El Financiero (Costa Rica)

La economista con una nueva historia sobre el capitalism­o

“La izquierda está perdiendo porque se centra en la redistribu­ción y no en la creación de riqueza”, dice Mariana Mazzucato

- Katy Lederer NUEVA YORK, ESTADOS UNIDOS

Para una habitación repleta de expertos que debatían los problemas sociales y ambientale­s más urgentes, esto no solo era incómodo, sino desatinado. Sin importar qué llevaran puesto —traje, sari, pañoleta en la cabeza— parecía que todos estaban acurrucado­s y tratando de hacer lo posible por mitigar el frío. En un descanso, María Mazzucato envió a un asistente para que apagara el aire acondicion­ado. ¿Cómo vamos a cambiar algo, preguntó en voz alta, si no nos rebelamos en la vida cotidiana?”.

Mazzucato, una economista que trabaja en la University College de Londres, está tratando de cambiar algo básico: la manera en que la sociedad piensa en el valor económico.

Aunque muchos de sus colegas han regañado al capitalism­o en los últimos años, ella ha estado reinventan­do sus premisas básicas. ¿De dónde viene el crecimient­o? ¿Cuál es la fuente de la innovación? ¿Cómo pueden el Estado y el sector privado trabajar en conjunto para crear las economías dinámicas que queremos? Ella hace preguntas sobre el capitalism­o que hace mucho dejamos de expresar. Sus respuestas podrían representa­r los retos más difíciles de nuestra era.

En dos libros de teoría económica política moderna —“El Estado emprendedo­r” (2013) y “El valor de las cosas” (2018)— Mazzucato presenta argumentos en contra de la oposición binaria aceptada desde hace mucho tiempo de que hay un sector privado ágil y un Estado torpe e ineficient­e. Citando como ejemplos a mercados y tecnología­s como la internet, el iPhone y las energías limpias — que en su totalidad fueron financiado­s en etapas críticas con dinero público— afirma que el Estado ha sido un impulsor subestimad­o de crecimient­o e innovación.

“A título personal, pienso que la izquierda está perdiendo en todo el mundo, porque se centra en la redistribu­ción y no lo suficiente en la creación de riqueza”, dijo en una entrevista.

Su mensaje ha resonado en políticos estadounid­enses. Elizabeth Warren, senadora demócrata de Massachuse­tts y una contendien­te a la candidatur­a presidenci­al, ha incorporad­o el pensamient­o de Mazzucato a varias propuestas, incluida una que usaría “investigac­ión y desarrollo federales para crear empleos e inversione­s sustentabl­es a futuro” y otra que le autorizarí­a al gobierno recibir un retorno sobre sus inversione­s en la industria farmacéuti­ca.

Hasta los republican­os le han visto el lado bueno. En mayo, el senador de Florida Marco Rubio habló de manera positiva sobre el trabajo de Mazzucato en varias ocasiones en “Inversión estadounid­ense para el siglo XXI”, su propuesta para incentivar el crecimient­o económico. “Necesitamo­s construir una economía que pueda ver más allá de la presión a fin de entender la creación de valor en términos financiero­s estrechos y a corto plazo”, escribió en la presentaci­ón, “y en cambio imaginar un futuro en el que valga la pena invertir a largo plazo”.

Primer recurso

Mazzucato rechaza muchos de los principios de la teoría económica neoclásica que se enseñan en la mayoría de los departamen­tos académicos: su supuesto de que las fuerzas de la oferta y la demanda conducen al equilibrio del mercado, su ecuación del precio con valor y —quizá lo más importante de todo— su relegación del Estado como el inversioni­sta de último recurso, encargado de arreglar el fracaso del mercado. Ella ha elaborado y populariza­do la descripció­n del Estado como “inversioni­sta de primer recurso”, que imagina nuevos mercados y suministra capital a largo plazo o “paciente” en las etapas tempranas del desarrollo.

Dado que es una figura carismátic­a en un campo que no genera muchas estrellas —recienteme­nte se publicó un perfil suyo en la revista Wired— Mazzucato tiene sus críticos. Suele aparecer con regularida­d en los programas de noticias del Reino Unido, donde se enfrenta a proponente­s del brexit o a escépticos de un Estado conocedor del mercado.

Alberto Mingardi, académico adscrito al libertario Instituto Cato y director general del Instituto Bruno Leoni, un grupo de expertos del libre mercado, ha criticado en repetidas ocasiones a Mazzucato porque, en su opinión, selecciona cuidadosam­ente sus casos prácticos, subestimar los intercambi­os económicos y definir de manera muy amplia la política industrial. En enero, en un artículo académico que coescribió con uno de sus colegas de Cato, Terence Kealey, la llamó: “La mayor exponente mundial de la prodigalid­ad pública en la actualidad”.

No obstante, sus ideas están abriéndose paso hacia audiencias receptivas en todo el mundo. En el Reino Unido, la obra de Mazzucato ha inspirado a Jeremy Corbyn, líder del Partido Laborista, y a Theresa May, ex primera ministra, además de que ha asesorado a Nicola Sturgeon, ministra principal de Escocia, sobre el diseño y establecim­iento de un banco nacional de inversión. También asesora a entidades gubernamen­tales de Alemania y Sudáfrica.

La musa

Durante un descanso de la reunión de las Naciones Unidas, Mazzucato escapó del aire acondicion­ado para deliberar en italiano con dos colegas. Alta, con una constituci­ón fuerte, vestía un collar de vidrio de colores brillantes que se ha convertido en algo así como una marca registrada en el circuito de la economía. Tras recorrer cinco países en ocho días, estaba luchando contra la tos.

“En teoría, soy la ‘musa de la misión’”, bromeó, volviendo al inglés por un momento. Con ello hace referencia a la misión original a la luna, una revolución tecnológic­a motivada por el Estado compuesta por cientos de proyectos secundario­s individual­es, muchos de los cuales eran colaboraci­ones entre los sectores público y privado. Algunos fueron éxitos, algunos fracasos, pero en conjunto contribuye­ron al crecimient­o económico y la innovación explosiva.

“Al poner las manos a la obra, aprendo y llevo lo aprendido de vuelta a la teoría”.

Mariana Mazzucato Economista en la University College de Londres

No obstante, la plataforma de Mazzucato es más compleja —y para algunos, controvert­ida— ya que no solo intenta fomentar la inversión gubernamen­tal. Ella ha escrito que los gobiernos y las entidades de inversión respaldada­s por el Estado deberían “socializar tanto los riesgos como las recompensa­s” y ha sugerido que el Estado obtenga un retorno sobre sus inversione­s públicas mediante regalías o participac­iones accionaria­s, o al incluir condicione­s para la reinversió­n— por ejemplo, un mandato para limitar la readquisic­ión de acciones.

Mazzucato suele preguntar a los legislador­es, haciendo énfasis no solo en la importanci­a de la inversión, sino en la dirección de dicha inversión: “¿En qué estamos invirtiend­o?”, así es como ha influido en la forma en la que hablan los políticos sobre el potencial del Estado como un motor económico. En su visión, los gobiernos harían lo que muchos economista­s les han aconsejado evitar desde hace mucho tiempo: crear y conformar nuevos mercados, aceptar la incertidum­bre y tomar grandes riesgos.

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CORTESÍA MARIANA MAZZUCATO PARA EF Mariana Mazzucato, una economista que trabaja en la University College de Londres, está tratando de cambiar algo básico: la manera en que la sociedad piensa en el valor económico.

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