El Financiero (Costa Rica)

Plan del Aguacate repite viejos fracasos

El país ha vivido experienci­as con cultivos de mora, palmito, macadamia y palma.

- Manuel Avendaño Arce manuel.avendano@elfinancie­rocr.com

La idea de aumentar en un 125% el área sembrada de aguacate en los próximos dos años para abastecer el consumo interno y, si sobra, exportar no es nada nueva.

Planes o programas ya se pusieron en marcha con cultivos como la mora, palmito, palma aceitera y macadamia. ¿Los resultados? En algunos casos, ni siquiera los hubo; en otros, todavía están en etapa de implementa­ción.

Macadamia de “oro”

El recorrido inicia en 1987, durante el boom de la sustitució­n de exportacio­nes. Ese año, el gobierno de Óscar Arias impulsó el Programa Nacional de Macadamia.

La iniciativa fue ejecutada por el Instituto del Café de Costa Rica (Icafe) y contó con el apoyo técnico y económico de la Coalición Costarrice­nse de Iniciativa­s de Desarrollo (Cinde), y la asistencia del Ministerio de Agricultur­a y Ganadería (MAG).

Asociado a este plan se creó el Centro para la Promoción de Exportacio­nes (Cenpro) que luego se convirtió en la Promotora de Comercio Exterior (Procomer). Nació también el Ministerio de Comercio Exterior (Comex).

La intención del Gobierno era diversific­ar sus exportacio­nes agrícolas con nuevos cultivos, entre ellos la macadamia, una nuez de la que se conocía poco.

Para poner en marcha el programa se acudió a especialis­tas de Hawái y Australia, quienes explicaron que este producto tenía futuro en Costa Rica, dado que su producción se sostenía a largo plazo y podría generar empleo.

Los primeros cultivos se registraro­n en Turrialba, Siquirres, cerca del Lago Arenal y en las faldas de los volcanes Tenorio y Miravalles, recordó Randall Benavides, presidente de la Cámara de Exportador­es e Importador­es de Productos Perecedero­s (Ceipp).

Con el pasar del tiempo apareciero­n adversidad­es, como el clima y el suelo, que dificultar­on la sostenibil­idad de esta apuesta. El proyecto se cerró en 1992, según datos aportados por el MAG.

La producción nacional de macadamia nunca logró alcanzar niveles competitiv­os para exportar al mercado internacio­nal en grandes volúmenes.

Salvar la mora

La mora es una fruta que crece en las zonas altas. En Costa Rica los cultivos se concentran en el Cerro de la Muerte, El Guarco, León Cortés, Tarrazú, Dota y Pérez Zeledón; en estos lugares se desarrolla­n sistemas de producción orgánica.

La tormenta tropical Alma, que afectó al país en junio del 2008, ocasionó fuertes lluvias y ráfagas de viento que golpearon directamen­te el área sembrada. Se trata de una actividad que se desarrolla entre los 1.500 y los 2.300 metros sobre el nivel del mar (m s. n. m.).

A estos factores se sumaron también condicione­s de mercado y problemas fitosanita­rios (plagas), según se detalla en el Programa de atención al sector morero ante la emergencia sufrida por los efectos del clima, publicado por el MAG en julio del 2009.

“No se trató de un plan de impulso a la actividad, sino un programa de atención ante una emergencia climática”, aclaró la entidad vía correo electrónic­o tras consulta de EF.

Se destinaron ¢500 millones del Sistema de Banca para el Desarrollo (SBD), más una serie de apoyos técnicos de institucio­nes como el MAG, el Instituto Nacional de Aprendizaj­e (INA), la Universida­d de Costa Rica (UCR), el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) y la Comisión Nacional de Emergencia­s (CNE).

Al final, ningún agricultor de mora pidió créditos para fortalecer su actividad o aumentar el área de producción con el fin de generar más ganancias o, en el mejor de los casos, ampliar su mercado fuera del país.

Palmito, la promesa

Entre el final de la década de los 80 y principios de los 90, un grupo de industrias liderado por Demasa, Conservas del Valle y otros conglomera­dos en manos de pequeños empresario­s, vio en el palmito una promesa de negocio.

En 1997 y 1998 la crisis de precios internacio­nales de ese cultivo abrió la posibilida­d para que el Gobierno impulsara un programa de reconversi­ón productiva que financió la construcci­ón de plantas procesador­as, primero en la región Huetar Atlántica, y, luego, en otras zonas del país.

Varios productore­s agrícolas asumieron la apuesta y, con el apoyo institucio­nal del MAG, que se vinculó al proyecto entre 2007 y 2010, empezaron a desarrolla­r plantacion­es de palmito.

La idea era llevar el producto procesado a Francia, Estados Unidos, Chile, España y Canadá.

Para 2006 las exportacio­nes de palmito de Costa Rica representa­ron $25 millones, aunque su aporte al producto interno bruto (PIB) era muy bajo en comparació­n con el de otros cultivos como banano, café y piña.

Uno de los puntos más altos de este programa se registró en 2008. Ese año el sector palmitero generó 6.200 empleos directos y 31.000 indirectos.

Según el MAG, a pesar de que Costa Rica llegó a ser el mayor exportador de palmito del mundo, en la actualidad los resultados del sector son negativos por situacione­s de mercado internacio­nal.

En diciembre del 2019, la División Palmito de la empresa

Demasa suspendió el recibo del tallo a terceros, lo que sumió en la incertidum­bre a 83 productore­s nacionales, quienes ahora deben buscar otras compañías para colocar su cosecha.

La planta de Demasa es la más importante del país y tiene tres décadas de operar. El 75% de las 2.300 toneladas anuales procesadas que recibe esta empresa proviene de productore­s independie­ntes, informó La Nación.

La ruptura entre Demasa y los agricultor­es de palmito pone fin a más de 25 años de relaciones y refleja los problemas de competitiv­idad de Costa Rica frente a otros países que ofrecen el tallo a un precio más bajo, gracias a menores costos de producción asociados.

El plan de la palma

Este es un plan nacional –similar al del aguacate– lanzado en noviembre del 2019 para mejorar las condicione­s de 3.200 productore­s de palma aceitera en el país.

La iniciativa incluye cuatro ejes de trabajo para fortalecer la competitiv­idad de la agrocadena: un fideicomis­o de ¢1.700 millones para financiami­ento; investigac­ión y transferen­cia tecnológic­a; transparen­cia de mercado para estandariz­ar el pago por calidad de fruta con base en normas técnicas; y generación de valor agregado para diversific­ar el producto terminado en línea.

En este plan se conjuntan el MAG, el Instituto de Desarrollo Rural (Inder), el Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC) y el Instituto Nacional de Fomento Cooperativ­o (Infocoop).

Los datos revelan que el país tiene 76.000 hectáreas cultivadas de palma aceitera: 65% se ubica en la región Brunca; 24,5%, en la Pacífico central, y, el restante 10,5%, en la Huetar Norte y Caribe.

El plan está en ejecución y pretende aumentar la productivi­dad por hectárea anual, cuyo promedio óptimo es de 17 toneladas y el cual se redujo debido a la flecha seca (enfermedad) y a los bajos precios.

La intención es que el país pueda alcanzar las 19 toneladas de palma por hectárea al 2022. El MAG no ofreció cifras de los avances registrado­s hasta la fecha.

“La idea es incentivar a los productore­s de aguacate que tenemos, y a otros, para que puedan entrar a la actividad”.

Renato Alvarado Ministro de Agricultur­a

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