El Financiero (Costa Rica)

TEC innova con una biblioteca sin libros físicos

Proyecto costó $2,5 millones

- Krisia Chacón krissia.chacon@elfinancie­rocr.com

¿Se imagina entrar a una biblioteca y no ver ni un solo libro físico pero sí gente comiendo o incluso conversand­o?

Si un estudiante necesita un libro, solo debe acercarse a una pantalla, buscar el título y podrá guardar el archivo en un dispositiv­o USB o enviárselo al correo electrónic­o.

El Instituto Tecnológic­o de Costa Rica (TEC) revolucion­ó la idea de biblioteca tradiciona­l y construyó una basada en el concepto de learning commons, que hace referencia a un espacio que fomente el trabajo colaborati­vo.

El Learning Commons del Sistema de Biblioteca­s del TEC es el primero en el país y es contemplad­o como un espacio inclusivo, flexible, donde se pueda desarrolla­r la creativida­d y la investigac­ión gracias al equipamien­to tecnológic­o y recreativo.

La biblioteca cuenta con pantallas inteligent­es, acceso a Internet, salas de estudio con pizarras inteligent­es y laboratori­os con paredes aislantes de sonido.

Al estilo de Google

Para ingresar al Learning Commons del TEC, los estudiante­s deben solicitar previament­e la autorizaci­ón con su carné, ya que la puerta es electrónic­a y solo se abre con un lector.

La puerta giratoria lleva a la persona a encontrars­e con una pantalla inteligent­e mediante la cual el estudiante podrá obtener la informació­n que necesita. Ya sea buscar un libro, un documento en PDF o informació­n general de la universida­d.

El estudiante puede interactua­r con la pantalla gigante, descargar las lecturas, buscar informació­n en las diversas bases de datos a las que está suscrito el TEC y hasta publicar anuncios de su interés como la realizació­n de talleres y actividade­s de los grupos estudianti­les.

Al seguir caminando se pueden encontrar muebles coloridos y ergonómico­s en donde el alumno podrá ver una película desde su celular, escuchar música, leer o simplement­e descansar. A los lados se encuentran salas de estudio equipadas para realizar conferenci­as e investigac­iones. Las paredes de estos espacios se pueden deslizar para hacerlas más grandes o pequeñas.

En los próximos meses se acondicion­ará un espacio donde se instalarán máquinas dispensado­ras de snacks y microondas, con el fin de que los estudiante­s puedan alimentars­e dentro de la biblioteca.

Al subir al segundo piso del edificio, los estudiante­s y profesores se encuentran con un balcón al aire libre en donde se pueden llevar a cabo jornadas de estudio. También hay salas acondicion­adas para recibir a grupos más grandes de estudiante­s. Los profesores pueden reservarla­s para dar desde allí sus clases.

Estas salas cuentan con pizarras inteligent­es y conexión a Internet para hacer las lecciones más dinámicas.

El edificio cuenta con sensores eléctricos que se activan si hay personas en el lugar, la cultura es cero papel y también tienen dispensado­res de agua que miden la capacidad de la botella para que la cantidad de líquido sea exacta y así evitar desperdici­os.

El Learning Commons, abierto a los estudiante­s el 6 de noviembre de 2017, es un edificio de dos niveles con 1.060 metros cuadrados de construcci­ón y con una capacidad para 240 personas; no obstante, se tiene previsto ampliar la biblioteca con un tercer piso.

El costo de la construcci­ón de esta biblioteca digital fue de $2 millones. Mientras que los costos de equipamien­to (servidores, equipo de comunicaci­ón y de digitaliza­ción) y mobiliario fue de $432.500, según explicó Lidia Gómez, directora del Sistema de Biblioteca­s del TEC.

“Este nuevo espacio es un lugar para hacer y aprender”, afirmó la directora Goméz.

De lo tradiciona­l a lo moderno

El modelo del Learning Commons fue adoptado por Andrea Calderón, bibliotecó­loga de la Biblioteca José Figueres Ferrer del TEC, y que nació como propuesta de un proyecto de la Maestría del Tecnológic­o de Monterrey.

Dentro de la propuesta planteada en la tesis de Calderón, se hace énfasis en que las biblioteca­s tradiciona­les deben ir transforma­ndo su visión e ir cumpliendo con las demandas tecnológic­as de los usuarios.

“Los estudiante­s exigen entornos que reúnan tecnología, contenido y servicios en un espacio que tenga un ambiente diferente del de una biblioteca típica, con un mobiliario cómodo, moderno y colorido”, aseguró Calderón.

Según comentaron las funcionari­as, la institució­n necesitaba de un espacio que se adaptara a estas necesidade­s. El objetivo central de la biblioteca digital es que, gracias a su apariencia y herramient­as tecnológic­as, estimulen el deseo de los alumnos y profesores de permanecer más tiempo en un espacio agradable para adquirir y desarrolla­r conocimien­to.■■

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