Demócratas ante un dilema comercial y político
Los miembros de ese partido en la Cámara de Representantes de Estados Unidos debaten entre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y el posible juicio a Donald Trump
Los demócratas de la Cámara de Representantes regresan este lunes 9 a Washington para enfrentar una difícil decisión: concederle una victoria al presidente Donald Trump en medio de una candente batalla en torno al juicio político, o darle la espalda a uno de los pactos comerciales más progresistas negociados en la historia por cualquiera de los dos partidos.
El gobierno de Trump convino con Canadá y México los ajustes al Tratado de Libre Comercio de América del Norte hace un año, pero el Congreso todavía no autoriza el acuerdo. Concretar el convenio con el gobierno en los próximos días le daría al caucus demócrata un logro tangible en un tema de interés para su base. También es una oportunidad para los demócratas de garantizar cambios que querían hacer desde hace tiempo a las políticas del convenio, pues lo criticaban por darle prioridad a las corporaciones en vez de a los trabajadores, y sentar las bases para los tratados de comercio del futuro.
Estos factores han persuadido a los demócratas de sentarse a la mesa en un momento no muy propicio, dadas las tensiones que se viven en Washington por el enfrentamiento bipartidista y la profunda división generada por las investigaciones del juicio político. Después de meses de conversaciones, incluso durante la festividad del Día de Acción de Gracias, ambos bandos afirmaron encontrarse en la fase final de las negociaciones. Sin embargo, los demócratas insisten en que el gobierno debe hacer más cambios a las disposiciones en materia laboral y ambiental, entre otras cosas, antes de que la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, de California, presente a votación la legislación que pondrá en marcha el nuevo Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá.
“El acuerdo que ya negociamos es mucho mejor que el TLCAN”, afirmó el representante Richard E. Neal de Massachusetts, quien encabeza al grupo demócrata encargado de negociar con el gobierno. “En mi opinión, los mecanismos para exigir el cumplimiento de las disposiciones laborales son el último obstáculo”.
El acuerdo ha puesto a los demócratas en un dilema porque contiene medidas que han respaldado desde hace años, como exigir que más autopartes se fabriquen en América del Norte, eliminar el sistema especial de arbitraje para las corporaciones y fortalecer los sindicatos en México.
Con las disposiciones que adoptan las estrategias de los demócratas, el acuerdo refleja el enfoque comercial populista de Trump, mismo que ha borrado un poco las líneas divisorias de los partidos y les parece atractivo a muchos de los obreros que antes constituían la base de los demócratas. También refleja una reacción más generalizada hacia convenios de libre comercio más tradicionales, que han sido blanco de críticas por afectar la manufactura estadounidense y eliminar empleos.
“Lluce más como un convenio negociado durante el gobierno de Obama”, opinó el senador Rob Portman, republicano de Ohio que fungió como representante comercial durante el mandato de George W. Bush y apoya el convenio.
De hecho, tiende tanto hacia la izquierda de las posturas republicanas tradicionales en el tema de comercio que varios republicanos del Congreso lo apoyan a regañadientes, e incluso podrían votar en contra de la versión definitiva.
Trabajo y ambiente
De cualquier forma, la mayoría de los republicanos han apoyado el convenio y urgido a que se tomen medidas rápidas. Si el tratado no se aprueba pronto, sus partidarios temen que se convierta en blanco de ataques más frecuentes de los candidatos presidenciales demócratas, lo que dificultaría todavía más a los demócratas del Congreso votar a favor del pacto.
El nuevo pacto establece que un fabricante de automóviles debe comprar en América del Norte como mínimo el 70% del acero y aluminio que emplea, lo que podría ayudar a impulsar la producción de esos metales en Estados Unidos. También estipula que entre el 40% y el 45% del contenido de cada automóvil debe ser fabricado por empleados que ganen en promedio un salario de $16 por hora. Ese límite inferior se fijó con la intención de obligar a las empresas automotrices a aumentar los salarios bajos en México o contratar más empleados en EE. UU. y Canadá, un objetivo que los demócratas han promovido desde hace mucho tiempo.
Todavía hay varios puntos de desacuerdo, como una disposición que ofrece a una clase avanzada de medicamentos diez años de protección frente a las alternativas más baratas, lo que según los legisladores demócratas fijaría los precios de los medicamentos a un nivel muy alto.
Otras propuestas demócratas buscan reforzar las disposiciones laborales y ambientales del tratado. Los demócratas quieren evitar un cambio realizado por el gobierno de Trump que, según ellos, acaba de hecho con el sistema encargado de vigilar el cumplimiento del TLCAN. También promueven la inclusión de recursos adicionales que les permitan a los funcionarios de aduanas inspeccionar fábricas o detener bienes en la frontera si las empresas incurren en algún incumplimiento de las normas laborales.
Con todo, los demócratas dicen que si se hacen los cambios adicionales que piden, el acuerdo sería más progresista que el TLCAN original y el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, ambos negociados por gobiernos demócratas. Trump sacó a Estados Unidos de este último solo unos días después de tomar posesión.
Jesús Seade, el principal negociador de México para el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, dijo que muchos de los ajustes que quieren los demócratas son “mejoras”.
“Si las enmiendas sugeridas son mejoras aceptables, entonces no habrá razón por la que no podamos estrecharnos las manos la próxima semana”, aseveró el viernes 29 de noviembre después de reunirse con funcionarios canadienses.
El gobierno de Trump convino con Canadá y México los ajustes al Tratado de Libre Comercio de América del Norte hace un año, pero el Congreso todavía no autoriza el acuerdo”.