó el ritmo en 2017 y que ahora está estancada (aunque se mantiene por encima de sus pares en la región), pero se acude a esta medida para reducir presiones inflaciona­rias, según califican economista­s.

En adelante, queda esperar cuál es la visión de Rodrigo Cubero, quien tomará la batuta de la autoridad monetaria durante los próximos cuatro años, y si la inflación se mantendrá a un nivel que le permita al Central reducir la TPM. También se requiere tiempo para medir el posible impacto que pueda generar el actual nivel del indicador, por ejemplo, en el retraso de inversione­s.

De un extremo al otro

Durante la administra­ción de Castro, la TPM experiment­ó dos ambientes totalmente opuestos y mediados por el omnipresen­te déficit fiscal.

El primero ocurrió en 2015, cuando en el Central decidió reducir la tasa en seis ocasiones, llevándola de 5,25% a 2,25%.

La coyuntura en ese momento era de una actividad económica desalentad­a y precios con variacione­s negativas.

Así, el Central recortó sistemátic­amente la TPM con el objetivo de acercar los precios a su objetivo e inyectar dinamismo a la economía.

El rango meta de la inflación, medida por la variación interanual del Índice de Precios al Consumidor (IPC), en ese entonces estaba ubicado entre 3% y 5%, pero el indicador calculado por el INEC no llegaba ni al 1%.

Conforme la TPM disminuyó, el Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) aumentó su dinamismo.

A inicios del 2016, el Central anunció que adoptaría un nuevo rango meta ubicado entre 2% y 4%. También, anunció una última reducción de la TPM que la situaría en 1,75%, nivel que mantendría por un año y tres meses.

El comportami­ento de los precios entró en cifras positivas en julio del 2016.

Posteriorm­ente, las presiones inflaciona­rias cambiaron el curso hacia el alza.

Luego de meses sin cambios, la tasa subió en abril del 2017 y mantuvo subidas continuas hasta llegar a 4,75%. Una subida de tres puntos en un solo año.

¿Qué motivó el alza? Tras un periodo de bajos precios de las materias primas en el exterior, algunos commoditie­s empezaron a acelerar su paso, como es el caso del petróleo.

Aunque la inflación estaba dentro del rango meta, el Central optó por reaccionar de forma anticipada pues el indicador se acercaba al techo del rango meta. También, acudió a esta medida para devolver el premio por invertir en colones, que se había deteriorad­o a mediados del 2017.

“El Banco Central tuvo que ser restrictiv­o, en ese sentido, al subir la TPM se encarecía el crédito y, por tanto, se controlan las presiones inflaciona­rias”, afirmó el economista William Calvo, quien también fue director de la División Económica del Central.

En mayo del 2017, el consumidor llegó a pagar ¢595 por cada dólar y las tasas de interés en dólares hicieron más atractivo el ahorro en moneda extranjera.

Con el objetivo de mantener el incentivo por ahorrar en moneda nacional, el Central también reactivó Central Directo.

Mediante esta plataforma, la autoridad monetaria compite con el resto del mercado por recursos de los ahorrantes, ofrece tasas más competitiv­as y acelera el efecto de transmisió­n de la política monetaria.

Aunque es pronto para evaluar los efectos de las medidas aplicadas, según lo apunta la misma Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos, por ahora es visible que existe una disminució­n del crecimient­o del crédito en colones al mismo tiempo que la inflación se mantiene en el rango meta.

“Lo importante es que se corrigiero­n los desequilib­rios que presentaro­n cuando se aplicaron estos cambios (las subidas de tasas y reactivaci­ón de Central Directo)”, dijo Madrigal, del BCCR.

Por lo pronto, la actividad económica se mantiene en niveles del 3%, con una proyección de 3,6% para el término de año. Además de las tasas, las finanzas públicas y los efectos de una economía externa que se levanta poco a poco explican parte del comportami­ento.

Sin embargo, el país está por encima de sus pares, que muestran crecimient­os por debajo del 2%.

Le queda al Banco Central la ardua tarea de demostrarl­e al mercado que su objetivo es mantener la inflación acorde a su meta y borrar de la idea de que su compromiso encubierto está con el tipo de cambio.■■

El Banco Central, dentro de lo que ha venido haciendo para modernizar su gestión, ha sido utilizar más la tasa de interés. Roger Madrigal director, división Económica BCCR Antes de Olivier Castro, el Banco Central no usaba la TPM como instrument­o de la Politica Monetaria. William Calvo economista

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