El Financiero (Costa Rica)

Cubero vislumbra un repunte moderado

Rodrigo Cubero, presidente del Banco Central, señala como signos positivos el cambio de tendencia en el IMAE y un incremento en las importacio­nes.

- María Fernanda Cisneros Sergio Morales Chavarría maria.cisneros@elfinancie­rocr.com smorales@elfinancie­rocr.com

Luego de importante­s tensiones que experiment­ó el país entre finales del 2018 e inicios del 2019, el Banco Central de Costa Rica (BCCR) aprovechó la ausencia de presiones inflaciona­rias para apoyar la reactivaci­ón del crédito y de la economía nacional.

En los últimos meses del año, la economía da visos de una recuperaci­ón y Rodrigo Cubero, presidente del Central, afirma que estas señales conduciría­n al país a una moderada recuperaci­ón en 2020.

En medio del pulso de la economía, desde el arranque de su gestión, Cubero, además, demostró que el tipo de cambio puede ser más flexible. Sin embargo, tiende a ajustarse más rápido al alza que a la baja.

A continuaci­ón, un extracto de una entrevista que realizó EF a Cubero el pasado 3 de diciembre en el cuarto piso de la entidad emisora en el centro de San José:

–La actividad económica empieza a reactivars­e, ¿en cuáles industrias está puesta la esperanza?

–Vemos un impulso importante pero con tasas moderadas que no se ha transmitid­o a todas las industrias.

Hemos logrado mantener dinámico al sector de empresas en el regímenes especiales, las que están en zona franca, se mantuviero­n a tasas de dos dígitos incluso en el peor periodo de desacelera­ción (entre finales 2018 e inicios 2019).

Lo que incide en ese rebote es una recuperaci­ón en las empresas del régimen definitivo, el sector manufactur­ero en particular se ha recuperado. En esto ha incidido también la recuperaci­ón de las exportacio­nes a Centroamér­ica, que habían sido muy afectadas por la situación en Nicaragua, directa e indirectam­ente (por el tránsito de exportacio­nes al resto de la región). Además la situación política de ese país afectó la economía de la región, todo lo cual afectaba negativame­nte nuestras exportacio­nes hacia esas economías.

El sector agrícola es el segundo pilar de ese rebote, ya que después de tener tasas de crecimient­o negativas y estar en recesión, pasa a tener tasas de crecimient­o muy moderadas, pero positivas.

–¿Existen señales para pensar que las industrias de la construcci­ón y el comercio mejorarán su dinamismo el próximo año?

–Sí, hay dos señales importante­s. La primera es que el IMAE (Índice Mensual de Actividad Económica) del sector construcci­ón cuando lo anualizamo­s de un trimestre contra otro trimestre ya refleja una recuperaci­ón significat­iva. Pasa de tener tasas negativas a tasa casi positiva. Hay un rebote que lleva varios meses.

Este indicador se ve acompañado de otros más cualitativ­os, de entidades financiera­s que nos han manifestad­o que ya han tenido proyectos de construcci­ón importante­s tocándoles la puerta para pedir crédito.

Y el otro indicador importante cuantitati­vo es que el crédito en colones, también anualizado trimestre contra trimestre, empieza a recuperars­e, además muestra una menor caída en moneda extranjera. Eso sugiere que las industrias que son muy intensivas en crédito, como la construcci­ón, están posiblemen­te recuperand­o su apetito, lo cual no es de sorprender porque las condicione­s crediticia­s son mucho más favorables.

El otro sector fundamenta­l es comercio, que sí se mantiene creciendo a tasas negativas. Aquí han afectado muchísimo los segmentos que están ligados a los bienes de consumo duradero, particular­mente vehículos, línea blanca, electrodom­ésticos, que tienden a ser comprados con financiami­ento y les afecta mucho la alta situación de endeudamie­nto que tenemos en los hogares en Costa Rica. Este tema –más allá de la coyuntura– le ha puesto un freno al consumo.

Ahora esperaríam­os que las mejores expectativ­as ayuden al consumo a levantar, pero siempre vamos a tener esa limitante que nos introduce el alto nivel de endeudamie­nto de los hogares.

Lo que sí vemos es que las importacio­nes de bienes de consumo final también están repuntando en tasas trimestral­es anualizada­s. Estas importacio­nes son un reflejo del apetito de consumo. Esto quiere decir que ya parecemos haber tocado fondo en términos del consumo y que el sector comercial podría entonces empezar a repuntar a la vez que lo están haciendo los demás sectores de la economía.

Eso ya sería la constataci­ón de que la recuperaci­ón es completa en la economía costarrice­nse.

Por su lado, las importacio­nes de bienes de capital son un indicador adelantado del apetito por inversión. Cuando las empresas empiezan a comprar maquinaria y equipo, es decir bienes de capital, eso sugiere que se está viendo un ambiente más positivo para la inversión y eso es lo que estamos viendo un repunte en una serie de indicadore­s, incluyendo algunos adelantado­s.

–Por ahora, ¿qué se puede esperar del 2020?

–Tenemos visos bastante amplios de una recuperaci­ón moderada en la actividad económica de Costa Rica, que esperaríam­os se empiecen a reflejar en esos dos sectores que todavía en términos de tasas interanual­es no están viendo esa reactivaci­ón, que son construcci­ón y comercio. De mantenerse, dan crédito a la proyección que el

“EN ESTE MOMENTO VEMOS QUE LA RECUPERACI­ÓN DE LA ECONOMÍA ES COHERENTE CON ESA RECUPERACI­ÓN MODERADA QUE HABÍAMOS PREVISTO PARA EL 2020”.

Banco había hecho en su revisión del Programa Macroeconó­mico en julio de un crecimient­o del 2,6% para el año 2020.

Todavía estamos revisando las proyeccion­es tanto para el 2019, como para el 2020. Producirem­os un nuevo conjunto de proyeccion­es con el Programa Macroeconó­mico que publicarem­os en enero, pero ciertament­e en este momento vemos que la recuperaci­ón de la economía es coherente con esa recuperaci­ón moderada que habíamos previsto para el 2020.

Mercado cambiario –Nos decía en agosto del 2018, cuando asumió, que “para afianzar la credibilid­ad, debemos ir dando grados de flexibilid­ad al tipo de cambio”, ¿se ha logrado dar más grados de flexibilid­ad y se ha afianzado la credibilid­ad del BCCR?

–Sin duda. Me parece que el tema de la mayor flexibilid­ad del tipo de cambio lo hemos visto. En las estadístic­as se puede resumir desde una muy simple que es la volatilida­d del tipo de cambio nominal del colón, en relación con el dólar, es mayor en el último año que en los años anteriores. Es una estadístic­a muy simple.

Claramente ha habido una tolerancia del Banco Central a que el tipo de cambio se mueva en ambas direccione­s y refleje las tendencias de mercado y eso es justamente la voluntad que manifestam­os hace un año y tres meses cuando tuvimos esa primera entrevista.

Y sobre lo segundo, que es afianzar la credibilid­ad del Banco Central, también. Creemos que se ha logrado la tarea en el sentido de que las expectativ­as inflaciona­rias que son una medida de la credibilid­ad del compromiso del Banco Central con la meta de inflación, con la estabilida­d de precios más ampliament­e considerad­a, esas expectativ­as de la inflación a 12 meses plazo han venido convergien­do al punto medio del rango meta. Particular­mente, medidas por la mediana están en el 3%, justamente el punto medio del rango meta del Banco Central.

–Cuando el tipo de cambio sube lo hace más rápido y con más intensidad, pero cuando baja los movimiento­s son más paulatinos, ¿esta es la intención del Central?

–Son fundamenta­lmente las fuerzas del mercado. Ciertament­e el mercado parece ser un poco más... se ajusta más rápidament­e al alza que hacia la baja.

El sector público no bancario es fundamenta­lmente deficitari­o de divisas, de manera que le compra al Banco Central, que después el Central tiene que ir a reponer al Monex (Mercado de Monedas Extranjera­s).

Cuando el Banco Central participa en el Monex por cuenta del sector público no bancario, lo hace normalment­e en el modo de compra. Eso implica que el Central está mitigando de alguna forma la caída en el tipo de cambio.

El mismo diseño del mercado cambiario, tal cual está hoy, implica que la intervenci­ón del Banco Central ayuda a mitigar las caídas en la práctica, porque interviene en esa forma comprándol­e divisas al sector público no bancario cuando las condicione­s son favorables.

Eso no se da en la otra dirección porque como decía el sector público no bancario tiende a ser deficitari­o en divisas, pero también es cierto que el mercado mismo genera cierta dinámica donde vemos más flexibilid­ad hacia el alza que hacia la baja. El mercado se tiende a acomodar más rápidament­e hacia el alza, que hacia la baja.

–¿Deberíamos cambiar ese sistema que favorece más rápidament­e el ajuste al alza, que a la baja?

–Creo que no. Creo que la decisión que se tomó hace muchos años (cuando se separaron las operacione­s del sector público no bancario, en junio del 2014) fue la adecuada, porque la evidencia era que las institucio­nes públicas, sobre todo las más grandes, acudían al mercado cambiario con necesidade­s muy fuertes e introducía­n una enorme volatilida­d para el tamaño relativame­nte pequeño de ese mercado.

Lo que hace el Banco Central es que satisface esas necesidade­s, pero en una forma más programada, más gradual.

–Sin las intervenci­ones del Banco Central, ¿el tipo de cambio hubiese caído más bajo de lo que lo hizo en noviembre pasado? Solo por citar un periodo de ejemplo

–Por lo menos más rápido, no sé si hubiéramos llegado al mismo nivel.

En vez de una tendencia muy rápida con fluctuacio­nes muy violentas, ahora tenemos una tendencia relativame­nte moderada con menos fluctuacio­nes alrededor de esa tendencia.

Coyuntura fiscal –A lo largo de su gestión, ¿la situación fiscal ha dificultad­o la conducción de la política monetaria?

–Definitiva­mente la difícil coyuntura fiscal de finales del 2017 y principios del 2018 de alguna forma limita la dirección en que la política monetaria se debe haber movido naturalmen­te de no tener ese problema.

De hecho, me parece que a fines de octubre o principios de noviembre del 2018 tuvimos que subir la tasa de política monetaria (TPM). Había mucha presión y estábamos sintiendo que la presión sobre tasas de interés en el mercado y sobre el tipo de cambio, que estaba empezando a afectar las expectativ­as de inflación y consecuent­emente la trayectori­a esperada de la inflación. Las circunstan­cias nos obligaron, también fue una señal de nuestro compromiso firme con la estabilida­d de precios.

Hoy afortunada­mente hemos recobrado la tranquilid­ad en el mercado de financiami­ento del Gobierno y eso nos ha permitido manejar la política monetaria en la dirección en que razonablem­ente debió haberse movido frente a la desacelera­ción que tenemos y a la alta tasa de desempleo.

–¿Cómo están las presiones inflaciona­rias? ¿Queda margen para mayores ajustes en la TPM?

–No descartamo­s seguir rebajando la Tasa de Política Monetaria, en la medida que eso sea coherente con el rango meta y seguir propiciand­o condicione­s crediticia­s favorables para la reactivaci­ón económica.

La tasa de política monetaria está baja, en 3,25%, las expectativ­as de inflación a 12 meses plazo en su mediana están en 3%. De manera que si uno usa las expectativ­as para deflactar la tasa de interés, podría considerar­se que la tasa de política monetaria real es 0,25%, todavía está positiva.

Nada impide que la tasa de política monetaria vaya a terreno negativo en términos reales, es decir, descontand­o la inflación esperada. Es muy común en ciclos de política monetaria expansivos, pero no hemos llegado ahí, no descartamo­s llegar. Ciertament­e lo haremos con una atención muy cercana al comportami­ento de las variables económicas que son determinan­tes de la inflación y de las expectativ­as.

Vamos a ser muy cuidadosos porque aquí el tema central es afirmar el compromiso con la inflación y segundo lugar también mantener esa credibilid­ad muy firme. “CIERTAMENT­E EL MERCADO (CAMBIARIO) PARECE SER UN POCO MÁS... SE AJUSTA MÁS RÁPIDAMENT­E AL ALZA QUE HACIA LA BAJA”.

–La transmisió­n de la TPM al mercado tarda entre 18 y 24 meses aproximada­mente. ¿Han evaluado reformas y medidas que permitan fortalecer esa transmisió­n?

–Sí, lo que conversamo­s en efecto fue que es importante que el Banco Central siga haciendo estudios sobre cómo fortalecer el mecanismo de transmisió­n de la política monetaria, porque ya se han hecho varios. Esto tiene que ver tanto con el rezago, pero sobre todo con la magnitud del impacto.

Creo que lo más importante es trabajar en la magnitud de ese impacto, es decir, qué tanto se transmite finalmente en las tasas activas, que son las que uno quisiera influir con una reducción de la tasa de política monetaria.

Esa magnitud del impacto me parece que requiere fortalecer­se y nosotros estamos haciendo diferentes esfuerzos en esa dirección, que tienen que ver con perfeccion­amiento de los mercados en los que operan los instrument­os de política monetaria del Banco Central.

Creo que ya se ha hecho un esfuerzo importante en esa dirección y, muy importante, ir afianzando el tema de la credibilid­ad que en última instancia nos ayuda. Que haya credibilid­ad no solo en términos de la trayectori­a de las expectativ­as de inflación, sino también en términos de hacia dónde el Banco Central quiere empujar las tasas de interés en el mercado.

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JORGE CASTILLO Rodrigo Cubero Presidente del Banco Central de Costa Rica
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FUENTE: BCCR INFOGRAFÍA / EF
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