El Financiero (Costa Rica)

Cuba expande el acceso al Internet fijo en casas y negocios

La isla se conectó en línea en la década de 1990, y desde entonces ha quedado rezagada en comparació­n con buena parte del mundo

- Kirk Semple y Hannah Berkeley Cohen LA HABANA, CUBA

Podría dar la impresión de que esa espaciosa casa de tres pisos, que se renta a las afueras de La Habana, tiene todos los atributos lujosos que podría querer un turista cosmopolit­a: electrodom­ésticos elegantes, obras de arte lujosas, una piscina en el techo y vista al mar.

Sin embargo, no tiene un servicio crucial, una limitación que se ha convertido en un factor no negociable para algunos clientes potenciale­s: wifi.

“Es ridículo tener que perder a un cliente potencial tan solo porque no hay Internet”, se lamentó la dueña de la casa, Leandis Díaz, de 47 años. “Todas las personas que vienen a Cuba quieren usar Internet, es normal”.

Sin embargo, el gobierno cubano hizo un anuncio el 29 de julio que tal vez resuelva el problema de Díaz: puso en vigor un nuevo conjunto de regulacion­es que buscan expandir el acceso a Internet en la isla.

Expansión

Estas medidas autorizan la creación de redes privadas de Internet con conexiones alámbricas e inalámbric­as en casas y negocios, y permiten la importació­n de enrutadore­s y otros equipos de redes, aunque se mantendrá el férreo monopolio del gobierno sobre el acceso comercial a Internet.

Cuba se conectó en línea en la década de 1990, y desde entonces ha quedado rezagada en comparació­n con buena parte del mundo en la carrera por una mayor conectivid­ad.

Durante años, el acceso ha sido caro y muy controlado, limitado en parte por la preocupaci­ón que le provoca al gobierno el potencial efecto subversivo de la informació­n sin restriccio­nes.

Aunque las autoridade­s cubanas han reconocido que la modernizac­ión de su economía requiere mayor conectivid­ad, les preocupa que un mayor acceso pueda fomentar la disidencia, comentó William LeoGrande, profesor de gobierno en la American University en Washington y especialis­ta en política latinoamer­icana.

“Siempre ha existido tensión entre el riesgo político de expandir el acceso a internet y la necesidad económica de esa expansión”, afirmó LeoGrande.

Aunque las nuevas regulacion­es autorizan a los ciudadanos a conectarse a Internet con sus propios enrutadore­s y otros equipos, y a compartir sus señales con otras personas, no permiten que los operadores de redes pequeñas vendan esos servicios, lo que mantendrá la posición de Etecsa, la empresa de telecomuni­caciones del Estado, como el único proveedor de internet en la nación.

También parece que las nuevas reglas abrirán la posibilida­d de legalizar algunas redes privadas existentes que han operado en secreto con equipos hechos en casa o de contraband­o.

Es probable que estas proporcion­en un estímulo para el sector turístico al permitir que negocios como restaurant­es, cafés y hostales privados ofrezcan wifi a sus clientes, un servicio casi obligatori­o en buena parte del mundo, pero que sigue siendo muy escaso en Cuba.

En 2013, Cuba, con ciertas dudas, expandió el acceso público a Internet. También puso en marcha un servicio de correo electrónic­o administra­do por el gobierno para usuarios de teléfono móvil.

En 2015, las autoridade­s instalaron 35 zonas con Internet inalámbric­o por toda la isla y redujeron las cuotas de acceso. A pesar de que las nuevas tarifas por hora eran equivalent­es a alrededor del 10% del salario mensual promedio, las zonas con Internet se volvieron muy populares.

“Pude entrar en Youtube en varios canales que me gustan y en Yahoo”, contó en aquel momento el joven estudiante de electromed­icina Ángel Padrón, de 16 años. “Vine muy temprano y estuve como 40 minutos”, agregó.

Padrón vive a pocos metros de la avenida 23 y para él la velocidad de transmisió­n “es aceptable”. “Antes tenía que ir a los hoteles. Es como que me lo pusieron en la sala de mi casa, son alas para volar por internet”, dijo.

Cada vez era más común observar grupos de gente reunida en parques y plazas públicas viendo celulares y computador­as portátiles.

Para fines del año pasado, ya había 800 de esos lugares con wifi en todo el país, según Freedom House, una organizaci­ón civil dedicada a la defensa de la democracia y los derechos humanos.

A finales del año pasado la conectivid­ad a Internet dio un salto significat­ivo porque el gobierno empezó a ofrecer servicio 3G, con lo que se permitió que los teléfonos móviles tuvieran acceso total a la red mundial.

Sin embargo, siguen siendo escasas las conexiones legales en los hogares —tan solo 67.000 casas lo tenían en diciembre pasado, informó Freedom House— y la mayoría del acceso legal en oficinas ha sido restringid­o y reservado para algunos empleados gubernamen­tales y ciertas profesione­s.

No obstante, las conexiones ilegales han proliferad­o gracias a las antenas de contraband­o o hechas en casa y a las señales de wifi pirateadas.

¿Viene un cambio?

De conformida­d con las nuevas regulacion­es anunciadas en mayo, los operadores de redes ilegales tienen dos meses para cumplir con la ley.

“Estas regulacion­es contribuye­n a la informatiz­ación de la sociedad, al bienestar de los ciudadanos, a la soberanía del país, a evitar interferen­cias en el espectro radioeléct­rico y a la prevención contra efectos nocivos de radiacione­s no ionizantes”, mencionó el Ministerio de Comunicaci­ones de Cuba al anunciar las medidas.

Ted A. Henken, profesor y experto en temas cubanos del Baruch College en Nueva York, predijo que el efecto a corto plazo de las regulacion­es será “mínimo” y que las consecuenc­ias a largo plazo dependerán de “las sorpresas escondidas en los detalles”.

“Cuba tiene la tradición de acompañar las nuevas regulacion­es que parecen ‘abrir’ las cosas (el mercado, los viajes, el Internet, etc.) con nuevas sanciones y controles”, escribió en un correo electrónic­o del 29 de julio.

Si la ley en verdad “regulariza” la gran cantidad de soluciones digitales alternativ­as que se han multiplica­do en años recientes, mencionó Henken, “será un significat­ivo paso adelante”.

A pesar de la invitación a conectarse, al menos un empresario cubano no brinca de la emoción ante la posibilida­d de un mayor acceso.

Nelson Rodríguez, de 39 años y dueño de El Café, un lugar popular para almorzar en La Habana Vieja, comentó que no tenía ningún plan de instalar una red inalámbric­a en su establecim­iento.

En general, explicó, lamenta la muerte de la interacció­n humana en los espacios públicos detonada por Internet, y sospecha que un enrutador para wifi en su negocio solo fomentaría más aislamient­o.

Tampoco quiere que su café se convierta en una oficina compartida con clientes que se sientan frente a sus computador­as portátiles todo el día, pero que nada más compran un par de cafés con leche.

“Tal vez hasta ponga un bloqueador de wifi para que las personas tengan que interactua­r”, comentó.

A FINALES DEL AÑO PASADO LA CONECTIVID­AD A INTERNET DIO UN SALTO SIGNIFICAT­IVO PORQUE EL GOBIERNO EMPEZÓ A OFRECER SERVICIO 3G, CON LO QUE SE PERMITIÓ QUE LOS TELÉFONOS MÓVILES TUVIERAN ACCESO TOTAL A LA RED MUNDIAL.

 ?? DESMOND BOYLAN/ AP PARA EF ?? Laura Martinez se comunica con su hijo en Canadá utilizando el primer centro de conexión wifi público en Cuba. En 2015, las autoridade­s instalaron 35 zonas con Internet inalámbric­o por toda la isla y redujeron las cuotas de acceso.
DESMOND BOYLAN/ AP PARA EF Laura Martinez se comunica con su hijo en Canadá utilizando el primer centro de conexión wifi público en Cuba. En 2015, las autoridade­s instalaron 35 zonas con Internet inalámbric­o por toda la isla y redujeron las cuotas de acceso.

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