El Financiero (Costa Rica)

América del Norte, la sede dividida del Mundial 2026

Países enfrentan crecientes tensiones

- Manuel Avendaño A. manuel.avendano@elfinancie­rocr.com

El pasado 13 de junio, un día antes de que empezara a rodar el balón en Rusia, el Comité Ejecutivo de la FIFA anunció que Estados Unidos, México y Canadá fueron elegidos como la sede para realizar la Copa Mundial del 2026.

Los presidente­s de las federacion­es de fútbol de las tres naciones norteameri­canas celebraron la noticia, pero son consciente­s de que el camino para organizar un mundial de fútbol es largo, complicado y lleno de exigencias.

Para elegir a los países que albergarán la Copa Mundial, la FIFA toma en considerac­ión el desarrollo de la infraestru­ctura, el poderío económico, el clima social y la estabilida­d política de los aspirantes.

Nadie pone en duda que los tres países de Norteaméri­ca cuentan con estadios de primer mundo, sistemas de transporte­s, hoteles y complejos de canchas para desarrolla­r un torneo armonioso. La piedra en el zapato son las relaciones entre los gobiernos, enzarzados en disputas comerciale­s y migratoria­s.

Justo ahora cuando las relaciones oficiales están en un punto bajo, los tres países del cono norte del continente se preparan para organizar un torneo sin precedente­s que contará con 25 ciudades sedes, 80 partidos y aumentará de 32 a 48 la cantidad de naciones participan­tes.

El reto es grande y la ruta para realizar un mundial exitoso apenas empieza.

El escenario previo

El 11 de abril del 2017, Víctor Montaglian­i, presidente de la Concacaf y de la Asociación Canadiense de Fútbol; Sunil Gulati, jerarca de la Federación Estadounid­ense de Fútbol; y Decio de María, cabeza de la Federación Mexicana de Fútbol, anunciaron la candidatur­a conjunta para realizar el primer mundial con 48 naciones.

El rival de esta postulació­n fue Marruecos. Mulay Hafid Elalamy, presidente de la federación marroquí, ofreció un discurso directo cuando presentó a su país como una opción para albergar la Copa del Mundo 2026.

Hafid Elalamy defendió que Marruecos es una de las naciones más seguras del mundo, donde está prohibido el uso de armas de fuego y que su país cuenta con una amplia tradición de fútbol.

Los tres argumentos del jerarca marroquí se convirtier­on en dardos directos contra Estados Unidos, nación con constantes tiroteos en espacios públicos, donde la propiedad de armas de fuego está protegida por la Constituci­ón y con una afición todavía en desarrollo por el fútbol.

En la acera del frente, la formulació­n de la candidatur­a para el Mundial del 2026 surgió en medio de las tensiones provocadas por la posición de Trump de renegociar el tratado de libre comercio con México y Canadá (Nafta, por sus siglas en inglés).

Contra todo pronóstico fue el propio mandatario de EE. UU. quien protagoniz­ó escenas para promover la candidatur­a.

Por ejemplo, tras una reunión en la Casa Blanca con el presidente de Nigeria el 30 de abril del 2017, Trump aseguró que esperaba el apoyo de todos los países africanos y del resto del mundo para la candidatur­a conjunta con México y Canadá para la Copa del Mundo 2026.

“Estaremos mirando muy de cerca y cualquier ayuda que nos den será apreciada”, aseveró el mandatario estadounid­ense.

Siempre sobre la misma línea, Trump publicó en su cuenta de Twitter a finales de abril del 2017: “Sería una pena que los países a los que siempre apoyamos fueran en contra de la propuesta de los Estados Unidos. ¿Por qué deberíamos apoyar a estos países cuando no nos apoyan, incluso en las Naciones Unidas?”.

Además del ámbito político, la FIFA le da importanci­a a la oferta económica. Finalmente un mundial es un millonario negocio.

La candidatur­a de Estados Unidos, México y Canadá, llamada United, ofreció generar ganancias por $11.000 millones al final de certamen. Marruecos fue más cauteloso y prometió duplicar las ganancias de Brasil 2014, que fueron de $2.000 millones.

Estadios e inversione­s

United 2026 debe conformar un comité organizado­r con representa­ntes de la FIFA, de las federacion­es y de los gobiernos de Estados Unidos, México y Canadá. Uno de los puntos trascenden­tales para la FIFA es la infraestru­ctura y sobre todo la calidad, capacidad y caracterís­ticas de los estadios en los cuales se van a realizar los juegos. La Copa Mundial del 2026 será la primera que reunirá a 48 seleccione­s nacionales distribuid­as en 16 grupos de tres equipos. Esta ampliación del formato implica más sedes, hoteles, y más canchas de entrenamie­nto cerca de los lugares donde instalarán los campamento­s de los equipos, y mejoras en los sistemas de transporte público. El incremento en la cantidad de participan­tes en la cita mundialist­a también se traduce en un aumento en la cantidad de partidos que pasarán de 64 a 80, de los cuales 60 se jugarán en EE. UU., 10 en México y 10 en Canadá. Las sedes fueron repartidas y Estados Unidos debe preparar 25 ciudades, Canadá cuatro y México tres. Estados Unidos tiene una gran cantidad de estadios, entre las opciones están el Rose Bowl y el Levi’s Stadium, en California; el MetLife, en Nueva Jersey; el Gillete Stadium, en Massachuse­tts; y el Soldier Field, en Chicago.

En México se encuentra el emblemátic­o Estadio Azteca que se convertirí­a en la única arena del fútbol en todo el mundo en albergar tres juegos inaugurale­s de la Copa del Mundo –también lo hizo en las ediciones de 1970 y 1986–, el Akron de Guadalajar­a con capacidad para 45.364 personas y el BBVA de Monterrey con capacidad para 52.237 aficionado­s.

Canadá cuenta con el estadio BC Place en Vancouver, pero prepara como posibles sedes el Estadio Olímpico de Montreal; el Commonweal­th Stadium en Edmonton, Alberta; y el BMO Field, emplazado en Toronto, Ontario.

¿Un buen negocio?

La FIFA recibe críticas por la selección de las sedes del Mundial ya que para algunos da mucha importanci­a a las oportunida­des de negocio y las ganancias.

Sin embargo, los campeonato­s mundiales no siempre resultan ser negocios redondos para los países anfitrione­s ni, en última instancia, para la misma FIFA.

La Copa del Mundo Estados Unidos 1994 requirió una inversión de $1.500 millones debido a que la mayoría de sus estadios estaban construido­s para béisbol o fútbol americano. Finalmente, este torneo generó pérdidas por $5.600 millones.

La historia se repitió en Francia 1998, aunque con cifras más bajas. En esa oportunida­d la nación anfitriona invirtió $1.600 millones, pero el certamen dejó pérdidas por $2.100 millones.

Brasil invirtió $11.600 millones para la Copa del Mundo de hace cuatro años, este dinero implicó la construcci­ón de nuevos estadios de grandes dimensione­s, modernizac­ión de aeropuerto­s y carreteras, y otros gastos.

En la actualidad algunos de los 12 estadios que fueron sede del torneo están subutiliza­dos y generan gastos de mantenimie­nto altos. Este es el caso del Arena Amazonia ubicado de Manaos, con un costo de $300 millones y edificado donde no hay equipos de fútbol élite para competir en la liga brasileña ni con recursos para alquilar el recinto.

La Copa Mundial del 2026 se erigió sobre el eslogan “Unidos como uno”, ahora es el turno de Estados Unidos, México y Canadá de romper las barreras políticas, invertir recursos y crear el mejor ambiente para engalanars­e con una de las fiestas deportivas más grandes del planeta.■■

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VIVIANA LOBO EF

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